4. No habrá preguntas

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La vida en la casa de los Roble siempre era bastante agitada, pues iniciaba desde muy temprano.

Las mujeres del hogar se levantaban muy temprano a preparar los guisos para los tacos de canasta que vendían Salomón y Pedro Pablo por las calles durante las mañanas. Ambos chicos se levantaban muy temprano también ya que, además de salir a vender tacos, también tenían sus propias actividades personales.

Salomón por un lado hacía trabajos esporádicos de plomeria, electricista, entre otras cosas, aunque también dedicaba parte del día en coquetear descaradamente con cada mujer joven y bonita que veía por la calle.

Pedro Pablo, por otro lado, pintaba murales en el barrio de dos formas diferentes: en algunos casos, que eran la mayoría, el chico pintaba lugares abandonados y descuidados de su colonia para embellecerlos y darles color; en esos casos lo hacía completamente gratis, por al amor al arte y al barrio.

Pero, en ocasiones, los vecinos con mejores oportunidades le pedían hacer carteles o murales en sus negocios para hacer que se vieran mejor, más alegres y con más vida; en esos casos, Pedro Pablo si cobraba por su trabajo, pues debía ahorrar su propio dinero para invertirlo en más material para poder continuar con esa labor.

Además de su trabajo como pintor, Pedro Pablo daba asesorias ocasionales a algunos chicos de la escuela nocturna. No era algo que hiciera con mucha frecuencia, ya que no disponía del suficiente tiempo libre; sin embargo, cuando se acercaba la época de exámenes, Pedro Pablo abría su agenda y se preparaba para asesorar a los chicos y prepararlos para pasar los tan temidos exámenes parciales y de medio término. Cuando se acercaban los finales, Pedro Pablo comenzaba a recibir alumnos incluso con un mes de anticipación, sobretodo en matemáticas y física.

A Pedro Pablo le gustaba mucho ese trabajo como profesor ocasional; le gustaba mucho ayudar a los demás a entender las cosas que se les complicaban buscando una forma más fácil y accesible para que ellos pudieran entender. Además, como siempre eran más o menos los mismos compañeros los que acudían por su ayuda, Pedro Pablo ya conocía sus hábitos de estudio y sus fortalezas para hacerlos entender todo con más facilidad.

El día a día marcaba siempre una rutina ajetreada que los mantenía ocupados a todos y con pocas oportunidades para tomarse un día libre y descansar.

Sin embargo, ese día Pedro Pablo y su familia cambiaron un poco la rutina que acostumbraban tener porque habían trabajado mucho el día anterior en la fiesta de don Esteban. Todos habían colaborado y habían detenido sus actividades para concentrarse en atender invitados y recoger luego sus cosas para dejar el jardín impecable, tal y como lo habían encontrado.

Por lo tanto, la familia Roble decidió que se habían ganado un día de descanso. Gracias al pago que habían recibido de parte de don Esteban por los servicios prestados en la fiesta - un poco más elevado de lo que Pedro Pablo pensaba que era justo- se podían permitir un día de ocio para variar.

Todos estaban en casa; Salomón estaba dormido en la recámara, su tía Paz estaba en la azotea platicando con Fermín, su ex esposo que acababa de salir de la cárcel y ahora vivía con ellos; Nandy, su mamá y su abuela estaban en la cocina, platicando sobre la visita de Fermín en casa y sobre el tiempo que esté se quedaría. Pedro Pablo, por su parte, estaba en la sala terminando una tarea de la escuela nocturna que tenía pendiente; esa noche si pensaba asistir a la escuela, ya que el día anterior se había ausentado debido a la fiesta y no podía darse el lujo de perder más clases; necesitaba el mejor promedio posible si quería aspirar a esa beca en Madrid.

Su tía Paz y Fermín entraron a la casa muy serios; Pedro Pablo sabía que la relación entre ellos era muy tensa, por algo eran ex esposos, y se sorprendía mucho de que lo tuvieran como huésped después de todo lo que le había hecho a la familia y, en especial, a su tía Paz. Pero Fermín le caía muy bien; era medio atrabancado, pero siempre había sido muy bueno con él y era lo más cercano a una figura paterna que había tenido en su vida, por lo que a Pedro Pablo no le molestaba su presencia.

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