19. Más sumas

80 14 8
                                    

-¿Tú?- preguntó Pedro Pablo con furia, sintiéndose mucho más despierto de lo que se había sentido en semanas- ¿Qué demonios haces aquí? ¡No eres bienvenido!-

Roberto lo observó con algo de pena, sabiendo que, en ese momento, Pedro Pablo debía odiarlo al creerlo culpable de lo que había sucedido con Bosco, cuando la realidad era que él no tenía ni idea de lo que había sucedido hasta dos dias después, cuando sus papás y él estaban en Colorado, en el viaje anual que hacían para esquiar.

Roberto había decidido acompañar a sus papás al viaje, a diferencia del año pasado, cuando prefirió no hacerlo; necesitaba poner distancia para intentar superar que Bosco, a quien siempre había considerado suyo, ahora estaba en una relación con un chico que, en su opinión, no estaba a su nivel.

Pero cuando se había enterado de lo que había pasado con Bosco, Roberto se había dado cuenta de que sus sentimientos, aunque honestos, no eran tan profundos como siempre había imaginado, pues únicamente se centró en intentar demostrar su inocencia; pasaron varios minutos hasta que cayó en cuenta de que todo aquello significaba que Bosco, su Bosco, estaba desaparecido y en peligro.

Su primer pensamiento había sido protegerse a él mismo, y después, había comenzado a preocuparse por Bosco, lo que lo hizo reflexionar acerca de que, la atracción que siempre había sentido por Bosco era eso, una simple atracción.

Bosco era guapísimo, e interesante y el chico más popular de la escuela, por lo que sus sentimientos respondían más a la cuestión física, a las ganas de sentir que había sido él quien se quedara con Bosco de entre toda la gente; por eso se había sentido tan enojado cuando Bosco apareció con ese muerto de hambre en redes sociales: había sido un golpe bajo a su ego.

Pero ahora, Roberto había comenzado a pensar en Bosco, y quería hacer las cosas bien, lo cual empezaba por rebajarse un poco y visitar a aquel chico que le había robado lo que siempre al que, por muchos años, creyó el amor de su vida.

-No creas que tengo muchas ganas de verte la cara- respondió Roberto- pero tengo que hablar contigo de frente-

-¿Sobre qué?, ¿sobre cómo secuestraste a Bosco? Porque a mi no me engañas; yo sé perfectamente que tú tuviste algo que ver en todo esto- le reclamó Pedro Pablo mientras lo empujaba ligeramente, queriendo hacerle daño de la misma forma en la que él se lo había hecho.

Roberto suspiró, sintiendo como sus ganas de ser buena persona se evaporaban ante las palabras del idiota que se empeñaba en culparlo por algo que él jamás hubiera podido hacer: dañar a Bosco.

-Justamente de eso quiero hablar. Entiendo tu desconfianza, porque fui grosero en el pasado y algo agresivo con Bosco, pero yo... yo jamás le haría daño a Bosco, jamás- aseguró con determinación.

-No te creo- exclamó Pedro Pablo sin ceder por un segundo- lo amenazaste varias veces, incluso por su orientación sexual, así que, ¿por que debería creerte?- preguntó alterado.

-Porque yo también estoy enamorado de Bosco, Pedro Pablo- respondió con sencillez.

Pedro Pablo abrió los ojos con sorpresa, pues jamás imaginó que aquel chico podría decirle eso a la cara; tanto Bosco como él habían tenido esa sospecha por meses, pero, la única ocasión en la que lo hablaron directamente, ambos habían llegado a la conclusión de que Roberto, criado en una familia homofobica, jamás podría reconocer su orientación sexual, ni siquiera para sí mismo.

-Eso no quiere decir nada- respondió Pedro Pablo después de unos segundos- Muchos pecados se han cometido en nombre de un supuesto amor, ¿por que tú no habrías de hacer lo mismo?-

-Porque ni siquiera estaba en el país- le dijo con impaciencia- porque una cosa es ser un mal perdedor, y un idiota que no pudo aceptar en años que le gustaba un chico que jamás lo vio siquiera como un amigo, y otra muy diferente es ser un loco asesino capaz de secuestrar a alguien-

Aprender a quererte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora