17. No descansaré

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-Necesito que me digas todo lo que recuerdas, Pedro Pablo, lo que sea, hasta el más mínimo detalle puede sernos de utilidad-

Las palabras de Esteban estaban en su cabeza, resonando con lentitud, pero por más que lo intentaba, nada salía de su boca; no podía pensar, por lo tanto, tampoco podía emitir ningún sonido.

Se sentía completamente desconectado de la realidad, como si su mente y su cuerpo se hubieran separado sin haberle pedido permiso, por lo que sus pensamientos estaban atorados en su cabeza, sin tener la oportunidad de salir a través de sus labios.

En otro momento, probablemente se habría sentido frustrado y habría intentado luchar contra la desesperación que le debía producir no poder hablar; sin embargo, en aquel momento era justo lo que necesitaba: no tener que decir nada.

La única pregunta que tenía sentido en ese momento, lo único que lo separaba de caer por completo en aquel vacío en el que se había sumergido desde hace dos días, era tener la respuesta que necesitaba para poder volver, o, de lo contrario, irse por completo:

¿Dónde estaba Bosco?
__________

Dos días antes

-Bosco, si queremos alcanzar a llegar antes de que empiece la película, nos tenemos que ir ya- advirtió Pedro Pablo, viendo cómo Bosco se ponía sus tenis con una paciencia que lo estaba sacando de quicio.

Se suponía que tenían que estar a las tres quince en el centro comercial, en donde se encontrarían con Gala y Salomón para ir juntos a comer y después pasarse al cine; sin embargo, gracias a la lentitud de su novio, ahora apenas y llegarían a tiempo para ver la película, lo que le provocaba un poco de estrés a Pedro Pablo, quien siempre se había caracterizado por ser muy puntual.

-Ya casi estoy listo, no te desesperes- le dijo Bosco con toda la tranquilidad del mundo, como si no fueran ya casi dos horas tarde a su compromiso.

-Es que vamos muy tarde; se supone que solo nos retrasaríamos una hora- le recordó el rizado, pensando para sus adentros que él tenía parte de la culpa por haber aceptado el retraso inicial.

Bosco sonrió burlón mientras lo veía de reojo -Pues no te escuché quejarte de lo tarde que íbamos a llegar hace rato- mencionó con un tono de picardía que hizo que Pedro Pablo se ruborizara.

El rizado rodó los ojos, intentando no caer en las provocaciones de Bosco -Bueno, pero ahora si me estoy quejando, así que apúrate, por favor- respondió con suavidad.

-¿Y si mejor no vamos? Mejor nos quedamos aquí, tú y yo solos- le dijo Bosco mientras se ponía de pie y lo abrazaba con fuerza, aferrándose a él como un niño pequeño se aferra a los brazos de su madre.

Pedro Pablo sonrió con ternura, acariciando la espalda de Bosco -Pero amor, si tú fuiste el que propuso este plan- le recordó mientras besaba su mejilla.

-Ya lo sé- respondió Bosco suspirando melodramáticamente- Pero, no sé... ya no siento muchas ganas de ir, me siento raro-

Pedro Pablo frunció el ceño con la preocupación reflejándose en su rostro -¿Te sientes mal?- preguntó de inmediato.

-No, no es eso, solamente me siento raro, ya no tengo ganas de salir-

-Bueno, si quieres nos quedamos, no hay problema, solamente le aviso a Salo- exclamó el rizado, sacando su celular para comenzar a marcarle a su hermano para avisarle del cambio de planes.

-No, espera- le dijo Bosco impidiéndole marcar- Tienes razón, yo propuse este plan y me sentiría culpable de cancelarlo nada más por andar bajoneado- exclamó.

Aprender a quererte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora