Aquella tarde la brisa del otoño había hecho que Pedro Pablo se sintiera ligeramente enfermo; no ayudaba tampoco que un par de días atrás hubiera caminado bajo la lluvia después de su desastrosa "cita" con Mateo; sin embargo, ya había postergado mucho la asesoría de matemáticas de Bosco, por lo que, aún con un ligero dolor de garganta, Pedro Pablo llegó a la mansión a la hora acordada, listo para una nueva tutoría.
Estaba de mucho mejor ánimo que la última vez; en aquella ocasión había imaginado que la clase sería un desastre total, gracias a su pésima relación con Bosco. No obstante, gracias a que ambos habían puesto de su parte, la primera tutoría había sido de lo más amena, incluso dándoles espacio y tiempo para conocerse un poco más, dejando de lado la desconfianza mutua que había entre ellos.
Pedro Pablo sabía que su relación estaba lejos de ser una amistad profunda, pero al menos podían pasar el rato sin querer matarse todo el tiempo, lo cual, en su opinión, ya era una enorme ganancia.
O eso pensaba él, ya que ese día, al entrar a la recámara de Bosco y saludarlo con una ligera sonrisa, pudo percibir que el castaño estaba molesto; Pedro Pablo no sabía si el enojo era hacía él, o era hacía otra persona, pero el caso era el mismo, pues el saludo frío del Villa de Cortes hizo que el ambiente se tornara incómodo y tenso, como el de una bomba a punto de estallar.
-No entiendo nada, ¿no sabes explicar o qué?- preguntó Bosco con aburrimiento, después de media hora de que Pedro Pablo intentara explicarle el tema del día.
-Te la pasas viendo tu celular, ¿cómo quieres entenderme?- preguntó el rizado con impaciencia; normalmente no perdía los estribos con tanta facilidad, pero sentir de nueva cuenta el rechazo de Bosco lo afectaba más de lo que él jamás admitiría.
-Pues es que me aburres, tengo que distraerme con algo-
-Al menos intenta poner de tu parte, haz un esfuerzo-
-Tú eres el profesor, tú eres el que tiene que trabajar, no yo- contestó Bosco molesto.
-Tú eres el que está reprobando la materia y el que, si la sigue reprobando, se va a quedar sin sus actividades y competencias, así que, tú decide: o cooperas, o adiós esgrima- respondió Pedro Pablo en un tono tan filoso que asustó un poco a Bosco: el rizado era muy intimidante cuando se lo proponía.
Bosco suspiró, sabiendo, muy en el fondo, que Pedro Pablo tenía razón- Bueno, está bien, tienes razón: no ha sido mi mejor día, pero es que... tengo muchas cosas en la cabeza-
-¿Qué sucede?- preguntó el rizado con interés: tal vez, si Bosco resolvía un poco lo que le preocupaba, podría despejar su mente y hacerle espacio a las ecuaciones que necesitaba aprender.
-No sé... a veces siento que, por más que me esfuerzo, termino decepcionando a todos- murmuró Bosco sin verlo a los ojos, acostándose en su cama para poner la mayor distancia posible con él; Pedro Pablo suponía que era un mecanismo de defensa para poner hablar de lo que sentía sin exponerse demasiado.
-No creo que eso sea verdad; tu papá te quiere muchísimo- le dijo el rizado con sinceridad.
-Hay una diferencia muy grande entre querer a alguien y sentirse orgulloso de él- le contestó Bosco, sentándose en la cama para, esta vez, si verlo a los ojos al hablar.
Pedro Pablo meditó un poco su respuesta, pues lo que Bosco le había dicho había removido mucho más en él de lo que había esperado: en su caso, Pedro Pablo sentía las cosas un poco al revés, sintiendo que, el cariño de su familia, venía únicamente del hecho de que Pedro Pablo fuera un hijo ejemplar del cual poderse sentir orgullosos.
-Creo que nunca lo había pensado así- confesó el rizado- Creo que a mí me pasa más bien lo contrario- dijo Pedro Pablo, decidiendo ser sincero con Bosco; después de todo, el castaño se había mostrado vulnerable con él.
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Aprender a quererte.
FanfictionBosco no necesita un tutor de matemáticas y definitivamente no necesita que sea Pedro Pablo. Sin embargo, el rizado será el único capaz de enseñarle más que números y ecuaciones; con Pedro Pablo, Bosco aprenderá a quererse y a querer.