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Ignorar a Atsumu fuera de los entrenamientos estaba siendo más fácil de lo que esperaba, sin embargo, lo extrañaba de alguna boba manera.

Solo intentaba no cruzarselo en los pasillos o baños, sus horarios eran similares, pero por suerte sus lugares favoritos no coincidían. Sin embargo, este tiempo sin tenerlo cerca le había ayudado a entenderse un poco más.

Atsumu Miya era un enigma tan atrayente que no le sorprendía que el querer descifrarlo, le envolvía en su nube con cada acción que tenía, con cada palabra e incluso con cada discusión.

Hinata subió en horario de almuerzo a la azotea de la escuela, algo que habia estado haciendo casi todos los dias últimamente, para relajarse, alejarse de los rumores de sus compañeros y alimentar a un pequeño gato que rodeaba el lugar, pero antes de abrir la puerta logró escuchar unas voces.

—Debes dejarme tranquilo, ya te pagué por ese beso, fue solo eso, un beso. —esa era la voz de Atsumu, pero aun no podía identificar bien a la persona con la que hablaba, solo entendió que es una chica.

Posiblemente la chica con la que se besó en el casino.

—Creí que todo esto del dinero erar un plan para acercarte a mi, Miya. —la mano de ella fue a parar al brazo del rubio, quién no tardó más de dos segundos en alejarla por completo.

—Por favor, ni siquiera sabes si soy Osamu o Atsumu, no te hagas la ofendida.

Hinata no aguantó y abrió la puerta discretamente, tosiendo para hacerles saber que estaba saliendo al lugar donde ellos se encontraban. El plato de comida en su mano derecha y de agua en la izquierda, hicieron que el gemelo trotara hasta él para afirmarle la puerta al ver de quién se trataba. Sonrió en agradecimiento, pero antes de que pudiera terminar de salir, la chica habló:

—De acuerdo, te arrepentirás, Miya, no digas que no te advertí. —la castaña empujó por el hombro a Hinata, generando que derramara el plato con agua sobre ella y el de la comida acabara en el piso.

Observó su espalda mientras se iba maldiciendo entre dientes a Atsumu y posiblemente a él, rodó los piso ante la escasez de modales, es increíble que la mitad de los estudiantes en esa escuela sean unos inmaduros.

Cuando estuvo fuera de su campo de visión, notó la comida repartida por el suelo y las gotas de agua que no tocaron la ropa ajena. Suspiró, él solo quiso alimentar al gatito y había terminado haciendo todo mal.

Quiso llorar cuando vio al felino de color blanco con naranja llegar a su lado, acariciandose contra su pierna mientras comenzaba a comer de la comida dispersa por el cemento.

Hinata se agachó para quedar cerca del gatito, le acarició el lomo mientras comía, su pelaje era suave y estaba limpio, por lo que asumió que pertecia a alguna casa. Ignoró la presencia del rubio hasta que este también se agachó para estar a su altura.

Quitó el plato que contenía agua de las manos de Hinata y lo dejó cerca del felino que comenzó a observale con curiosidad.

Shoyo le imitó, haciendo reír suavemente a Atsumu porque en su cabeza creyó que eran iguales, gatito curiosos.

—Ten, pequeño. —sacó una botella de su sudadera y no dudó en verter agua en el plato, sintiendose culpable por la actitud de la chica que había arruinado el esfuerzo del pelinaranja por subir hasta aquí. —No sabía que un gatito vivía aquí.

Lo observó detenidamente, dudando sobre si seguir la conversación o solo cortarla para irse de la azotea. No quiere estar más cerca de lo necesario de Atsumu, aunque hace bastantes días que las cosas han mejorado entre ellos, no puede ignorar que mantenerse lejos sí ha ayudado a que lo susurros en los pasillos disminuyeran y la página no los nombrara hace días.

Ahora su relación era algo más similar a "amigos que se detestan" que a "compañeros que se odian", por lo que le era más difícil ahora ignorarle, a veces lo extrañaba durante clases y se entristecía por lo estúpida que es la página, generando que tenga que cambiar su forma de vida.

—No sé si vive por acá realmente, pero cada vez que vine durante estos meses estuvo aquí... —no evitó dibujar la sonrisa en su rostro al escuchar el ronroneo del felino ante las caricias de Atsumu. —Comencé a traerle comida hace algunas semanas, aunque no sé cómo llamarle aún.

— ¿Qué te parece "Shochan"? —Hinata estuvo a nada de darle un golpe en la cabeza, sabiendo que era una referencia a él mismo, pero el rubio se alejó antes de que pudiera tocarle. — ¡No te enojes! Lo digo porque ambos tienen pelo naranja.

—Estás siendo extrañamente bueno conmigo, ¿Estás enfermo? —Posó una mano sobre la frente contraria, haciendo una pequeña broma para molestarle.

—Ja ja, que gracioso. —el sarcasmo de Atsumu golpeó su mano fuera de su frente con una sonrisa. —El gatito no tiene la culpa de que seas un enojón, no es necesario que nos vea pelear.

Decidió ignorar el comentario y sentarse en el lugar para mejor comodidad, sin dejar de acariciar al gato hasta que este decidió tomar lugar de descanso las piernas del rubio.

—Te alimento yo y le agradeces a él, todos iguales.

Bromeó sonriendo por la carita de paz que poseía el felino, ver a Atsumu tan tranquilo y relajado disfrutando de la presencia del felino lo hizo sonreír. ¿Cómo es posible que alguien se vea tan bien solo estando ahí sentado?

Cansado de los pensamemientos que Atsumu le generaba, decidió levantarse después de unos minutos en silencio.

Pensó en la discusión que había escuchado antes y quiso preguntar, pero no es un tema que le tuviera que importar, además, posiblemente la pregunta arruinara el ambiente de paz que por primera vez había entre ellos dos.

—Iré a comer algo al casino antes de que acabe el descanso, nos vemos. —tomó los platos vacíos y se dirigió a la puerta a paso lento, pensando en todo lo que había sucedido y en la faceta de Atsumu que nunca había visto hasta ahora.

— ¡Hinata! —la voz del dueño de sus pensamientos le hizo voltearse cuando tuvo la manija de la puerta entre los dedos. — ¿Cómo supiste qué era yo?

Quiso entender a qué se refería, pero por mucho que pensó no lo logró.

— ¿A que te refieres? —no quiso soltar la puerta, un paso y podría salir de ahí en caso de que la pregunta le incomodara o simplemente fuera una estupidez del gemelo.

—El primer día, ¿cómo supiste?

Oh, a eso se refería. Pensó en aquel día durante unos minutos, recordando todo muy bien, mejor de lo que esperaba. Buscó las palabras adecuadas para no dejarse en vergüenza frente al mayor ni exponerse demasiado como para que pudiera molestarlo con eso.

—Es simple, tú y Osamu son personas diferentes. —se encogió de hombros al ver el ceño fruncido, entendió que esa no es la respuesta que buscaba, pero sí la que tendría de momento.

Movió su mano en señal de despedida, tratando de callar a los pensamientos que le gritaban que por favor le preguntara sobre la chica.

Eso no es de nuestra incumbencia.

No entiende porqué de pronto, la presencia de Atsumu Miya había pasado de "desagrado total" a un "quiero saber más de él". Se siente extraño, pero no evita esos sentimientos, por alguna razón estaban ahí y él quería escucharlos para poder entender.

Por mucho que lo haya intentado no se imagina siendo amigo del rubio, son personas bastante diferentes, con valores y personalidad tan distintas que es sorprendente lo bien que conectan en la cancha, porque fuera de ella se asesinarían en cualquier momento.

Tal vez es porque te lo imaginas como algo más que un amigo.

Su subconsciente últimamente le había pensar demás las cosas, sobre todo las relacionadas con el rubio. Pero lo agradecía porque, algo con Atsumu se sentía correcto, solo tenía que averiguar qué es.















Estoy muriendo de sueño desde la mañana, pero aquí andamos, aprovecharé la tarde para seguir escribiendo jeje.

Espero les esté gustando, gracias por leer !

-deku.

Doble Filo [atsuhina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora