34.

166 28 1
                                    

Vio al menor asentir sin dudarlo, haciendo que Atsumu suelte su muñeca solo para poder entrelazar sus dedos y acariciar con suavidad el dorso de su mano, mientras hablaba con Kageyama sobre algo rápido.

No pudo centrarse en lo que estaban hablando porque sus ojos solo podían observar los dígitos ajenos moviéndose tranquilamente sobre su piel, inhibir todos los sentidos para enfocarse en el tacto. Se siente bien, lo relaja y disipa la ansiedad que su cuerpo estaba sintiendo.

Limpió un poco sus mejillas con su mano libre, comenzando a caminar junto con Hinata, detrás de él mientras era jalado con leve fuerza, buscando no perder el contacto entre sus dedos. Una vez estuvieron lo suficientemente lejos de todos, siguieron caminando un poco hasta llegar a la azotea donde estaban los gatitos.

Los gatitos le recordaban a Hinata.

El menor soltó sus dedos, buscando un contacto más intimo y cercano ahora que estaban solos en aquella tarde soleada, pero fría. Le abrazó, pasó sus brazos por su cintura, buscado la máxima cercanía, dejando que Atsumu apoyara el mentón sobre su hombro.

Gracias a la posición no desaprovechó la oportunidad de observar todo lo que podía desde la azotea. Tokio es una ciudad realmente hermosa que le gustaría poder visitar como turista algún día. La tarde estaba fría, pero el cariño que Shoyo estaba otorgandole con ese gesto de intimidad le hacía olvidarse de ello.

—Estoy aquí para cuando estés listo...

Lo pensó durante unos segundos, estaba decidido a ser completamente transparente con él, hablar de todo, necesitaba poder sacarlo de su interior o terminaría saltando por esa azotea. Respiró profundo antes de separarse por completo del menor, no atreverse a observar sus ojos era un efecto colateral de todo lo que está viviendo en esos segundos.

—Esto es difícil para mi, pero necesito hacerlo. —la sonrisa ajena apareció, iluminando todos los caminos nublados en la mente de Atsumu, guiándole por los que parecían correctos. —Estoy celoso, Shoyo. Demasiado celoso y no sé... No sé qué hacer con todo esto.

Hinata no dijo nada, esperando que termine de hablar, lo que agradeció porque si alguien le interrumpía no iba a conseguir la valentía de nuevo.

—Verte allá, jugando tan feliz con Tobio, usando la camiseta de Karasuno sabiendo que siempre ese fue tu sueño, me rompió... No quiero imaginarme un partido sin ti.

Palabras tan superficiales ante cualquiera, tan profundas para Hinata, después de meses discutiendo sobre cómo no querían estar juntos en la misma habitación, ahora lloraba por estar lejos de él en una imagen mental. Los ojos de Atsumu estaba cristalizados y su voz temblaba.

—Quiero ser la causa de tu sonrisa, quiero ser el que te haga volar más alto, quiero ser yo quien te arme cada jugada asombrosa, quiero ser yo quien tome tu mano y te ayude a superar todos los obstáculos que se pongan en tu camino. —entró en pánico unos segundos al notar los ojos del menor cristalizarse, con sus puños apretados. —Quiero aprender contigo, entrenar contigo, soñar contigo, reír contigo, llorar contigo, enojarme contigo... Maldición, Shoyo, lo único que quiero es estar contigo.

Siguió llorando, logrando apoyar la frente sobre uno de los hombros contrarios, rompiéndose ante la intensidad de sus propios sentimientos, se sentía tan tonto, tan patético; meses en darse cuenta de algo que siempre estuvo frente a él, el amor que sentía por Hinata era más que una simple atracción. Quiere conocerlo, quiere saber cada faceta, cada debilidad, cada fortaleza, quiere saber tanto de él que pueda hacer una biografía de como alguien tan bajito se convirtió en el mejor spiker de Japón.

La mirada de Shoyo es algo que no pudo, ni entendió cómo leer; sentía que la búsqueda de palabras para expresarse le estaba costando más tiempo del que creyó, pero no se dejó dominar ante la ansiedad y preocupación, por el contrario, se acercó hasta el menor para abrir sus puños cerrados con fuerza y poder entrelazar sus dedos.

Doble Filo [atsuhina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora