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Siento a alguien tocar mi hombro, obligándome a girar mientras dejo el CD sobre el resto. El chico me sonríe y creo que no puedo estar más roja.

-¿Te falta mucho? Vamos a cerrar.- pregunta con simpatía. Agito la cabeza antes de empezar a caminar directo a la puerta tirando de las mangas de mi polerón e intentando que el color en mi piel se calme.

La lluvia cae fuerte, haciéndome maldecir por no haber traído paraguas como han sugerido en las noticias.

Suspiro y me pongo el gorro del polerón.

-¿Te llevo a casa?- alguien pregunta junto a mí. Giro la cabeza con miedo, encontrándome con el chico de la tienda. Niego con la cabeza volviendo la vista al frente.- Soy Michael.- continua hablando.- Y no dejaré que te mojes. Vamos.- toma mi muñeca y tira de ella hacia él, pero rápidamente me deshago de su agarre.

-No te conozco. Déjame.

-Sólo quiero ayudar.

-No quiero tu ayuda.

-Niña, te mojarás y agarrarás un resfrío.

-Prefiero eso a irme con un extraño.

-Entonces caminaré contigo.

-Voy a llamar a la policía.

-Si quisiera hacerte daño ya lo habría hecho.

-Quizás sólo esperas el momento.

-¡Por favor! Déjame ayudar.

-Puedes ayudar a otra.

-No. Quiero ayudarte a ti.

-Ayúdame y déjame tranquila. Mí edificio está cerca, puedo caminar.

-No. Vamos.- vuelve a tomar mi muñeca, pero esta vez no puedo soltarme.

-Déjame.- me detengo mientras él empieza a caminar hacia el lado contrario.

-Para de resistirte.- tira de mí riendo.

-No quiero irme contigo.

¿La gente no se da cuenta de esto?

-No te haré daño.- me sonríe.

-Quiero ir sola; ya estoy demasiado mojada.

-No me dejas opción.- niega con la cabeza acercándose a mí.

Quiero huir, pero soy muy lenta cuando ya estoy siendo cargada por él.

-Déjame o gritaré.

-No lo harás.

-Si lo haré.- asiento antes de empezar a hacerlo.

-El amor, el amor.- pasa una señora cantando junto a nosotros.

-¡Me quiere secuestrar!- grito.

-Calla, loca.- ríe apretando mis piernas para que deje de patalear.

-Suéltame.

-Sólo deja abrir la puerta.- se detiene unos segundos y luego me deja caer dentro del auto. Intento salir mientras él da la vuelta, pero me es imposible.

-¿Por qué haces esto?- resoplo tapando mi cara.- No te conozco.

-Soy Michael.- ríe haciendo andar el auto.

-¡Eso ya lo sé!- destapo mi cara para mirarlo.

-Entonces si me conoces.- alza las cejas.

-Sólo tu nombre.

-De todos modos, yo si te conozco; vas todas las semanas a la tienda y nunca compras nada.

-Eso no quiere decir que me conozcas lo suficiente como para llevarme en tu auto. No deberías ser tan confiado, puedo ser una mala persona.

-Nah.- me mira unos segundos y luego vuelve al frente.- sólo te sonrojas mucho y eso es lo menos malo que pueda existir.

-Tú no lo sabes.- me cruzo de brazos sintiendo un escalofrío recorrerme.

-¿Dónde vives?

-No te diré.

-Entonces te llevaré a mi casa.

-En un edificio azul.- resoplo.

-¿En serio?- pregunta con sorpresa.- Vivo en el blanco de al lado.

-Oh. Mátame.- dejo caer mi cabeza en la ventana.

-Y eso no queda cerca, pequeña mentirosa.

-Ugh.- ruedo los ojos.

-¿Y cómo te llamas?

-No te interesa.

-No te pregunto por nada.

-Puedes quedarte con la duda.- me encojo de hombros.

-No seas mala.- golpea mi rodilla levemente. Le doy una mala y rápida mirada mientras me abofeteo internamente por no poder controlar mí color facial.

-¡Llegamos!- levanto las manos al ver el edificio, golpeándome los nudillos en el techo.- Mierda.- el color en mi cara aumenta aún más mientras me miro las manos.

-¿Estás bien?- pregunta una vez que se detiene en el estacionamiento que ambos edificios comparten. Asiento levemente e intento bajarme, pero el seguro para niños sigue puesto.

-¿Me dejas ir? Ya hemos llegado.- me giro hacia él. Sonríe y niega con la cabeza mirando a mis ojos.

Mierda, no.

-¿Por qué te sonrojas?- alza las cejas. Muerdo la parte interna de mi labio y le doy la respuesta que le doy a todo.

-Es un serio problema médico.- mi voz falla, causando no más que un estúpido balbuceo.- ¿Me dejas ir ahora?

-¿Cuándo saldremos?

Abro la boca y luego la cierro, sabiendo de antemano que mi voz no reaccionará. Si dejase de mirarme.

-¿Eh?

Cierro un ojo como cada vez que algo me incomoda y alzo un hombro.

-Déjame ir.- pido apenas.

-¿Y si me invitas a tu departamento? Estoy algo mojado.

Río torpemente y niego.

-El tuyo está casi a la misma distancia.

Manda un suspiro y saca el seguro.

-Gracias.- murmuro sonriendo levemente antes de salir con pasos torpes hacia las escaleras.

Cuando llego a casa me deshago de mi ropa y doy el agua caliente en la ducha, disfrutando de esta segundos después.

Me pongo el pijama y seco mi cabello, hago una taza de café y busco ubicación frente a la televisión con una manta y un paquete de galletas con chispas de chocolate.

No puedo quitar la imagen de Michael de mí mente a pesar de que How I met your mother se reproduce frente a mis ojos en la televisión.

Esa noche me duermo con sus ojos brillantes dibujados en mis párpados cerrados.

Cheeks || m.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora