v e i n t i u n o

731 80 12
                                    

Está pegado frente al computador hace como tres horas y ni siquiera me presta atención. Sé que juega normalmente, pero no me gusta que me ignore.

-Michael.- pincho su brazo, pero no hace ni ademán.- Bebé. Gatito. Michael. Bebé. Mikey...

-Shhh.

Frunzo el ceño dejándome caer sobre mis tobillos y cruzo los brazos.

-Ugh.

-Liah, por favor callate.

-No te estoy hablando.- resoplo.

-Silencio.

Me paro de la cama y salgo de la habitación no sin antes golpear su cabeza con la palma de mi mano.

Tomo las llaves, mi teléfono y un poco de dinero antes de salir de ahí hacia las calles soleadas.

Vaya que si es desagradable.

Compro un helado en el camino hacia la tienda de discos. Menta con chispas y piña.

Al entrar me voy directo hacia la sección que me encanta y escucho un par de cds a través de los audífonos que hay a un costado, tal como lo hacía antes.

Un par de muchas canciones después, me saco los audífonos y los vuelvo a dejar donde estaban.
Una chica se acerca a mi.

-¿Necesitas algo?- pregunta.

Agito la cabeza y me dispongo para salir, pero ella vuelve a hablar.

-Eres la novia de Michael.

Vaya, no sabía eso.

-Lo soy.- murmuro apenas dándole una mirada.

De nuevo ella interrumpe mis pasos.

-Creí que se buscaría a alguien más como él... Y no como tú.

Resoplo rodando los ojos y vuelvo a mi caminar. Ella insiste en no parar la "conversación".

-Supongo que cuando dijo que se metería con una tipa con cara de virgen iba en serio.

Cuento hasta diez.

Prosigo con los cien.

Y decido que girarme a responderle algo no es la mejor opción, así que sólo me retiro de ahí con los pelos de punta y los dientes rechinantes.

¿Quién la conoce?

No tiene importancia, sólo es alguien que no he visto ni siquiera en el supermercado y se ha sentido con el estúpido derecho de hablarme respecto a mi cara de virgen.

Llego a casa refunfuñando por lo bajo y lanzo todo sobre la mesa de centro.

-Has llegado.

Sigue con el computador sobre su regazo, sólo que ahora está sobre el sillón.

-No me había fijado, eh. Juraba que seguía en la calle.

-Pesada.

-¿Qué mierda te importa eso?- resoplo.- Mejor sigue con tu mierda de juego e ignora mi cara de virgen.

-¿Qué te pasa?- alza las cejas con la vista aún pegada en la pantalla.

-Ni que te importase.- me cruzo de brazos tirandome al sillón.

-Ten cuidado.- murmura.

-Vete a la mierda.

Manda un grito y cierra el computador.

-Al fin...

-No tengo interés en soportar tus idioteces.- se levanta del sillón y camina a la puerta.

Cheeks || m.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora