t r e c e

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Estoy en casa, recién despertando de mi siesta recomponedora de flojera y yendo por un vaso de agua por la incognita sequedad de mi boca.

No me gusta beber cuando he despertado recién, pero por alguna razón lo necesito.

Quiero volver a la cama aunque sé que no podré conciliar el sueño nuevamente, menos con la temperatura enfermiza que tengo corporalmente, por lo que decido ir al baño a deshacerme de mi aliento adormecido.

No veo a Michael hace un par de días, ha estado trabajando más horas de las correspondidas y llega muy cansado en la noche, o al menos eso me dijo la última vez que nos vimos.

Me tiro al sillón mientras llamo a la pizzería por algo de cenar.

Me pregunto por qué en todo este tiempo no hemos intercambiado números de teléfono. Digo, la gente suele hacer eso al momento de conocerse, pero realmente nunca se me ha pasado por la mente.

El miedo hacia mis sentimientos llegan a puntos que me hacen sentir consumida, pero en el fondo me agrada, me hace sentir menos sola.

Michael me agrada.

Con sus bonitos ojos color verde y esa actitud obsesionada que suele tener muchas veces. Es tan raro en ocasiones.

Pero no quiero. No quiero que esto resulte mal al final al igual que todo lo que me emociona demasiado.

Podría insertar un millón de suspiros justo ahora.

Llaman a la puerta luego de un rato por lo que me levanto a abrir con el dinero en mi mano.

Michael está frente a mí justo ahora, sosteniendo una pizza y llevando la sonrisa en su cara.

-Me he encontrado al tipo mientras subía y supe de inmediato que era para ti.

-Gracias.- digo apenas en un murmuro, tirando de mi manga  con la mano.

Entra y cierra la puerta con mi mirada tras él mientras deja la caja en el sillón. Pronto me encuentro siendo capturada por sus brazos alrededor de mi cintura y sus labios sobre los mios. Me alcanza a levantar un poco del suelo y no puedo no sonreír.

-Ahora es cuando me dices cuanto me has extrañado.- ríe suavemente mirándome a los ojos. Está demasiado cerca.

Mis dedos están en sus hombros y me siento un poco incomoda por el hecho de que me está sosteniendo en el aire.

-Claro que sí.- ladeo la cabeza.

-¿Hm?- alza las cejas cómo si no entendiera, pero sólo quiere molestarme.

Me acerco hasta rozar sus labios y doy un rápido beso.

-Que sí te extrañado, tonto.- río torpemente.- Al fin y al cabo eres el único que revolotea por mi vida.

-Yo también te he extrañado, nena.- sonríe.

Creo que estoy bizca de lo cerca que estamos.

-Me encantaría que me bajarás para poder comer.

Nos sentamos en el sillón con la caja sobre las piernas y una lata de bebida al costado de cada uno.

-¿Por qué has estado trabajando de más?- frunzo el ceño mirándolo.

-Mis padres me dejaron de mandar tanto dinero como antes y sigo teniendo los mismos gastos.

-No deberías. Digo, mi comida es tu comida. No quiero que te esfuerces tanto.

-A ti sólo te gusta pasar tiempo conmigo.- suelta divertido.

Apoyo la frente en su hombro aguantando el color de mis mejillas. Esto es tan empalagoso y llevamos muy poco tiempo de conocernos. No me agrada demasiado.

-Pensándolo bien, mejor te buscas un trabajo de noche también.- río levantando la cabeza.

-Es una buena idea, deberías decirme que calle es la mejor.

No capto lo que dice hasta un par de segundos después.

-Idiota.- volteo los ojos.

Suelta una carcajada y me abraza de costado dejando un beso en mi mejilla.

-¿Mañana debes trabajar?

-Si.- suspira soltándome.- Pero puedes venir conmigo. Siempre que quieras, obviamente.

-No quiero ser distracción.- Me dejo caer hacia atrás junto con él.

-No lo serás.- agita la cabeza estirando los labios.- No demasiado.

-Quizás.- murmuro alzando los hombros.

Claro que quiero.

-¿Tú... Tú crees que esto, o sea, nosotros, sea lo que sea, va muy rápido?- frunzo el ceño mordiendo mi labio.

-Has estado bastante tiempo sola, yo igual, supongo que es normal el que tengas miedo.- gira la cabeza hacia mí.- Pero no te haré daño, lo digo en serio. Aún cuando esto no llegase a funcionar voy a estar contigo siempre, de alguna u otra manera siempre lo estaré.

-No es a lo que va mi pregunta. Somos prácticamente adultos y siento que esto es tan apresurado como una relación de adolescentes.

-Sólo me gusta besarte, no es mucha rapidez, hay gente que se besa sin conocerse, nosotros llevamos cuatro meses de hacerlo. No es como si estuviese diciéndote que estoy enamorado de ti o algo así.

-¿Me besas porque es divertido?- alzo las cejas. Por ningún lado esto a sonado bien.

-Te beso porque me gusta besarte, casi tanto como me gusta el color que agarran tus mejillas.- lleva una de sus manos al lado lateral de mi cara, rozando sus nudillos con delicadeza.- Como ahora.- sonríe.

Suprimo la sonrisa juntando fuertemente mis labios.

-No sé cuanto quieres que te diga que no debes tener miedo.- susurra.- Vamos al ritmo perfecto, pero si quieres ir más lento eso está bien, no quiero que te sientas incómoda.

Levanto la mano para tomarlo de la mejilla y me acerco a depositar un breve beso sobre sus labios. Su mirada no deja de seguirme, pero se que junta sus párpados cuando yo también lo hago.

Quiero decirle que se quede esta noche conmigo, pero no tengo mayor escusa y realmente me avergüenza hacerlo.

-¿Puedo quedarme contigo está noche?- dice como si se hubiese dado cuenta de mis pensamientos.

La sonrisa se agranda en mi rostro, dándole un sí como respuesta inmediata.

Puede quedarse cuantas noches quiera, siempre y cuando siga junto a mi la mañana siguiente.

******

No a que punto llegué realmente.

Dejé una imagen en multimedia. Creo que explica bastante lo que ella siente, al fin y al cabo es lo que yo también siento. Ahí radica lo personal de esto.

Gracias por las lecturas y los comentarios :)
Y a las fantasmas también.

No olviden votar, comentar que tal les parece y compartir.
También soltar si tienen alguna duda hehe.

Gracias.

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