v e i n t i c u a t r o

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Me ha traído a comer a un lugar bonito, pero no demasiado caro; seguimos siendo una pareja pobre.

Un chico se acerca a nosotros sonriendo, es increíblemente guapo, quizás como un doble de Dylan O'brian.

-¿Qué vas a pedir, preciosa?

Me quedo pegada, no puedo más que balbucear al menú en mi mano. Mis mejillas arden y sólo ruego porque Michael no lo haya notado.

-La especialidad.- lanzo una rápida mirada hacia él.- Eso quiero.

-No hay especialidad.- ríe levemente.

Lo hago también porque me siento estúpida.

-Creo que la pizza romana estaría bien.- Michael dice.- Y coca cola, por favor.

Asiento torpemente a su decisión y él se retira sonriendome.

Intento agarrar una servilleta, pero mi mano está tiritando. Estoy realmente nerviosa.

Michael tiene cara de enojado.

-Nunca he probado esa pizza.- digo para terminar con lo incomoda que me siento. Mi voz al menos resulta mejor.

-Sigues roja, Liah.- alza las cejas.- Y eso es lindo sólo cuando yo, tu novio, lo causo.

-Se parecía a Dylan.- murmuro apretando mis manos.

-Estabas tartamudeando, Liah.

-Lo siento.

-Bah.- rueda los ojos.- Tus nervios se notaban mucho, Liah.

-Deja de repetir Liah cada segundo.- resoplo.

-Es tu nombre.

-No controlo eso, ¿vale? Me he puesto nerviosa con todo el mundo siempre. Debo tener suerte si puedo entablar una conversación sin quedarme trabada. No es cómodo y cree que si pudiese evitarlo lo haría.- cruzo los brazos dejándome caer en el respaldo de la silla.

-Para poder coquetear tranquila. Claro.

-¿Cómo mierda se puede coquetear así?- aprieto los dientes.- Ni que fuese puta para hacerlo mientras estoy contigo.

-Ah, soy el impedimento.

Mando un grito por lo bajo y decido no responderle más; seguro terminaría mal.

Cuando el tipo nos viene a dejar los platos, tengo la cabeza gacha mientras miro a la bebida que puso anteriormente.

La pizza sabe bien, pero no puedo comer si me siento así.

-Liah.- toma mi mano que no sostiene el tenedor.- Lo siento.

-No importa.- alzo los hombros.- tienes razón para molestarte. Supongo... Está bien.

No es la mejor noche.

Michael llega a casa cerrando las puertas de golpe y luego se va de la misma manera.

Siempre es lo mismo cuando discutimos. Y nunca sé donde duerme.

Quiero llorar. Me siento culpable por aún no poder controlar mis nervios ante la gente y causar que Michael se moleste.

Supongo que las escusas están de más cuando está molestándose por simplemente cualquier cosa hace ya mucho tiempo.

Quizás cuatro años juntos resulta ser demasiado para él.

No le escribo a nadie sobre esto a pesar de que tengo ganas de deaahogarme y que alguien me sostenga mientras lloro. Sólo me dejo caer apoyada en la parte trasera del sillón mientras espero a que vuelva, las lágrimas siendo mis únicas amigas.

Esto es enfermizo.

No se puede seguir con algo que sólo se vuelve una escena repetida de amor y terror a la vez.

Pero nos amamos.

Toda pareja tiene sus crisis, ¿no? Hay que saber superar las cosas.

Tal vez le está sucediendo algo y no me he dado cuenta porque simplemente no le he preguntado cómo ha estado.

Cuando despierto sobre la cama él está a mi lado durmiendo. Seguro me llevó hasta ahí también.

Me levanto hacia el baño para hacer lo típico de las mañanas y luego voy a la cocina a preparar algo de desayuno.

No puedo más que arrastrar los píes.

Tengo miedo de lo que vaya a suceder cuando se despierte.

Hago huevo revuelto con tostadas y sirvo café para ambos, aunque no sé si vendrá en poco tiempo.

Pero lo hace.

Sus brazos se envuelven en mi cintura cálidamente.

-Lo siento tanto, bebé.- dice a mi oído.

Me giro hacia él sobre el piso para poder mirarlo.

Retira el pelo de mi cara con una mano mientras la otra sigue donde mismo.

Lo abrazo fuerte porque tengo fe en que esto pasará.

-No puedes simplemente irte sin decir nada y luego volver pretendiendo que todo está bien.

-Te amo.- murmura.

-También lo hago.- aprieto los ojos sin soltarlo aún.

El desayuno es normal dentro de lo poco que llega a significar la palabra.

No deja de repetir cada cinco minutos que me ama. Sonrío cada vez y él lo hace de vuelta al verme, supongo que está tratando de volver a esos tiempos.

Vamos a caminar por el parque como no lo hacíamos ya hace un par de semanas. Sostiene mi mano y me besa cada vez que puede.

Por un momento llego a creer que todo ya estaba mejor con sólo el buen día que pasamos, pero a la noche ya está gritando sin motivo alguno.

-¡MICHAEL!- Lo tomo de los hombros haciendo que se calle. Sus ojos me atrapan.- Deja de hacer cada noche tan horrible. Estás gritando sin sentido; no soy empleada tuya o algo por el estilo como para tener que hacer lo que me pides al momento en que lo dices.

-Claro, como es mi culpa.- resopla quitando su mirada de mi.

-No digo eso, cielo. Es sólo que debes controlarte, sabes que esto no está bien.

Lleva las manos a su cara gritando y quito las manos de su cuerpo.

-Nos amamos.- murmuro.

Patea la mesa de centro, haciendo que todo en ella se caiga y el gato salga corriendo asustado, como siempre.

-Michael...

Me besa en los labios y vamos a la cama en silencio.

Nadie es capaz de decir nada.

Me duermo sin darme cuenta y cuando despierto él no está junto a mi.

Lo más seguro es que haya salido cuando yo ya no estaba consiente y que ahora está en casa de algún amigo.

Tengo fe en ello nuevamente.

Quizás sea un error.

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Me dio pena y mis ojos se llenaror se agua:c

No me gusta mendigar but quiero que comenten :c

Cheeks || m.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora