Él no tardó en golpear en mi puerta, aunque realmente esperaba que se diera cuenta antes.
-Lamento haberte dejado sola. Yo...
-No me molesta, Michael.- suelto una carcajada. Una corta y muy falsa.
-¡Vamos!- alza las manos.- sé que lo ha hecho. Lo siento.
-No deberías.- cruzo mis brazos.- Es entendible que me dejaras de lado por tu novia.
-Espera.- Ríe.- Ella no...
-No quiero explicaciones de tu parte.
-Pero si no somos nada.- sigue riendo.
-Exacto, no somos nada...- murmuro enterrando los dedos en la puerta.
Él deja de reír.
-Me refiero a ella y yo. Es una amiga, quizás ni eso.- frunce el ceño con la voz neutra.
Claro. Se veían taaaan amistosos. Demasiado.
-De todos modos, nosotros tampoco somos algo como para que me des explicaciones.
-Te he dejado sola, básicamente te he ignorado.
-Literalmente me ignoraste.- apunto.- Pero en serio, no importa, no es la primera vez que alguien lo hace.- muevo la puerta hacia adelante, esperando entienda la indirecta que quiero que se vaya.
-No.- su mano alcanza mi muñeca, mandando un escalofrío a todo mi cuerpo. Mi mirada viaja de su agarre a su cara, sintiéndome nerviosa de un momento a otro.- Liah, por favor...- su voz suena a suplica.
-Tengo cosas que hacer.- balbuceo intentando que me suelte.
Él me abraza.
No sé por qué lo hace.
Pero lo hago de vuelta.
-No entiendes absolutamente nada.- susurra contra mi cabeza.
-No hay nada que entender.- frunzo el ceño.
No hay cosa que odie más que el no saber.
-Y tú nada que explicar. Mucho menos a mi.
-Pero quiero hacerlo.
Mando un suspiro y muevo la cabeza.
-Es tu amiga, lo entiendo. Te olvidaste de mi, eso también lo entiendo. No me molesta, entiende tú eso.
-Lo hace, sé que te molesta.
-No, Michael, no lo sabes. No pongas en duda lo que te estoy asegurando.
-Quiero que te moleste.
Agradezco que aún mi cara esté en su pecho, de otra manera el rojo de esta estaría siendo demasiado vergonzoso.
-Lo... Lo siento.- balbuceo.
Me separo de él demasiado brusca, volviendo la mano a la puerta. Él me mira con adorable confusion.
No puedo dejarlo.
Soy demasiado idiota.
Todos terminan haciéndome daño, todos me rompen un trozito mas de corazón. Él no tiene por qué ser la excepción.
-No puedo, Michael.- cierro la puerta lentamente, haciéndolo dar pasos torpes hacia atrás. Su mirada aun confundida.
Escucho como llama a mi nombre desde el otro lado de la puerta.
Y no entiendo nada.
No sé que sucede.
No me gusta que la gente me quiera, siempre termina algo mal. Es una de las tantas razones por la cual permanezco sola. Eso y el que nadie muestre interés en mi, y si lo hacen, no tardo mucho en arruinarlo.
No puedo evitar sentirme estúpida, quizás sólo estoy enredando las cosas.
Alomejor él ni siquiera tiene interés en mi y sólo quiere que seamos amigos porque está tan solo como yo.
Mi vida era deprimente.
Abro la puerta dudando que él siga ahí, pero lo está.
Sonríe.
Tiro de su brazo para que entre y luego cierro la puerta.
-Tú eres el que no entiende.- murmuro.
-No quieres gente, lo entiendo.- alza las cejas. Quiero reír.- Me alegra ser la excepción.
-Debería; el noventa y cinco por ciento de la gente no me agrada. Y no exagero.- doy la vuelta y camino a la cocina por algo de comer.
-¿Y yo lo hago?- pregunta caminando tras de mi.
-Tal vez sólo no me molestas tanto como el resto del mundo.- tomo el hervidor ya caliente y echo agua en la cajita de la sopa. Luego sólo la tapo.- Quizás me gusta la gente psicópata.- levanto las cejas hacia él con diversión.
-Quizás sólo te gusto yo.- alza los hombros.
Abro la boca, la cierro, me sonrojo, él se acerca, y quiero correr.
-Y quizás a mi me gusten tus mejillas cuando se sonrojan.- sonríe.
-Al igual que mi frente, mi nariz y el resto de mi cara. Soy como un mapache.- ruedo los ojos.- Muy bonito.
-Quizás me gusta causarlo yo.
-Quizás hay muchos quizás y muy pocas cosas seguras.
-Uh. Seguramente si me gusta ponerte nerviosa.
-Todo el mundo me pone nerviosa, es un problema médico.- miro a mis manos sólo porque no quiero seguir mirando sus ojos.
-Yo soy la increíble excepción especial. Causo lo mismo, pero diferente. Admitelo.
-No me gusta tener a la gente cerca. Soy más torpe aun en esa situación.
-Estás muy roja.- suelta con ternura.
-Dejame tranquila.- asomo mi labio inferior.
Él mira hacia mi gesto.
Lo deshago, pero sigue con su mirada ahí.
Yo miro hacia los de él porque seguramente son igual de gruesos que los mios.
Suelto una risita nerviosa y me muerdo el labio mientras subo la vista a sus ojos.
Sonríe y besa mi mejilla derecha.
Más a la izquierda, Michael, con confianza.
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Soy un asco.
Gracias por leer :)
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Cheeks || m.c
Fanfiction«Donde una chica se sonroja mucho y a él le encanta.» •Julio 2015; Diciembre 2015