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La lluvia dura más de lo pronosticado, lo cual es genial, pero no he podido ir a la tienda de música como cada semana, lo cual también es genial (según este punto) porque no tendría que ver al chico del cual ya ni siquiera recuerdo su nombre. Era algo extraño. Creo que estoy bien con ellos, y seguramente en una semana mas el también se olvidará de... no sé realmente, mi nombre no lo sabe. Aunque quizás se le quite la loca idea de tomar gente en la calle y subirla a su auto, es un tanto psicópata de su parte.

Otra cosa que me gusta de la bendita lluvia, era el poder quedarme todo el día tirada en el sofá viendo televisión y comiendo como animal. No es como si el resto de los días no fuera igual, pero la lluvia le daba el toque especial. Debía estar estudiando para, no sé, ser algo mas que una vagabunda mantenida por sus padres. Ni siquiera entendía como me habían dejado irme a vivir sola y aún así correr con todos mis gastos, realmente todos. Bueno, si lo entendía un poco, o al menos pensaba en una opción, pero no era muy asombrosa, consistía en que ellos solamente me querían tener lejos. Mala opción para alguien tan estúpida respecto a todo, muy mala.

El café está dulce y tengo una barra grande de chocolate. Seguramente terminaré cantando tirada en el suelo y bailando canciones de Britney Spears, pero me siento bien con ello. O al menos me sentía bien hasta un par de horas mas tarde en las cuales sólo tengo deseos de vomitar hasta el riñón.

La puerta es golpeada, obligando a levantar mi hermoso trasero para poder ir a abrir. Deberían inventar algún control para no tener que levantarse. Y también bajar el cosito para mirar, porque no alcanzo, y ni siquiera soy tan baja.

La abro lentamente, teniendo miedo de quien esté al otro lado. Una vez me doy cuenta, la vuelvo a cerrar, pero esta vez con rapidez.

Él está aquí. ¿Que hace aquí? Yo sabía que era algún tipo de psicópata.

Vuelve a golpear, y me cuestiono si podría ignorarlo hasta que se aburra o simplemente abrirle y esperar a lo siguiente.

Termino votando por la segunda. ¿Qué sería lo peor que podría pasar?

-Hola.- saluda con su mano.

-Hola.- murmuro mordiendo mis mangas, en un intento de no hacer presente el color de mis mejillas.- ¿Qué haces aquí?

-Sólo...

-¿Cómo sabes donde vivo?- frunzo el ceño

-Yo...

-Sabía que tramabas algo.

-Hey. Dejame hablar.- ríe haciendo aparecer mi problema médico.- sólo pregunté por ti abajo y me dijeron donde vives.- alza sus hombros unos segundos.

-¿Y qué quieres?

-No has ido esta semana y te he extrañado.- lleva sus manos detrás de su cuello y creo que mis mejillas explotaran.

-Ha estado lloviendo y...

-Eso.- toma mi muñeca para sacarlas de mi boca. Pincha mi mejilla y sonria.- Extrañaba eso.

No sé siquiera que formular y esto no ayuda.

-¿Me invitas a pasar?

Me hago hacia un lado y él entra pidiendo permiso, no sé a que realmente, pero no lo interrogo, tengo la misma manía.

-¿Quieres algo?- pregunto.

-¿Un café?- alza las cejas.- Hace un frío horrible afuera.

-Ni siquiera es mucho desde tu edificio al mío.- río levemente caminando a la cocina.

-Vengo del trabajo.- me informa.

-Oh.

-Caminando.- agrega.

-¿Y tu auto?- aprieto el botón del hervidor y me giro hacia él.

-Ha sufrido un par de fallas técnicas; está en el mecánico.

-Mal momento, ¿no?

-Demasiado.- ladea sus labios.- pero dijo que estaría listo a mas tardar el fin de semana.

-Ah.- asiento porque no sé que hablar realmente, y llevo la mano cubrida por la manga del polerón a mi boca casi por inercia. Envío mi mirada hacia cualquier punto que no sea él, ignorando su mirada sobre mi.

El botón del hervidor salta segundos después, haciéndome agradecer internamente el no tener que llenar yo el silencio.

Preparo el café y le entrego la taza.

-Gracias.- murmura.

-¿Por qué te has venido del trabajo hacia acá?

-Quería verte, ya te lo he dicho.

-Pero... ¿Sabes cuán raro es esto? No me conoces.

-Quiero saber que hay detrás de ti, ¿Qué hay de malo en eso? Sé que no eres una persona que cause peligro alguno. Además, eres raramente adorable.

-No lo soy.- frunzo el ceño a la defensiva y trato de esconder la sonrisa que quiere escapar junto a la explosión roja en mi piel.

-Si lo eres.- asiente bebiendo de la taza.

-No.- agito la cabeza en negación.- Y en ese caso tú también lo serías.

-Ja. No.

-Tú también te sonrojas.- pincho su mejilla colorada y siento las mías de igual manera.

Ladea la cabeza y se acerca para besar mi mejilla, causando que el color empeore aun mas. Me alejo de él mordiendo mi labio inferior, con la mirada en mis calcetas, tratando de volver al color normal.

-¿Quieres ver una película?- pregunta, seguramente notando mi incomodidad.

-¿Te quedarás toda la tarde aquí?- alzó las cejas junto con la cabeza, sintiéndome más aliviada.

-¿Es problema? Pensé que ya te estaba causando confianza.- habla rápidamente, haciéndome reír por lo bajo.

-Sólo un poco.- admito.- ¿Qué mucho daño podría causar una persona con una segura adicción a los juegos?

Ríe negando con la cabeza y salimos hacia la sala.

Sólo espero no terminar mal con esto.

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Compartan y gracias por leer :)

Cheeks || m.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora