Hasta que sea no

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Trigger warnings: referencias explícitas a sexo.

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Andrew aparcó con pericia y fluidez en un hueco estrecho entre dos camionetas que prácticamente tapaban el vehículo de alquiler que conducía. Habían tenido suerte: el aparcamiento del estadio estaba hasta los topes y Jeremy, que los había llamado un rato antes para preguntarles cómo iban, ya les había informado de que, si no encontraban sitio allí, tendrían que caminar al menos veinte minutos desde el siguiente más cercano.

En el asiento de atrás, Kevin gruñó impaciente y salió del coche, serpenteando entre el coche y la puerta para no rallar la camioneta colindante. Cerró de un portazo y, sin esperarlos, se dirigió a paso rápido hacia las puertas del estadio.

Neil y Andrew se quedaron sentados, en silencio, varios minutos más. Sólo la tensión de las manos del segundo sobre el volante, que no había soltado, delataba su nerviosismo. Separó una de ellas para posarla encima de la rodilla de Neil, que subía y bajaba a un ritmo frenético, y lo detuvo, clavando la mirada en sus ojos azules.

—¿Vamos?

Neil se inclinó hacia adelante y depositó un beso leve en sus labios.

—Vamos.

Al salir del coche, Neil divisó el autobús anaranjado y blanco de los Zorros aparcado a varias decenas de metros de distancia, junto a la entrada directa a los vestuarios del equipo invitado. Destacaba por el color y el tamaño, pero incluso desde allí podía ver que ya no había nadie en él.

El ambiente en las gradas era ensordecedor. La gente gritaba y animaba, conversaban entre ellos a voces, para poder oírse, y sus pisadas al subir y bajar escaleras reverberaban colectivamente por todo el ambiente. Neil fue incapaz de ver nada más que una marea de rojo y dorado enfrente de él y una pequeña mancha naranja en todo el lado del vomitorio por el que habían entrado al estadio. Esta pequeña mancha vociferaba más. O quizá estaba más cerca.

La mano de Andrew sujetó la suya y tiró de ella para guiarlo. Eficaz en evaluar la situación y analizar el entorno, había localizado rápidamente al resto de antiguos Zorros, sentados varias filas por debajo de la fila en la que se encontraban. Kevin ya estaba sentado al lado de Wymack cuando llegaron. Hubo un momento de confusión mientras se saludaban unos a otros y Jeremy, aliviado de que los únicos que faltaban ya hubiesen llegado, le dio una palmadita en la espalda a Neil y luego escribió un par de frenéticos mensajes en su móvil. Andrew soltó a Neil y se acercó a Dobson para intercambiar un saludo con ella. Neil se dejó abrazar por una exultante Abby, que se había decorado las mejillas con rojo en lugar de con naranja. A unos metros, Matt trataba de controlar, sin demasiado éxito, los saltos emocionados de una niña pequeña que, excitada, gritaba «mamá, mamá» y la buscaba con la mirada en la cancha.

Los antiguos Zorros iban todos vestidos con la camiseta naranja, a excepción de Renee, que llevaba una de sus viejas camisetas de portera en blanco y que seguía sentándole estupendamente bien tantos años después. Sólo desentonaban Wymack, que iba vestido con traje, como si todavía entrenase al equipo universitario al frente de cuya gestión seguía, y Kevin, que no se había decidido entre animar con el naranja que le correspondía o el rojo de su equipo favorito desde siempre, que también estrenaba entrenador esta temporada.

Por su parte, Andrew y Neil destacaban en la multitud anaranjada más incluso que ellos, pues iban de riguroso color negro, como acostumbraba el primero, incluidas las bandas de los antebrazos, aunque un observador avezado, como Renee y Nicky, hubiera podido fijarse en las líneas rojas y doradas, que podrían pasar por anaranjadas según qué luz, decoraban las costuras de sus camisas y pantalones.

Hasta que sea no [ANDREIL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora