"Esto es casi una copia de mi primer apartamento en Georgetown. Mi madre quería que me quedara en el campus, pero yo estaba determinada a hacerlo, así que trabajaba de camarera los fines de semana para pagarlo"
"Debías ser una estupenda camarera para mantener un apartamento en Georgetown"
"No. Era terrible. Sólo lo lograba porque mi madre ponía dinero en mi cuenta todas las semanas y ambas fingíamos que yo no lo sabía".
(Emily y Rossi)
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— Por eso me quedo con Beethoven. No hay posibilidad de culpabilidad por asociación— Proclamó Reid.
El resto de agentes intercambiaron miradas divertidas, sin duda compartiendo el mismo pensamiento. Después de descubrir los matices del último caso, y la relación del conocido como "Dante", un artista que causaba verdadera obsesión entre sus seguidores, habían estado debatiendo sobre la relación entre la música y la violencia.
Volaban de regreso desde Los Ángeles, la ciudad a la que Rossi había declarado su odio más de una vez durante su estancia.
— ¿Si? ¿Estás seguro?...— Bromeó Emily— Quiero decir, ¿alguna viste una película llamada "la naranja mecánica"?
Reid, desconcertado, negó con la cabeza, lo que hizo que todos se echaran a reír. Simplemente no podían creer que no conociera el popular film de Stanley Kubrick.
— ¿Debería haberla visto?— Preguntó inocentemente— ¿De qué trata?
— Déjalo Reid— Intervino J.J. — Es mejor que te quedes sólo con Beethoven. Mantén tu alma pura.
Aquel comentario provocó nuevas risas en el equipo. Emily y Morgan se miraron con complicidad, disfrutando del momento distendido. Las cosas parecían haber vuelto a su cauce. Al día siguiente del "incidente" de la batería del coche de Emily, Morgan la había sustituido por una nueva, y ambos habían evitado hablar de nada que se relacionara con la vida amorosa de Morgan.
Efectivamente, Morgan había llegado tarde aquella noche a su cita con Tamara Barnes, pero ésta se había mostrado muy comprensiva al explicarle que se había retrasado porque estaba ayudando a una compañera de trabajo. No había entrado en detalles sobre su relación con Emily. Tamara tampoco se los había pedido, simplemente había aceptado sus disculpas por el retraso, y después de salir del local, se habían despedido con un beso en la mejilla y habían acordado verse de nuevo.
— Emily, ¿Te gustaban ese tipo de artistas como Dante en tu adolescencia?— Se interesó Reid básicamente para desviar la atención hacia otro objetivo— Con la estética que llevabas no creo que fueras fan de los clásicos...
— Conozco a los clásicos, Reid— Replicó Emily, omitiendo a propósito su gusto por ciertos ídolos de su juventud más que cuestionables— ¿Te olvidas de quien soy hija? Mi madre me obligó a aprender a tocar el piano desde niña.
Antes de terminar su confesión ya estaba arrepentida. Sin embargo se sorprendió de que ninguno pareciera a su vez sorprendido de sus habilidades musicales.
— Debía ser un espectáculo verte tocar a Mozart vestida de negro y con el pelo cardado— Se burló Rossi— Seguro que tu madre estaría contentísima.
— Siempre es gratificante un poco de rebeldía juvenil— Continuó Hotch. Le dirigió una sonrisa amistosa a Emily, que comenzaba a sentirse abochornada.
— No era tan rebelde— Protestó Emily.
— Tengo un documento gráfico que demuestra lo contrario— Se burló Derek, sentado a su lado.