"Su padre está en prisión. No puede atacarlo. Así que ataca en los lugares que le recuerdan a su padre"
"El único modo de hacerle entender algo a su padre es con violencia"
(Rossi y Emily)
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
— Gracias por asesorarme.
A primera hora de la mañana, Morgan había recogido a Emily en su casa para que lo acompañara a ver el piano del que habían hablado. Era una pieza antigua aparentemente de calidad, pero el actual dueño se mudaba de ciudad y no estaba interesado en conservarlo. Emily se había enamorado de él en cuanto lo había visto y aquello había sido suficiente para que Derek decidiera cerrar la compra.
El propietario se había ofrecido a realizar el traslado, con lo cual, después de salir de allí, Morgan la había invitado a desayunar en una cafetería cercana.
— Espero que no te arrepientes de no haber pedido opinión a un experto.
Emily se lo había sugerido en varias ocasiones, pero Morgan tenía la teoría de que fuera un acierto o no la compra del piano, debía ser algo entre ellos.
— Tengo la única opinión que me importa... Además, ya tienes un buen motivo para venir a visitarme.
Emily aplacó el inminente sonrojo que estuvo a punto de apoderarse de sus mejillas, devorando una porción de la tarta de frambuesa que había pedido. Morgan la miró con diversión, disfrutando del efecto que sus indirectas solían provocar en ella.
Esperó por su respuesta, pero Emily parecía haberse quedado ensimismada jugueteando con el tenedor, como si estuviera estudiando las texturas y colores de la tarta.
— ¿Vas a contarme qué tienes en mente o tendré que adivinarlo?— Le preguntó Morgan, intrigado. Suponía que debía tener relación con su comentario anterior, aunque lo cierto era que Emily había estado bastante callada desde que la había recogido.
Morgan no se equivocaba. Emily llevaba días replanteándose su situación con Morgan. Después de su ruptura con Tamara, las cosas entre ellos se habían vuelto de nuevo cada vez más personales. Los comentarios de Morgan, sus propias reacciones y las excusas para hablar a solas o para verse, eran cada vez más habituales y en opinión de Emily, todo se encaminaba a repetir la historia. Su historia era una montaña rusa a la que ninguno de los dos parecía dispuesto a renunciar.
— Estás haciéndolo de nuevo...— Expuso ella finalmente.
Sus ojos habían adquirido un matiz angustiado, que Morgan no supo cómo interpretar.
— ¿De qué hablas?
Ella suspiró profundamente, deslizó la mano sobre la mesa y tomó la de Morgan.
Lo miró a los ojos, asegurándose de que él comprendía la importancia de ese gesto.
— Buscas excusas para vernos fuera del trabajo... ¿No te das cuenta?— Le dirigió una mirada cálida— Quisiera estar segura de que ninguno de los dos volverá a salir dañado...
Él acarició con su pulgar el dorso de su mano.
Podía sentir su mortificación, sus dudas, sus miedos.
— Eso no volverá a ocurrir, te lo prometo...
Su voz era serena, sincera.
— Estamos jugando otra vez al mismo juego, Morgan...— Continuó Emily— Y creo que te das cuenta pero no te importa... Es evidente que los dos hemos perdido la perspectiva de las cosas.