"Al fin conocerás a tu alma gemela, Joe. En la cárcel. Salvo que no podrás abusar de él como hiciste con esas mujeres. Y cuando él venga a buscarte en medio de la noche, cuando menos te lo esperes, hazme un favor... coopera"
(Emily al sudes)
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Era su primera noche en Nashville, Tennessee. No habían dormido desde antes del funeral de Haley, y Morgan los había enviado a descansar hasta que pudieran dar con algún nuevo indicio que los llevara hasta el sudes. Estaba un poco intranquilo por Emily. A su llegada, habían acudido juntos a la escena del crimen de la última víctima, y desde ese momento la había notado incómoda, incluso parecía disgustada por tener que regresar al hotel.
Cuando estuvo seguro de que ya todos se habían retirado a dormir, salió al pasillo y recorrió los escasos metros que separaban sus habitaciones.
Como solía ser habitual cuando decidía visitarla en mitad de un caso, Emily no tardó en abrir la puerta. Realmente Morgan no conocía a nadie que durmiera menos que ella y que por la mañana consiguiera estar tan lúcida. Sabía además que Emily tenía sueño acumulado de la noche anterior. Su noche de copas se había alargado hasta altas horas de la madrugada, y apenas habían podido dormir un par de horas – cada uno en su respectiva casa - ya que al día siguiente estaba previsto el funeral.
A Emily no le sorprendió en absoluto encontrárselo frente a la puerta, aunque instintivamente comprobó que no hubiera nadie del equipo por allí cerca, sólo por precaución. Cuando Morgan aparecía a esas horas sin avisar, nunca se podía prever qué iba a pasar.
Le dirigió una expresión intrigada, y sin decir una palabra, lo invitó a entrar.
— ¿Qué ocurre?— Le preguntó finalmente ya en el interior de la habitación.
Morgan cerró la puerta detrás de él.
— Te molesta este caso— Expuso— Pero necesito que te mantengas centrada... Esto no tiene nada que ver contigo.
Ella apretó los labios, dibujando una línea que evidenciaba claramente su desacuerdo.
— Sus víctimas son aproximadamente de mi edad, morenas, de origen acomodado, educación selecta, e independientes— Recitó Emily— Diría que sí tiene algo que ver conmigo.
A Morgan no le cabía duda de que había estado pensando en ello desde que habían aterrizado en Nashville.
— Tú no vas a ser su víctima.
— Podrías utilizarme perfectamente como cebo si se diera la posibilidad. Encajaría perfectamente con el tipo de mujer que busca.
Aquella sugerencia horrorizó a Morgan. ¿De dónde había sacado semejante idea?
— Jamás se me ocurriría pedirte que hicieras algo así – Replicó él.
Casi parecía enojado.
— ¿Por qué no? Infiltrarse es parte del trabajo. A veces es necesario— Recalcó Emily, y en ese momento no pensaba sólo en Doyle, sino en muchas otras ocasiones en las que había tenido que hacerlo mientras trabajaba en la Interpol. Era algo que tenía completamente asumido.
— Una cosa es infiltrarse sabiendo que tu máxima preocupación es que descubran tu identidad, y otra muy distinta es meterte en la boca del lobo como el tipo de víctima específico de un asesino en serie... — Argumentó Morgan, incrédulo de que estuvieran realmente discutiendo sobre ello— Y menos si hablamos de un delincuente sexual, Emily... ¿Realmente crees que te pondría en esa situación?