Dean Vólkov Willems guardó secretos por años.
Ellie O'Connor Klein los descubrió.
Misiones... ¿Podrán separarlos?
¡ATENCIÓN!
Este libro contiene escenas (+21), abusos, palabras ofensivas, etc. Si cree que le podría ofender, evite los malos comentari...
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Acababa de salir del cementerio, habíamos enterrado a Ryder.
No me dolió tanto estos días porque no me lo creía, pero cuando vi como metían su caja en ese maldito hoyo, fue cuando me rompí de verdad, cuando sabía que no había vuelta atrás.
Me encontraba en Tenerife, y diréis ¿Cómo? Han traído su ataúd en un puto avión, como si fuera un juguete.
Lo habíamos enterrado en el "Cementerio Municipal de San Carlos" en Puerto de la cruz, donde llevo viviendo toda mi vida. También en otros municipios, pero ahí esta nuestra casa de "siempre", por decir.
Ya estaba en mi casa, sin ganas de nada, bajé a la biblioteca que tenía en mi casa, no me gustaba leer pero a Ellie si.
No antes sin coger mi bote de pastillas, las miré detenidamente.
¿Qué pasaría si?...
No.
Total, Ellie nunca me recordará.
Lucha por ella.
Ya no hay nada más que hacer... No quiero hacerle daño ni alterarla.
Tragué saliva y vertí todo el bote de pastillas en mi mano.
Ryder no está en mi vida, Ellie ya no está en mi vida, ¿Qué tiene sentido?
Me sentía un cobarde.
— Cobarde.
Me susurré tragando saliva.
Mi otra mitad y el amor de mi vida no estarían conmigo más.
Hazlo, cobarde.
— ¡Dean, cariño! Baja.
Mi madre si me necesitaba... Si tenía sentido. Leasney también, mi padre... Me necesitaban, ahora es cuando más unidos tendríamos que estar.
Metí las pastillas en el bote y salí de la habitación limpiando la pequeña lágrima que había caído de mí ojo izquierdo.
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