La escritora, el actor y los miedos

Capítulo 9: Dos corazones rotos a la misma medida

Dash

Ayer llegué tan cansado que solo tuve tiempo para quitarme la ropa, tirarme a la cama y pasados dos minutos ya no era consciente de mi alrededor. No sé si era algún mecanismo de defensa que mi cuerpo tomaba para no sobre pensar, pero lo agradecía.

Otra cosa que agradecía es que hoy no tenemos grabaciones. Nicola envió un mensaje en el chat grupal donde nos indicaba que le surgió una emergencia y que tomáramos el día para profundizar en el guion. Como no soy mandado de nadie, no lo haré, eso está claro.

Así que tengo el día libre para no hacer nada, pero tampoco es lo que haré. Desde que me mudé no he regresado a casa y sé que a Mey le encantaría que llegue a verla, me lo dijo el otro día que estuvo en mi apartamento. Por lo que, el plan de hoy, es visitar a mis tíos.

Ahora estoy preparando unos cuantos onigiris para no llegar con las manos vacías. Me gustaría llevarle Sake a Meny, pero es muy temprano para que me hable sobre la vida y porque estoy desperdiciando la mía y además no cuento con los insumos necesarios para prepararlo.

Termino de darle forma con mi mano, lo envuelvo con las algas secas y los guardo en un táper. Lo llevo al desayunador y voy a mi cuarto por las llaves del auto, mi billetera y mi celular.

La pantalla del celular se enciende ante el reconocimiento de la cámara con mi cara. Tengo dos llamadas de Meny y un mensaje de Dexter. Guardo mis cosas en las bolsas de mi pantalón y salgo de la habitación.

Tomo el táper y camino por la sala para llegar a la puerta, pero antes de salir por completo al pasillo, escucho la puerta de al lado abrirse.

Un golpe me rebota en el pecho y un nudo me escuece la garganta.

Me quedo inmóvil entre el marco de la puerta abierta intentado fingir que no estoy ahí y que no estoy evitando encontrarme a Reissel.

Contuve la respiración todo el tiempo hasta que escuché que la puerta se cerró de nuevo. No estoy seguro si salió, no escuché pasos y si tengo suerte, al asomarme por un segundo puede que no me encuentre con ella. Así que eso hago, me asomo por unos segundos para encontrar el pasillo vacío.

Tomé la puerta y me aseguro de cerrarla bien.

Camino a toda prisa por el pasillo y llego hasta al ascensor. Toco los botones y este, baja de inmediato.

Salgo de ascensor, paso por recepción, le ofrezco un intento de saludo a Kikeli y me esfumo al estacionamiento para subir a mi auto.

Nunca había medido mi agilidad, pero estoy sorprendido, creo que me tomó un minuto salir del edifico.

Una vez dentro de Kia, enciendo el motor y salgo del estacionamiento en dirección a la casa de Mey.

Desde anoche, no me permito pensar más en lo que pasó. No quiero darle vueltas al asunto. No quiero pensar en lo que hice con Reissel. Porque las sensaciones que envolvieron mi cuerpo volverían como si estuviese sucediendo en este momento. Soy un hombre, claro que mi cuerpo va a reaccionar de esa manera si recuerdo cómo me la comía a besos.

Luego de ese impulso erróneo de mi parte, fui al set como me indicó Nicola, en cuanto puse un pie en el almacén me llovió una serie de palabras fuertes y desmedidas por parte del cineasta. Me las tragué todas sin replicar o poner mala cara, estaba demasiado aturdido por lo que acababa de suceder. Me disculpé y él de muy malas maneras lo aceptó, me ordenó que retomara la escena y que, si íbamos a durar con cien tomas para encontrar la correcta, lo haríamos toda la noche.

Cuando me acerqué a la cama, Airy estaba sentada con la bata puesta y de brazos cruzados. Me hizo mala cara y me senté al lado de ella. Muy en mis adentros no quería hacerlo, pero lo hice, me disculpé con ella y ella me preguntó que me pasaba. Me inventé una excusa que no creyó, pero la mantuve hasta el final. Saqué mis buenos modales y fui a buscarle una botella de agua, le solté un par de bromas y relajó su postura conmigo. Ella bromeó de vuelta y así nos mantuvimos hasta que nos gritaron las indicaciones.