Capítulo 18: Acuerdo implícito de crear un vínculo

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Reissel

El cuerpo de Dash se desplomó en la curva de mi espalda cuando el mío también se sacudió por el orgasmo. Aún podía sentir la calidez de su estructurado y moldeado cuerpo tomar el mío y cargarme hasta la cama. Cuando buscó entre los cajones de su armario para sacar una camiseta negra y me vistió en ella para usarla de pijama antes que él saliera de la habitación para ir al baño, todo parecía mentira. Aun cuando volvió y tomó el bóxer del suelo para cubrirse en ellos antes de acostarse en la cama y cobijarnos, todo parecía un espejísmo de mi mente, la cual me estaba jugando una mala pasada.

Hasta que sentí el sol colándose por el ventanal, forzándome a abrir los ojos y observar a mi alrededor, en especial a las grandes ventanas que ahora estaban cubiertas por cortinas blancas, fue ese el momento preciso en que reconocí que no había sido un sueño y que esto era real. Que mi cuerpo en la cama de Dash era real y que antes de eso, la noche anterior, él y yo habíamos cogido como si hubiésemos estado en cautiverio.

Me levanté hasta quedar sentada en la cama, sorprendida por todas las imágenes que tenía grabadas en mi cabeza.

—Tuve sexo con Dash —murmuré sin poder creerlo—. Y me gustó.

Me gustó demasiado y tanto más que no puedo creer que un hombre tenga tan buen dominio sexualmente hablando.

Sus movimientos, sus palabras, su cuerpo, todo él parecía estar hecho para esto.

¿Estoy siendo muy sexista para decir que es un tipo de juguete humano...sexual?

Espero que no.

Estaba sola en su habitación con el sol casi en mi cara, pero impedido a cegarme del todo gracias a las cortinas. Me levanté de la cama y me arrastré sobre esta para buscar mi bolso que tiré por algún lado antes de que nos desvistiéramos.

Lo vi al pie de la puerta y salí de la cama de un salto. Abrí la bolsa para tomar mi celular y revisar la hora. Eran las seis y cuarenta de la mañana. Debía de llegar al rodaje entre las ocho y las nueve, y si Dash tiene tomas de mañana estoy segura que ya debe estar en el set.

Con esto en mente voy por mi ropa interior de encaje que estaba perfectamente estirada sobre la mesa de noche, me vestí en ella antes de salir del cuarto con mis partes al aire. Tomé el pomo de la puerta y caminé por el pasillo hasta detenerme en la cocina.

El corazón se me encogió cuando vi la espalda tatuada de Dash y su cuerpo apenas cubierto por un bóxer negro.

Era imposible no recordar todo lo que hay debajo de esa ropa interior y lo que me hizo sentir con cada parte de él.

Las piernas se me debilitaron ante los benditos recuerdos y busqué soporte en uno de los taburetes del desayunador. No logré ser muy discreta cuando me senté, porque el asiento se corrió provocando un sonido y Dash giró de inmediato para observarme.

—Buenos días.

Esbozó una sonrisa mientras batía en un tazón de lo que parecen ser unos huevos.

Tenía el cabello negro desarreglado, los labios ligeramente hinchados y unos cuantos rasguños en sus brazos.

Oh vamos Reissel, no puedo creer que le hayas hecho eso.

—Buenos días, Dash —respondí un poco avergonzada por haberle enterrado las uñas en la piel.

—Haré omelette con ensalada de tomate Cherry, ¿te gusta?

—Si, me gusta.

Ensanchó la sonrisa y asintió antes de girar sobre sus pies y verter el huevo sobre el sartén.

La escritora, el actor y los miedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora