Capítulo 30: Llamada de emergencia

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Reissel

—¿Qué ha pasado? —pregunté con un nudo en la garganta mientras alcanzaba a Mena.

—Es mejor que entres —me lanzó una mirada por encima del hombro—. Todos te están esperando.

—¿Todos? —apreté mis manos alrededor de la correa de mi bolso—. ¿Me puedes decir que está pasando?

—Si te lo digo, no entrarías —se detuvo en la puerta de vidrio polarizada—. Es mejor que lo descubras.

—Mena —la tomé del brazo ante de que empujara la puerta—. ¿Es malo?

—Para que hagan una reunión de emergencia un jueves por la mañana es porque el tema es delicado —intentó esbozar una sonrisa—. Sé que puedes manejarlo. Estaré de tu lado.

No me dio tiempo de responderle porque empujó la puerta y una infinidad de ojos se clavaron en mí. Contuve el aire en mis pulmones y las manos me empezaron a temblar ante la incertidumbre. Mena me tomó de la mano y me arrastró hasta el borde de la larga mesa. Todos se encontraban de pie. Y era una señal de que el tema era muy malo para no permitirse estar quieto en una silla.

Tragué grueso cuando quedé frente a Maximiliano, Nicola y Jerry me que lanzaban una mirada severa. Al fondo de la mesa se encontraba Airy de brazos cruzados y frunciéndome el ceño. Saúl la seguía y cuando vi a Dash al lado de él, el suelo tembló bajo mis pies. Tomé la mano de Mena para sostenerme y no perder el equilibrio. No me sentía segura, pero podía contar con Becca que estaba a mi lado y Mena en el lado opuesto.

El estruendo de una agenda ser cerrada con violencia me sobresaltó. Tenía los nervios estallándome en los sentidos y el mínimo ruido era como recibir un balazo. Alcé mi cabeza en un intento de demostrar que no me sentía intimidada por los tres hombres que tenía frente a mí.

—No voy a perder más el tiempo y hablemos de una vez sobre esto — Maximiliano dejó caer la agenda al lado de la laptop y presionó algunas teclas para que el dispositivo se encendiera—. Empecemos por apreciar estás fotos tan particulares — señaló con la barbilla la pantalla que se encontraba frente a la mesa.

Todos posaron sus ojos sobre la televisión y antes de mirar, me detuve a analizar las reacciones de cada uno. Nadie parecía sorprendido, todos tenían la mandíbula tensa y los ojos entornados, a excepción de Dash. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho y la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado, parecía poco interesado en lo que tenía frente a sus ojos. Reuní el valor y giré mi cabeza para ver la pantalla.

Di un paso atrás de la impresión y Becca me tomó por los hombros para sostenerme. Las piernas me temblaban al igual que las manos. El corazón no solo me latía fuera de lo normal, si no que me dolía. Respirar ya no se sentía tan fácil como contener la respiración.

Frente a todos, en la pantalla, había una foto de dos personas que estaban en un callejón poco iluminado. La imagen hablaba por sí sola, se estaban comiendo la boca y se tocaban con descaro. Él tenía la mano en el muslo desnudo debido a la posición de la pierna alzada y ella lo tomaba por el pelo. Estaban tan ceñidos el uno al otro que parecía que tenían sexo con la ropa puesta. A pesar de estar en un lugar oscuro, la resolución de la imagen era clara, tan clara para ver que las dos personas que se estaban metiendo mano éramos Dash y yo.

—Primero —Maximiliano alzó el dedo índice mientras me lanzaba una mirada—, quiero saber ¿en qué estaban pensando? —miró a Dash y alzó un segundo dedo—. Y segundo, ¿cómo piensan solucionar este problema sin verse afectada mi inversión?

—Bueno, solo es un beso —intervino Mena tomándome de la mano.

—Me gustaría que hablen los implicados— le lanzó una mirada severa—. Si no es mucho pedir.

La escritora, el actor y los miedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora