Capitulo 23

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11 de Abril, año 1634

El duelo por el difunto Sultán Ahmed apenas había amainado cuando la Sultana Beyhan, con firmeza y determinación, ordenó que se preparara la ascensión al trono otomano. La corte, aún envuelta en el eco de la pérdida, se movió rápidamente para asegurar la continuidad del poder.

Ese mismo día, el Şehzade Orhan contrajo nupcias con Baş Aynur Kadın, elevándose de inmediato al rango de Haseki Aynur Sultan, un título que no solo simbolizaba su nueva posición como consorte principal, sino también su influencia en el palacio. Mientras tanto, Azize, por su vínculo directo con la dinastía, fue honrada con el título de Sultana, un reconocimiento de su estatus como madre de un príncipe y una sultana, consolidando así su lugar en la compleja red de poder y política del imperio.

El palacio, con sus intrincados juegos de lealtades y alianzas, se preparaba para una nueva era, bajo el mando de las mujeres que, tras bambalinas, moldeaban el destino del imperio otomano.

***

En la quietud de la noche, el Palacio se sumía en un silencio solemne, apenas roto por el suave murmullo del viento entre los jardines. La nueva Sultana madre, Beyhan, se encontraba en la cámara del joven Şehzade Kasım, acunándolo con una dulce canción de cuna. Su voz, delicada y serena, llenaba la estancia con una calma casi etérea, un contraste profundo con las turbulentas intrigas que normalmente dominaban el palacio.

Kasım, el único hijo de la poderosa Kösem, ahora prisionera en las oscuras mazmorras, parecía ajeno al destino de su madre, refugiado en la melodía que le ofrecía su nueva protectora. Beyhan, consciente del legado que aquel niño portaba, cantaba no solo para consolarlo, sino también como un juramento silencioso. Bajo su cuidado, Kasım sería protegido, incluso en un mundo donde la traición y la ambición tejían su propio tapiz en cada sombra del palacio.

El pequeño Kasım, de apenas siete años, se acurrucó en el cálido abrazo de su madrastra, la Sultana Beyhan, dejando que el recuerdo de su verdadera madre, Kösem, se desvaneciera en su joven mente. En ese momento, la presencia de Beyhan lo envolvía con una ternura que parecía llenar el vacío dejado por la ausencia de su madre.

─Mamá, te quiero mucho ─murmuró el pequeño príncipe, su voz cargada de inocencia y afecto.

Beyhan, sintiendo una mezcla de orgullo y satisfacción, esbozó una leve sonrisa. Había logrado ganarse el cariño del único hijo de su enemiga, la poderosa Kösem, una victoria silenciosa pero significativa en la sutil guerra de influencias que se libraba en el palacio.

─Yo también te quiero, Kasım.─respondió con suavidad, antes de inclinarse para depositar un tierno beso en la frente del niño, consolidando su posición en su joven corazón






***

En un rincón más apartado del palacio, Orhan compartía la cena con su amada Haseki Aynur, rodeado de sus hijos. La velada transcurría tranquila, con risas y conversaciones amables, hasta que, finalmente, las nodrizas guiaron a los niños hacia sus habitaciones para dormir.

Aprovechando la intimidad, Aynur rompió el silencio con una pregunta que había estado rondando su mente.

─He oído que tu hermana, la Sultana Abide, ha enviado una concubina italiana para ti ─comentó, su voz calmada, pero cargada de una sutil inquietud.

Orhan, sin mostrar mayor interés, respondió con frialdad:

─Sí, así es. Pero no es importante.

La aparente indiferencia de su esposo no hizo más que alimentar las dudas de Aynur, quien lo miró con cierta melancolía.

─Ha pasado tiempo desde que no estás conmigo, Orhan.

Él, captando la tensión en sus palabras, arqueó una ceja con curiosidad.

─¿A dónde quieres llegar, mi amada Sultana?

Aynur, cansada de rodeos, fue más directa.

─¿Te has olvidado de mí?

Orhan soltó un suspiro, mezcla de cansancio y ternura, mientras la miraba a los ojos.

─No entiendo por qué eres tan desconfiada. ¿Cuántas veces debo decirte que eres la dueña de mi corazón?

─Quizás te has cansado de mí ─replicó Aynur, la inseguridad asomando en su voz.

La paciencia de Orhan se agotaba, y sin mediar más palabras, la atrajo hacia él con firmeza. La besó con una pasión que pretendía borrar todas sus dudas, sus labios encontrándose en un gesto cargado de deseo y posesión.

─Eres mía, como yo soy tuyo ─murmuró entre el beso, dejando claro que, a pesar de las intrigas del palacio, nada ni nadie podría interponerse entre ellos.

𝐏𝐀𝐑𝐀𝐃𝐈𝐒𝐄 | 𝑨𝒉𝒎𝒆𝒅 𝑰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora