Juliet | Draco Malfoy

Capítulo 5.

Estaba allí con Harry, en el cementerio, mirando como Peter Pettigrew sacaba su varita y gritaba las palabras. "¡AVADA KEDAVRA!" Traté de gritar, pero ningún ruido salió de mi boca mientras el alma de Cedric desaparecía de sus ojos y su cuerpo caía al suelo. Me apresuré a su lado, sacudiéndolo con mis manos y pidiendo que volviera. "Cedric, eres mi mejor amigo. Por favor, Cedric" dije llorando. Cedric volvió la mirada hacia mí, mientras envolvía mis brazos en su cuerpo y le rogaba no estuviera muerto.

De repente, Harry y Peter Pettigrew se fueron del cementerio y me quedé sola. Parpadeé por un segundo y el cuerpo de Cedric desapareció también. Pude sentir su presencia antes de que me levantara y me diera la vuelta. El aire se enfrió y sentí un escalofrío bajar por mi espalda. Me volví y enfrenté a Voldemort como Harry había hecho. "Juliet, únete a mi lado. Tu magia va mucho más allá de las capacidades de una bruja de tu edad. Únete a mí y déjame enseñarte todo. Conmigo serás la mayor bruja que haya caminado por la tierra. Tus padres y hermanos lamentarán haber sido siempre crueles contigo. Únete a mí y gobernarás... - Sabía que es sólo un sueño, pero su voz sonaba tan real. Era como una serpiente, viscosa y engañosa. Voldemort tendió su blanca mano hacia mí, tan pálida que era antinatural - Únete a mí, únete a mí.

Me desperté gracias al chirrido de Athena. Ella parecía muy nerviosa en su jaula y picoteaba con impaciencia el mango, desesperada por salir. Mi cuerpo estaba goteando de sudor y las lágrimas que derramé en el sueño eran reales. Mi cara estaba pegajosa.

Miré hacia el reloj, eran las 6:00 am. El desayuno se servía a las 7 y mi primera lección era a las 8. Por lo tanto tenía poco tiempo para una ducha. Dejé que Athena saliera de su jaula y se elevara fuera de la pequeña ventana de mi habitación privada. Era inusual en ella estar tan inquieta, tal vez ella pudo sentir mi miedo en el sueño.

Con un suspiro, saqué una toalla de mi baúl que aún tenía que desempacar y abrí la pequeña puerta del pequeño cuarto de baño que los prefectos de Slytherin compartían. Me aseguré de bloquear ambas puertas para que Draco no viniera mientras estaba tomando la ducha. Tomé la banda que estaba en mi muñeca y até mi cabello para que no se mojara. Me dirigí a los antiguos grifos de la pared y el agua corrió desde el techo en una esquina de la habitación. Me quité el pijama sucio y lo eché en una de las cestas de lavado, con la etiqueta 'Weasley' y entré en la ducha.

Un encanto automático hizo que la temperatura fuera perfecta. Dejé que el agua caliente corriera por mi espalda y lavara el sudor. Despejé mi cabeza de aquellos recuerdos. Este era un fresco regalo de bienvenida después del horror de mis pesadillas.

Salí de la ducha después de lo que pareció ser sólo unos segundos, pero en realidad fue cerca de 20 minutos. Draco pronto estaría despierto y entonces querrá una ducha. Conociéndolo, probablemente sabe un hechizo que puede romper los encantamientos en las puertas.

Me envolví en una toalla y cepillé mis dientes. Asegurándome de que la toalla estuviera segura, sacudí mi varita, la cual había traído al baño conmigo por alguna extraña razón y desbloqueé las puertas. Me lancé a través de la puerta que conducía a mi habitación, así que si Draco entraba de inmediato, no me vería vestida sólo con una toalla blanca.

-Colloportus - dije claramente, agitando mi varita hacia la puerta del baño para que quedera bloqueada. Me di la vuelta, y di un grito cuando veo a Hermione Granger posada en mi cama.

-¡Por las barbas de Merlín Juliet, cálmate! - Ella exclamó aburridamente. Negué con la cabeza y parpadeé un par de veces, comprobando que no estaba soñando. No, esto es real, ella estaba realmente aquí.

-¿Cómo llegaste aquí? - Tartamudeé, retrocediendo y ocultándome vergonzosamente detrás de una de las cortinas de la cama. Hermione no se dio cuenta.