Capítulo 8.

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Me desperté de un completo sueño sin sueños por el sonido de alguien golpeando suavemente la puerta del baño. Miré mi reloj. Eran las 9:40 pm. Debo haber estado dormida durante horas. ¡Me había perdido la cena! Gruñí y mi estómago rugió, furioso conmigo por haberme quedado dormida.

Alguien llamó a la puerta otra vez y me pregunté quién sería y por qué no usaba la puerta principal.

-Sólo un minuto - grité, tomando un par de pijamas. Aún estaba en ropa interior.

-Juliet, date prisa, o le haré un 'alohomora' a esta puerta - El tono bajo y potente me hizo detenerme. Draco.

-¡Espera! - Contesté/grité, tirando de la camisa por encima de mi cabeza para luego entrar en mis pantaloncillos cortos. No tenía tiempo para encontrar unos más largos, no mientras Draco parecía molesto y dispuesto a patear la puerta hasta derribarla.

No sé por qué, pero rápidamente comprobé mi aspecto en el pequeño espejo que colgaba en la pared. Mi cabello no estaba demasiado desaliñado, pero estaba lejos de estar perfecto. Con un suspiro, abrí la puerta del baño para ver a Draco apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho. Llevaba un par de pantalones de pijama largos y una camiseta gris ajustada que sólo hacían parecer sus bíceps aún más grande. No pude dejar de mirarlo con los ojos muy abiertos. Draco me atrapó mirándolo y rió.

-Toma una fotografía Weasley, duran más - Rodé los ojos y crucé mis brazos.

-¿Qué quieres?

Draco levantó una ceja.

-No estabas en la cena. Pensé que podrías tener hambre.

Él agitó su varita y una bandeja apareció sobre su cabeza. Se veía pesada, con dos cuencos con tapas de plata, dos juegos de cubiertos, dos copas y un florero azul con una sola rosa blanca. Jadeé, el olor que desprendía de los cuencos cubiertos olía inmensamente bueno y mi estómago gruñó. Mi sentido común me dijo que cerrara la puerta en la cara, pero estaba tan hambrienta que permití que mi estómago se apoderara de mi mente y abrí la puerta y lo dejé entrar.

Draco colocó la bandeja sobre la mesita de noche y se ve alrededor de mi habitación. No había tenido la oportunidad de guardar mis posesiones aún, y sentía como si él estuviera invadiendo mi privacidad. Me aclaré la garganta. Draco se dio vuelta y me obsequió una sonrisa juguetona.

-El Lago Negro, ¿Eh?- Fruncí el ceño, preguntándome qué quería decir, cuando sostuvo en el aire el libro que Dumbledore me dio. Por alguna razón, se lo arranqué de las manos y lo estreché en mi pecho - Weasley, estás actuando increíblemente fiera hoy - Se sentó en el suelo junto a la bandeja y su ojos brillaron mientras encendía una vela con un gesto de la mano. Había algo en Draco, algo misterioso.

-Pensé que estabas molesto conmigo - Dejé escapar. Draco frunció el ceño.

-¿Por qué iba yo a estar molesto? - Me arrodillé y jugueteé con mis pulgares.

-No lo sé, me ignoraste todo el tiempo en la clase de DCAO - En lugar de enfadarse, como pensé que lo haría, Draco sonrió.

-Oh, ¿Lo has notado, no es así? - Me tomó un segundo averiguar lo que quería decir, pero cuando lo hice lo golpeé en el brazo.

-¡Oh! - Exclamé con furia - ¡Fue un truco! - Draco rió mientras yo lo golpeaba nuevamente, estaba claro que no le dolía en absoluto.

-¡Debiste haber visto tu cara! - Él rió. Rodé los ojos y fui a levantar la tapa de una de las platos, cuando Draco me detuvo - No tan rápido, quiero hacer un trato. Podrás comer si contestas mis preguntas - Me tensé e institivamente aparté la mano de la tapa de plata y mis ojos se ampliaron.

Juliet | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora