Capítulo 34.

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He pasado una semana en la Mansión Malfoy.

La más terrible semana de mi vida.

Resulta que uno de los mortífagos me capturó en el Departamento de Misterios. Desperté un par de días más tarde para encontrar a mí misma en el dormitorio que había habitado durante mi estancia en la Mansión Malfoy durante las vacaciones de Navidad. La puerta estaba cerrada con llave, mi varita confiscada, y me vi obligada a esperar que Nelly fuera enviada con una bandeja de comida para mí. A pesar de mis intentos de hacerle preguntas, ella se negó a contestarme y simplemente dejaba la bandeja, antes de desaparecer de nuevo.

Aunque estaba furiosa y aterrorizada de haber sido secuestrada, me di cuenta de lo hambrienta que estaba y lamentablemente comí todo lo que había en la bandeja. Estaba delicioso, justo como lo recordaba, y cuando terminé me levanté de la cama y miré alrededor de la habitación. Las ropas que había usado la noche de la batalla se habían ido, observé el armario lleno de super elegante y costosa ropa. Yo había estado durmiendo en un largo y flotante camisón de seda, similar a los que se usaban en el siglo XVIII, en las novelas de Jane Austen.

Las ventanas estaban firmemente cerradas, y aunque busqué un centenar de veces no había otros métodos de escapar, no sin mi varita por lo menos.

Sola y muy asustada, me subí de nuevo en la cama y me senté con mis brazos cruzados sobre el pecho.

Hubo un golpe en la puerta unos minutos más tarde. Suave, era muy suave. Dudaba que fuera Lucius.

-Entre - Grité. La puerta se abrió, revelando a una culpable Narcissa detrás de la puerta.

-Juliet, lo siento mucho - Ella comenzó. La miré. ¿Tenía un papel en esto?

-No seas débil, Cissy - Se escuchó otra voz, digamos que también femenina. Excepto que esta voz no era como la de Narcissa, ésta estaba rebosante de veneno y odio. Me estremecí y mi sangre se enfrió al tiempo que Bellatrix Lestrange asomaba la cabeza por el marco de la puerta, sonriéndome maliciosamente. -Te dije que te unirías a nosotros, aunque tuvimos que forzarte - Ella rió.

-Bella, ¿Me dejarías hablar con Juliet a solas? Ella está en mi casa - Narcissa ordenó. Bellatrix dejó de mirarme para ver a su hermana y rodó los ojos.

-Está bien, voy a tomarme mi tiempo para hacer frente a la pequeña perra más tarde... - Ella me sonrió con maldad pura. Me estremecí y traté de no vomitar. Me pregunto cuál de las maldiciones imperdonables iba a utilizar conmigo, ¿Me obligarían a humillarme con la maldición Imperius? ¿Me torturarían con la maldición Cruciatus? ¿O tal vez mostrarían misericordia y me matarían directamente?

No, ella no lo haría. Los mortífagos no mostraban misericordia.

-Lo siento por ella, pero no te preocupes. No te hará daño, nunca lo permitiría - Narcissa cerró la puerta y se acercó a la cama, cruzando las manos y sonriéndome débilmente.

-¿Qué pasó? ¿Qué estoy haciendo aquí? - Le supliqué. Se sentó en la cama a mi lado y respiró hondo.

-Mi esposo y mi hermana pensaron que sería mejor. Que te unirías a nosotros tarde o temprano...

Negué con la cabeza.

-¿Tú no eres una de ellos? - Le supliqué. Ella miró a sus pies con tristeza.

-Nunca maté o herí a nadie, eso va en contra de mi moral y lo que quiero para mi hijo, pero sí, soy una de ellos ¿Me juzgarás? - Ella me miró con curiosidad. Me encogí de hombros.

-¿Y Draco? - Le pregunté a través de las lágrimas que amenazaban con salir.

-Todavía no. Pero con lo que pasó con Lucius, lo más probable es que el deseo del Señor Oscuro sea que Draco se una a nosotros - Ella suspiró cuando me negué a mirarla a la cara.

Juliet | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora