Juliet | Draco Malfoy

Capítulo 13.

Estaba perfectamente a tiempo, llegando al retrato de la Bruja del grito con varios minutos de sobra. Me alegré de ver a Fred esperándome, apoyado casualmente contra la pared y lanzando una pequeña pelota en el aire. Se enderezó cuando me vio llegar, de repente poniéndose rígido, como si ya no estuviese relajado, como si mi presencia hubiese perturbado su paz. Suspiré, si lo que Charlie decía acerca de mis hermanos era cierto, entonces el amor que Fred tenía por mí debía estar enterrado muy profundamente, en el fondo. Pero sonreí cuando llegue hasta su lado, él a cambio me hizo señas para que lo siguiera. Hice lo que me dijo, porque no dudaba por un segundo que él consideraría dejarme.

Dimos marcha por el castillo, los ojos de Fred siempre mirando con cautela, asegurándose de que no nos estuvieran siguiendo. Había algo en su rostro que decía que tenía que ser muy cauteloso, tal vez incluso por temor a las consecuencias si fuésemos atrapados en esta rebelión contra Umbridge y por ende Fudge y el resto del Ministerio.

La ilegalidad de la situación comenzaba a notarse. Si nos atrapaban, no sería sólo castigos regulares. Incluso ser condenados a pasar horas con Filch, reparar el castillo y hacer lo que sea que a Filch le gustara hacer para castigar a las personas nos gustaría más. No, en cambio enfrentaríamos castigos mucho más severos. La exclusión, expulsión, Azkaban. Las posibilidades eran infinitas, y todo dependía del estado de ánimo de Fudge si nos ignoraba o  nos enviaba por el resto de nuestras vidas a prisión.

Me estrellé contra la espalda de Fred y casi caigo cuando se detuvo en frente de mí. Él me miró, pero luego volvió su atención hacia la dominante pared frente a nosotros.

-Aquí está - declaró. Reconocía la ubicación. Corredor izquierdo, séptimo piso. Lo imprimí en mi cerebro, porque no quería tener que pedirle a Fred que me mostrara el camino de nuevo. -Cierra los ojos - ladró en un susurro. Me reí sin poder hacer nada.

-No vas a abandonarme, ¿Verdad?

Fred negó con la cabeza, con su rojo cabello hirsuto volando por todas partes. Pensé en cuanto él necesitaba desesperadamente uno de los cortes de pelo de mamá. Los chicos todavía permitían que ella les cortara el pelo en lugar de pagar un par de galeones a Madame Belles Cheveux en el Callejón Diagon, el mismo lugar donde la mayoría de la población femenina de brujas de Gran Bretaña tenían su cabello tratado.

-No - gruñó. -No. no voy a abandonarte. Imagina la Sala de los Menesteres, ella sabrá tu verdadera intención por la cual estás aquí-.. Para aprender o traicionarnos.

Me dolía que todavía no confiara en mí, pero no dije nada. No iba a dejar que viera que estaba herida por la dureza de sus palabras.

Bajé los párpados lentamente, preocupada de que él mintiera y tuviera la intención de correr al segundo de que mis ojos estuvieran cerrados. Pero decidí confiar en lo que había Charlie, cerré los ojos por completo e imaginé el Ejército de Dumbledore. Solté las riendas de mis pensamientos y con su nueva libertad. Había pasado meses construyendo las defensas para detener que mis emociones más íntimas escaparan, temiendo que no sería capaz de hacer frente a ellos, pero ahora esas paredes estaban empezando a agrietarse.

Harry llenó mi mente y la rabia que sentía hacia él por su opinión sobre Draco y yo, pero también el deseo de pedir disculpas, hacer el bien y hacer las paces con él. No me gustaba discutir con Harry.

También Cedric, mis últimos recuerdos de él, las palabras que intercambiamos y la creencia ingenua de que él volvería. Los breves momentos que pasamos en su tienda. Todavía podía sentir sus brazos alrededor de mí, él riendo mientras corría perseguido por mi. Habíamos acordado que cuando él saliera victorioso en el tornero, yo sería la primera en darle un abrazo, antes de Cho e incluso su padre.