-Hoy estamos reunidos para recordar a una de los nuestros, la señorita Millicent Bulstrode, quien fue tan cruelmente asesinada en un extraño accidente ayer por la noche.
Estaba aturdida, mirando a la nada. Todo esto era aterradoramente familiar a finales del año pasado, a la conmemoración de Cedric. En ambas ocasiones, había estado asociada directamente con la muerte. Tal vez ser mi amigo ya no era una buena idea.
Después de que Millicent muriera, quien sea que fuera el impostor arrojó una bomba oscura y logró escapar. Todas las mujeres y la mayoría de los hombres en la habitación estaban angustiados, gritando con incredulidad y horror ante el cuerpo sin vida de Millicent tumbado a mi lado. Draco me tomó en sus brazos y me alejó de ella. Gemí profundamente, completamente aturdida. ¿Esto realmente había pasado?
Los profesores descendieron a los pocos minutos, llevándonos a un lado y preguntándoles a los estudiantes que estaban compuestos lo suficiente para hablar de lo que en realidad había sucedido. Cubrieron el cuerpo de Millicent y la transportaron a otro lugar en el castillo, antes de enviar a un equipo de profesores para localizar al impostor, que aún debía estar en algún lugar en el castillo. Encontraron a Pansy también, atada en una de las celdas en la esquina más profunda de las mazmorras. El Ministerio escaneó su varita y se enteraron de que realmente no era Pansy quien había asesinado a Millicent, lo que era un alivio de un modo extraño.
Pero eso sólo dejó una pregunta renuente en mi mente cada minuto desde el terrible ataque.
Alguien me quería muerta, pero ¿Quién?
¿Lucius Malfoy en serio iría tan lejos? No había hecho nada más para provocarlo, había sido muy cuidadosa al respecto. Entonces, ¿Quién fue?
Esa noche, me pasé la mayor parte en la oficina de Dumbledore, siendo interrogada por Dumbledore y un Auror del Ministerio de Magia. Cualquier insinuación de que yo o Dumbledore hicimos hacia los mortífagos detrás del ataque fue aplastada inmediatamente por el Auror o Umbridge, quien también estuvo presente.
-Oh mi querida, has visto un acto horrible noche - dijo Umbridge condescendientemente -No puedes pensar con claridad ¿Por qué un mortífago te querría muerta?
Quería hablar con Dumbledore en privado, para pedirle un consejo sobre el asunto, pero Umbridge no lo permitió.
-¡No veo ninguna razón por la que puedas decirle algo al profesor Dumbledore que no puedas decirle al resto de nosotros! - Ella chilló.
No podía decirle que creía que Lucius Malfoy estaba detrás del ataque.
Dumbledore mandó a llamar a Ginny, y él se sorprendió cuando le pregunté por Hermione también. No sé por qué la quería aquí. Sabía que ella no me mentiría, ya que parecía que todos los demás lo hacían. Cuando llegaron, las tres nos sentamos en silencio hasta que finalmente me obligué a decirles lo que había pasado, momento en el que Ginny me abrazó en silencio. No había palabras, sólo un abrazo reconfortante de mi hermana.
No sé si debía ir o no, no estaba segura. No me sentía capaz de soportar las miradas de Harry, o recibir un empujón en la espalda por parte de los Gryffindor que parecían pensar que eran superiores a mí. Pero como el propio Ron me lo pidió, y después de la muestra de afecto que acababa mostrar, ¿Podría realmente decir que no?
Me despedí de mi hermano y me dirigí hacia mi propia habitación, donde me bañé y lavé la suciedad de la noche anterior. Mi vestido, el que había usado cuando aquello ocurrió, había sido devuelto a mi dormitorio cuidadosamente doblado, probablemente por cortesía de los elfos domésticos y la Señora Pompfrey. Me puse un cómodo par de pantalones largos, unos calcetines gruesos y una sencilla camiseta de algodón de manga larga. Até mi cabello hacia atrás, me quedé mirando mi reflejo en el espejo, ahora libre de maquillaje, y me pregunté por enésima vez por qué Millicent pensó que yo debía vivir. En cuanto a mí ahora, sin mi varita o mi kit de pociones, no era nada especial. De hecho, estaba muy lejos de serlo. Podría pasar por un muggle, incluso, fácilmente, de hecho, si no fuera por los libros de hechizos que se apilaban al lado de mi cama, o los paquetes de dulces que eran imposibles para los muggles comprar. El bolso de galeones y sickles, mi varita. Y por supuesto mi escoba, que se mantenía tan fiel como siempre, escondida en la esquina hasta que lo necesitara.
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Juliet | Draco Malfoy
FanfictionCuando Juliet Weasley le comenta a la gente quiénes son sus padres, ellos no pueden creer lo que sus oídos oyen. Todos los Weasley son pelirrojos, pecosos, y pertenecen a Gryffindor ¿Verdad? Erróneo. Cuando Juliet es sorteada en Slytherin en su prim...