Capítulo 15: El Juego de las Mentiras

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Alistair Everhart

La venganza es un plato que se sirve frío y en compañía de tus amigos. Esa es una frase que escuché en alguna ocasión y, claro, es cierto. Sirius había jugado con mis sentimientos, había pensado que no me enteraría de todo esto. No fue lo suficientemente valiente para decirme la verdad. Vaya tontería, se supone que los Gryffindor son considerados valientes, pero ¿qué puedo decir? Yo tampoco tengo todas las cualidades de mi casa. Solo fui un estúpido con el que jugaron, pero no más, no más.

Les comenté a los chicos que seguiría el juego de Sirius, fingiría que no sabía nada de esto y que solo continuaría con el plan. No me importaba, solo quería arrastrar a Sirius al mismo infierno y hacer que pagara por cada lágrima que había derramado por él. Ese maldito me las pagaría.

Estaba en la sala común leyendo algo cuando Aidan se acercó y me dijo que Sirius me estaba buscando. Me levanté del sofá cercano a la chimenea y caminé hacia él. Al verle, parecía bastante preocupado y se le notaba nervioso.

— Sirius, ¿todo bien? — pregunté mientras lo miraba con confusión e inocencia.

— ¿Has hablado con Regulus? — estaba nervioso, parecía que iba a vomitar en cualquier momento.

— No, no lo he visto. Creo que está enfadado conmigo por lo que sucedió en el partido de Quidditch. ¿Pasó algo?

— No, bueno, James invitó a salir a Regulus y no sé qué tanto pasó, pero parece que le dio una decisión y todo está raro. Solo quería saber si te había dicho algo, pero veo que no.

— Descuida, ¿pasó algo malo? Pareces nervioso, como si quisieras vomitar o algo así.

— Estoy bien, solo me preocupo por ti, Alistair. No quiero que Regulus te aleje de mí. A decir verdad, me siento algo raro, es difícil de explicar, pero ¿todo bien, no?

"James ya te contó que Regulus usó Veritaserum, ¿verdad? Ahora quieres confirmar si ya me enteré de todo..."

— Sí, todo bien — digo mientras me quedo cerca de la entrada. Pero, sin haberlo previsto, me toma de la mano y me acerca a él, abrazándome con fuerza.

— Yo solo quiero que sepas que realmente eres especial, Alistair.

Tal vez antes le habría creído, pero ahora no le creo absolutamente nada. Sé que todo es una mentira y me cuesta intentar ver honestidad en sus palabras o en sus acciones.

— ¿Está pasando algo? — quiero darle la oportunidad para que se arrepienta y me cuente todo.

— No, no pasa nada, descuida — acuna mi rostro y me besa. Esto es patético. — Tengo que ir al entrenamiento, te veré después, ¿ok?

— Sí, está bien.

Sirius Black

Encontré a Regulus en uno de los pasillos del castillo, con la mirada perdida y una actitud indiferente. Mi mente estaba agitada por lo que acababa de descubrir, y no pude evitar acercarme con determinación.

— Regulus — dije, tratando de mantener la calma a pesar de la ira que sentía. — ¿Cómo pudiste poner esa poción en la bebida de James? ¿Cómo te atreves a hacerle eso a tu propio hermano?

Regulus me miró con una mezcla de desafío y enojo. — No es asunto tuyo, Sirius. James se lo buscó. ¿Qué te importa?

Mi frustración creció. — ¡Claro que me importa! James es mi amigo, y tú estás jugando con él como si fuera un peón en un juego. Además, ¿qué pasa con Alistair? ¿Por qué estás jugando con sus sentimientos solo por una apuesta estúpida? Es infantil y cruel.

Regulus frunció el ceño, claramente irritado por mi reproche. — No es solo una apuesta, Sirius. Y si tanto te preocupa, tal vez deberías preocuparte más por tus propios asuntos en lugar de criticar los míos.

La tensión entre nosotros era palpable. Mi preocupación por la traición y el daño que estaba causando era evidente.— Regulus — dije con firmeza —, ¿le has contado ya a Alistair sobre la apuesta que hice con James?

Regulus me miró con desdén. — No, no le he dicho nada. Sé que no me creería y, además, parece estar muy enamorado de ti.

Mi frustración creció. — No quiero que digas nada sobre eso. Si mencionas algo, las consecuencias no serán agradables para ti.

Regulus se puso tenso y me lanzó una mirada desafiante. — Deja de ser un patán y haz algo útil por una vez.

— Eso no me importa — respondí con firmeza. — También quiero a James lejos de ti. No quiero que mi hermano y mi mejor amigo estén juntos.

Regulus frunció el ceño con más intensidad. — A diferencia de ti, yo siempre he sido honesto con James. No estoy interesado en alguien que solo disfruta haciendo bromas estúpidas y lastimando a los demás. No saldría con alguien así, y mucho menos con alguien que se comporta como un idiota.

El pasillo estaba más oscuro de lo que recordaba. O tal vez era mi mente, nublada por la maraña de pensamientos que no dejaban de agolparse, una tras otra. Miré a Regulus, mi hermano menor, con una mezcla de frustración y temor que no lograba ocultar del todo. Nunca había esperado que él fuera a interponerse en esto, en mi juego con Alistair. Pero claro, aquí estaba, con esa mirada fría y calculadora que no se parecía en nada al niño que solía seguirme por la casa.

Intenté mantener mi voz firme, aunque sentía la presión en mi pecho. ― No tienes ni idea de lo que estás haciendo, Regulus. Alistair no sabe nada de esto, y así debe quedarse.

Vi cómo sus labios se curvaban en una sonrisa irónica. Una parte de mí quería apartar la vista, pero sabía que eso solo le daría más poder. ― Es irónico escucharte hablar de proteger a alguien después de lo que has hecho. Pero no te preocupes, Sirius. No voy a ser yo quien le cuente a Alistair la verdad. Aunque tal vez debería.

Las palabras me golpearon como un puñetazo en el estómago. No podía dejar que se le escapara algo, no podía perder a Alistair por una maldita apuesta. Pero ¿cómo había llegado hasta aquí? ¿Cómo había permitido que todo se saliera de control? Al principio, solo había sido un juego, una manera de entretenerme, de probar mis límites. Pero ahora…

― No tienes derecho a meterte en esto, Regulus ― dije, apretando los dientes, tratando de no dejar que mi voz temblara. ― Esto es entre James, Alistair y yo. Tú no tienes nada que ver.

Regulus dio un paso hacia mí, su mirada clavada en la mía. No pude evitar notar lo mucho que había cambiado, lo mucho que había crecido en todos estos años. No era el niño tímido que yo recordaba, y eso me preocupaba. ― Tienes razón, Sirius. No tengo nada que ver con tu juego sucio. Pero eso no significa que no vaya a hacer lo que sea necesario para proteger a Alistair de ti.

Su amenaza quedó suspendida en el aire, y por un segundo, sentí que todo mi mundo se desmoronaba. No podía dejar que Regulus se interpusiera en mi camino. No podía dejar que Alistair supiera la verdad. Todo lo que había construido, toda la relación que había creado, era frágil, sostenida por mentiras. Una palabra equivocada, un susurro, y todo podría venirse abajo.

Regulus se dio la vuelta y comenzó a alejarse por el pasillo. Yo me quedé allí, solo, con el peso de mis decisiones aplastándome. Tenía que actuar, tenía que encontrar una manera de mantener el control antes de que todo explotara en mi cara. Pero mientras veía la figura de mi hermano desvanecerse en la oscuridad, no podía evitar sentir que, por primera vez, estaba perdiendo el control.

𝑨𝒑𝒖𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora