James Potter
Había algo sofocante en los pasillos vacíos del castillo, un silencio que parecía intensificar la tensión que sentía en cada músculo. Necesitaba encontrar a Regulus, y cuando finalmente lo vi, solo, caminando con ese aire de indiferencia que siempre llevaba, supe que no podía esperar más.
Aceleré el paso, hasta que finalmente lo alcancé. Lo acorralé contra la pared, mis manos firmes a ambos lados de su cuerpo. No quería lastimarlo, pero tampoco iba a dejar que se escapara sin enfrentarme. La molestia, la vergüenza, y todas las emociones que se habían estado acumulando desde lo sucedido en el restaurante me asfixiaban.
— Regulus, tenemos que hablar — solté, mi voz más áspera de lo que había planeado. La frialdad en sus ojos me hizo saber que esto no sería fácil.
— No, Potter, no tenemos nada de qué hablar — replicó, su tono cortante, lleno de desdén. Cada palabra que salía de su boca parecía un cuchillo afilado.
Sentí cómo la frustración se apoderaba de mí. Había venido aquí para explicarme, para intentar enmendar lo que fuera que había salido mal. Sabía que había cometido errores, pero no podía permitir que las cosas quedaran así, no sin al menos intentar arreglarlas.
— Por favor, déjame explicarme — insistí, buscando alguna señal en su rostro que indicara que me escucharía. — No quise que todo terminara así.
Regulus esbozó una sonrisa amarga, una que no alcanzó sus ojos. — No me interesa lo que tengas que decir. No me importa por qué jugaste con Alistair, ni cuáles fueron tus razones. Lo único que sé es que eres un estúpido, y que no quiero tener nada que ver contigo.
El desprecio en su voz era palpable, y cada palabra suya se clavaba en mí como una daga. Sabía que Regulus y yo nunca habíamos sido cercanos, pero este nivel de animosidad me tomó por sorpresa. Lo que más dolía era saber que tenía razón en parte; había jugado con Alistair, y ahora las consecuencias se sentían como un peso insoportable.
— Regulus… — intenté, pero él me cortó de inmediato.
— No me busques más, Potter. No soy parte de tu juego, ni quiero serlo. Y que te quede claro, jamás me fijaría en alguien como tú.
Me apartó de un empujón y comenzó a caminar, dejándome solo en ese maldito pasillo, sintiendo que el suelo se desmoronaba bajo mis pies. Quise gritar, correr tras él, decirle que no era cierto, que todo esto había sido un error, pero las palabras no salían. Todo lo que había pasado en las últimas semanas parecía desplomarse sobre mí de golpe, y por primera vez en mucho tiempo, no sabía cómo reparar el daño que había causado.
∘◦❁◦∘
El regreso a la torre de Gryffindor fue un camino que recorrí en automático, con la cabeza llena de pensamientos que se entrelazaban unos con otros, sin darme respiro. Regulus había sido claro, brutalmente claro, y ahora no podía quitarme de la cabeza sus palabras: "Jamás me fijaría en alguien como tú". Me dolía más de lo que quería admitir.
Empujé la puerta de la sala común y me dirigí a uno de los sillones frente a la chimenea. El fuego crepitaba suavemente, pero no ofrecía el consuelo que esperaba. Entonces, vi a Remus sentado en otro sillón, con un libro en las manos. Levantó la vista al verme y supo de inmediato que algo andaba mal.
— ¿Qué te pasa, James? — preguntó, cerrando el libro y dejándolo a un lado.
Me dejé caer en el sillón, soltando un suspiro que parecía venir desde lo más profundo de mi ser. No tenía sentido guardarme nada, no después de todo lo que había pasado. — Regulus. Lo encontré y… traté de hablar con él sobre lo que pasó en el restaurante. Pero no me dejó. Me dijo que no le interesa lo que tenga que decir, que nunca se fijaría en alguien como yo.
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𝑨𝒑𝒖𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔
FanficEn Hogwarts, Alistair, un estudiante reservado y observador, se encuentra repentinamente en el centro de la atención cuando Sirius, el carismático y audaz compañero de clase, comienza a mostrar un interés particular por él. Lo que comienza como gest...