Capítulo 9: Momentos en la Sala de los Menesteres

102 14 16
                                    

Sirius Black

Después de unas horas de descanso, me desperté en la Sala de los Menesteres y, al abrir los ojos, vi a Alistair a mi lado. Su presencia era tranquilizadora, y el hecho de que estuviera tan cerca me hizo sentir una mezcla de paz y aprecio. El suave murmullo de su respiración mientras dormía me hizo sonreír, y me di cuenta de lo afortunado que era por tener a alguien como él en mi vida.

Decidí no hacer ruido al moverme para no despertarlo, pero al ver su rostro sereno y la forma en que su cabello caía sobre su frente, sentí una oleada de ternura. Me incliné hacia él, sintiendo que el momento era el adecuado para expresar lo que realmente sentía.

—Alistair —susurré, mientras le tomaba la mano suavemente—, realmente me agrada tenerte cerca. Desde que empezamos a pasar tiempo juntos, me has hecho ver las cosas de una manera diferente. Eres realmente especial para mí.

Alistair comenzó a abrir los ojos lentamente, y pude ver la sorpresa en su mirada al escuchar mis palabras. Me acerqué más, y mis labios encontraron los suyos en un beso profundo e intenso. Sentí cómo su cuerpo se tensaba al principio, pero pronto se relajó, y la conexión entre nosotros se volvió más palpable.

A medida que el beso se intensificaba, mis manos rodearon su cintura, apretándolo suavemente contra mí. Me acomodé sobre él, disfrutando del contacto cercano y la forma en que nuestras bocas se movían en sincronía. Era como si todo el bullicio y las preocupaciones del mundo se desvanecieran, dejándonos solo a nosotros dos en ese momento.

Me separé un poco, mirándolo a los ojos. La expresión en su rostro era una mezcla de sorpresa y algo que no podía definir del todo, pero que me hacía sentir que estaba logrando algo significativo. Me incliné para besar su mejilla y luego su frente, mientras le decía:

—Sabes, realmente eres hermoso. Me alegra mucho que estemos aquí juntos.

Alistair me miró, con un leve rubor en sus mejillas, y la forma en que sus ojos brillaban me hizo sonreír aún más. No había duda de que había una conexión especial entre nosotros, y en ese instante, sentí que todo el esfuerzo y las complicaciones habían valido la pena.

—Gracias, Sirius —respondió, su voz suave y sincera—. También me alegra estar aquí contigo.

Volví a inclinarme hacia él, dándole un último beso lleno de ternura antes de recostarme a su lado, disfrutando de la tranquilidad que nos rodeaba en la Sala de los Menesteres. Era un momento perfecto para apreciar lo que teníamos, sin distracciones ni preocupaciones externas.

Con la luz suave de la sala envolviéndonos, sentí una creciente necesidad de estar aún más cerca de Alistair. Mi mano empezó a recorrer su pecho lentamente, dibujando pequeños círculos que lo hicieron estremecerse bajo mi toque. Alistair me miró, sus ojos llenos de una mezcla de deseo y curiosidad.

Deslicé mi mano bajo su camisa, sintiendo el calor de su piel contra mis dedos. Cada caricia provocaba un suspiro de sus labios, y la conexión entre nosotros se volvía cada vez más intensa. Con un movimiento suave, empecé a desabotonar su camisa, revelando su torso firme y bien definido. Nuestros besos se volvieron más apasionados, sentí su respiración acelerarse mientras me acercaba más, y mis labios comenzaron a trazar un camino de besos por su cuello y pecho, descendiendo cada vez más.

Me incliné hacia su oído, susurrando suavemente:

—Quiero hacerte sentir como nunca antes.

—No, Sirius —dijo mientras se alejaba un poco y se acomodaba mejor en la cama—. Lo siento, no podemos llegar a más, es demasiado pronto y, además, ni siquiera hemos formalizado una relación. Te he permitido besarme y ser cariñoso, pero no me pidas que te deje llegar a más.

𝑨𝒑𝒖𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora