Capítulo 22: desiciones bajo fuego

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Regulus Black

La tensión aún se sentía en el aire mientras caminábamos, Alistair sujetando mi mano con firmeza. Podía sentir la electricidad que aún recorría su piel, el pulso acelerado bajo la superficie, una vibración que parecía transmitirse a través de nuestras palmas unidas. Su respiración, aunque controlada, aún llevaba el ritmo de alguien que acaba de enfrentarse a un huracán de emociones.

No podía dejar de pensar en el beso. Su beso. Tan inesperado, tan... feroz. Casi me había dejado sin aliento. Y, al mismo tiempo, había sido una declaración, un desafío lanzado a Sirius, tan claro como si lo hubiera gritado a los cuatro vientos. Me había sorprendido la audacia de Alistair, su valentía al hacer algo tan provocador sin la menor vacilación. Por un momento, había visto en sus ojos algo más que enojo; algo que me había hecho sentir extrañamente vivo. Pero, ahora que la adrenalina se disipaba lentamente, me encontraba sumido en un torbellino de pensamientos.

Sirius. Mi hermano. Podía recordar la expresión en su rostro, la confusión y el dolor disfrazados de enojo. Me había preguntado qué sentía realmente al vernos de esa forma, pero no había podido detenerme a pensarlo. Sabía que, para él, yo siempre había sido el hermano menor, el que debía seguir sus pasos o al menos entender sus razones. Nunca había esperado que yo lo contradijera, mucho menos que tomara partido en su contra de esta manera. Había algo de satisfacción amarga en verlo así, fuera de control. Me había protegido tantas veces, siempre creyendo saber lo que era mejor para mí. Pero, esta vez, yo había decidido por mí mismo.

¿Y ahora qué? No podía negar que algo dentro de mí se había movido con ese beso, una chispa que aún no podía identificar completamente. ¿Era solo una forma de desafiar a mi hermano? ¿O era algo más? Mis dedos se apretaron levemente alrededor de los de Alistair, y noté cómo su mirada se desvió hacia mí, una breve sonrisa asomándose a sus labios. No, definitivamente no era solo por Sirius. Había algo en Alistair que había llamado mi atención mucho antes de este juego estúpido.

Pero ahora, todo se sentía diferente. Más complicado. Había visto en sus ojos esa mezcla de ira y triunfo, ese deseo de venganza y de justicia, pero también una vulnerabilidad que rara vez mostraba. Sabía lo que era sentirse traicionado, el dolor de descubrir que alguien a quien pensabas cercano solo estaba jugando contigo. Y, en medio de todo ese caos, también sentí una punzada de empatía por él.

Me pregunté si Alistair se había dado cuenta de que el beso había significado algo más para mí. Tal vez no. O tal vez lo intuía, pero no le importaba. ¿Qué haría yo en su lugar? ¿Cómo manejaría esta situación? Las respuestas no venían fácilmente. A pesar de todo, me descubrí caminando a su lado, sintiendo su mano como un ancla en medio de la tormenta.

Alistair hablaba, quizás más para llenar el silencio que otra cosa, pero yo apenas escuchaba sus palabras. Mi mente estaba en otra parte, intentando descifrar mis propias emociones. ¿Podría realmente confiar en él? ¿Debería permitir que esto avanzara más allá de un simple beso? Una parte de mí gritaba que me alejara, que no permitiera que mi corazón se enredara más en esta maraña de juegos y engaños. Pero otra parte, más pequeña pero más insistente, quería ver hasta dónde llegaría todo esto.

Miré a Alistair de reojo, intentando leer en su expresión alguna pista de lo que estaba pensando. Pero su rostro era un enigma, una máscara de tranquilidad que apenas escondía la agitación que sabía que debía sentir. Podía notar cómo su mirada se desplazaba de vez en cuando hacia mí, como si esperara alguna reacción, algún indicio de que yo también estaba procesando todo lo sucedido.

Me di cuenta de que estaba jugando con fuego. Conocía a mi hermano lo suficiente como para saber que no se rendiría fácilmente. Sirius no dejaba pasar las ofensas, y esto había sido una afrenta personal. Pero, por otro lado, ¿por qué siempre debía preocuparme por lo que pensaba mi hermano? Era hora de vivir mi vida según mis propias reglas, no las de él.

𝑨𝒑𝒖𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora