6: Bajo la Lluvia Silenciosa

37 4 0
                                    

La tormenta de días atrás había dado paso a una lluvia ligera y constante, que caía sobre el campamento con un suave murmullo. El amanecer había traído una calma reconfortante, como si la naturaleza intentara apaciguar los temores de la noche anterior.

Aunque el grupo aún estaba algo inquieto por los eventos de la noche pasada, se notaba un renovado entusiasmo por el campamento. La tensión se disipaba lentamente, y las conversaciones llenaban el aire, aunque en un tono más bajo y reservado.

Zoe, envuelta en su saco de dormir, observaba las gotas de lluvia resbalando por la lona de la carpa. —Parece que la tormenta sigue calmada —comentó con una sonrisa cansada.

Alex, sentado cerca de la entrada, asintió sin decir palabra.

—Sí, pero esta lluvia tiene algo extraño. Como si el bosque intentara decirnos algo —dijo Lucas, mientras miraba a Alex.

Luna, revisando su mochila, intervino con tono casual.

—Prefiero esto a la tormenta. Al menos ahora podemos movernos sin sentir que el cielo se cae encima.

Erick apareció en la entrada, empapado pero sonriente.

—Buenos días, grupo. Parece que sobrevivimos a la noche. ¿Alguien más tuvo sueños raros? —preguntó, con un poco de confusión en su tono.

Lucas, preparando su maleta, levantó la vista con una sonrisa irónica.

—Sueños, visiones... ya no sé qué pensar. Pero sí, definitivamente fue una noche agitada.

El grupo se reunió en las cabañas del campamento, disfrutando del calor mientras la lluvia caía suavemente. Aunque la tranquilidad era palpable, una sensación de alerta aún flotaba en el aire. Cada uno, aunque más relajado, no podía sacudirse la sensación de que las sombras de la noche anterior seguían acechando en el bosque.

El profesor Callahan salió de un cuarto en la cabaña, estirándose mientras observaba a los estudiantes.

—Buenos días, chicos. ¿Todos durmieron bien? —preguntó, aunque su tono revelaba que sabía que la noche había sido difícil.

—Digamos que sobrevivimos a la tormenta —respondió Dereck con una media sonrisa mientras se ajustaba la chaqueta.

Callahan asintió. —Lo importante es que estamos bien. Hoy debemos tomárnoslo con calma. La lluvia puede ser un problema, pero no nos detendrá.

Alex se giró hacia el profesor. —¿Cree que existen los fantasmas?

Callahan lo miró pensativo. —En realidad, no. ¿Por qué lo preguntas?

Zoe, con una sonrisa juguetona, intervino. —Alex está intentando asustarnos. Anoche creyó ver algo en el bosque.

Callahan rió entre dientes. —Oh, ¿viste un fantasma, Alex? ¿O quizás fue una rama moviéndose con el viento?

Alex se encogió de hombros, sintiendo que el profesor no lo tomaba en serio. —No lo sé, profesor. Solo sé que vi algo extraño.

Lucas, defendiendo a su amigo, se acercó. —Yo también lo vi. No digo que fuera un fantasma, pero era raro.

—Chicos, es un bosque. Está lleno de sombras y ruidos. Nuestra mente juega trucos, especialmente después de una noche como la que tuvimos. Si eso les asusta, tal vez deberían evitar contar historias de terror esta noche —dijo Callahan, poniendo una mano en el hombro de Lucas.

—No era una historia de terror, profesor —insistió Alex, pero la conversación se desvió.

Zoe, aliviando la tensión, añadió con tono burlón. —Entonces, ¿nadie más va a ver fantasmas hoy? ¿O solo Alex y Lucas están en el club de los cazadores de sombras?

Rostros RobadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora