La cabaña estaba envuelta en una atmósfera cargada de tensión mientras los miembros del grupo se preparaban para las pruebas. Elías, con una expresión grave y decidida, se adelantó, captando la atención de todos.
—Vamos a realizar las pruebas con el cuchillo de plata —anunció, sosteniendo la afilada hoja que brillaba bajo la tenue luz de la cabaña. Su voz era firme, pero no ocultaba la preocupación. —Cada uno de nosotros se someterá a un corte en la palma. Si la plata reacciona... —hizo una pausa, su mirada recorriendo los rostros ansiosos. —No nos quedara de otra que pegarle un disparo a la persona.
El silencio en la cabaña se hizo más profundo. Elías levantó el cuchillo, su mirada resuelta.
—Uno a uno. No podemos permitirnos cometer errores.
El primero en someterse a la prueba fue Daniel. Con movimientos precisos y calculados, Elías hizo una pequeña incisión en la palma de Daniel, observando cada reacción. Daniel apenas pudo ocultar el dolor, pero no hubo nada extraño. Se apartó, aliviado, pero su rostro reflejaba la creciente inquietud que invadía a todos.
Elías continuó con Ethan, Derek, y Sara. Cada uno soportó el corte sin que la plata mostrara ningún signo de reacción. La tensión crecía con cada prueba superada, como si el grupo estuviera esperando que lo inevitable sucediera.
Cuando llegó el turno de Lucas, Elías realizó el corte con la misma precisión. Lucas no mostró ninguna reacción inusual, aunque la atmósfera alrededor de él parecía volverse más densa. Elías, sin quitarle la vista de encima, le entregó un cuchillo con un gesto autoritario.
—Toma esto y asegúrate de que nadie escape mientras termino con las pruebas —ordenó, su tono no admitía objeciones.
Lucas asintió, tomando el arma mientras observaba a los demás con una mezcla de desconfianza y resolución.
Mientras Elías recogía la escopeta de su equipo, la tensión en la cabaña seguía creciendo, cada miembro del grupo sentía el peso del silencio, roto solo por los ocasionales crujidos del suelo de madera.
Luna, que había estado observando de cerca, intentó aligerar el ambiente con una sonrisa nerviosa, dirigiéndose a Zoe:
—Esto está dando más miedo que cualquier película de terror. —Su intento de humor no lograba ocultar la preocupación en su voz.
Zoe, sin apartar la vista de Elías, respondió con un tono sombrío:
—Sí, y lo peor es que no sabemos qué esperar. Estos cortes son solo el principio. Hay algo mucho más grande acechando ahí fuera.
Luna asintió, su expresión cambiando a una mezcla de ansiedad y curiosidad.
—Lo sé. Estoy tratando de concentrarme en cada prueba, pero es difícil mantener la calma con todo lo que está pasando.
De repente, la calma se rompió abruptamente.
—¡El rostro del cadáver de Ned ha desaparecido! —gritó Mariana, su voz temblorosa mientras señalaba el cuerpo inerte en la esquina.
Todos giraron la vista hacia el cadáver. Donde antes había estado el rostro de Ned, ahora solo quedaba una superficie lisa y vacía, como si alguien hubiera borrado cada rasgo con un pincel invisible. Un escalofrío recorrió la sala mientras el grupo observaba la perturbadora anomalía.
El silencio que siguió era abrumador, roto solo por el agitado respirar de Mariana y el sutil crujido de la madera bajo el peso del grupo.
Alex sintió un escalofrío recorrer su espalda. Las palabras de "Él" durante la tormenta de nieve resonaron en su mente. Con el corazón acelerado, se acercó a Elías, su voz apenas un susurro.
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Rostros Robados
AléatoireUn grupo de estudiantes universitarios se embarca en una aventura de campamento, buscando una escapada de la rutina académica. Pero lo que comienza como una experiencia de unión y diversión se convierte rápidamente en una pesadilla cuando un oscuro...