15: Un Nombre Familiar

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La cabaña estaba en silencio, roto solo por el estruendo de la tormenta que azotaba las paredes. Todos estaban tensos y nerviosos, susurrando entre sí mientras evaluaban la propuesta. La decisión de salir a buscar a Tomás no era fácil, pero sabían que debían hacerlo. El libro que había tomado podía contener respuestas cruciales.

Lucas fue el primero en hablar.

—Voy a ir, yo solo—dijo con firmeza, mirando a los demás. —Tomás ha causado demasiados problemas. Si alguien tiene que enfrentarlo, ese soy yo.

Luna, sacudió la cabeza.

—No puedes ir solo, Lucas. Necesitas a alguien que te cubra las espaldas. Yo iré contigo.

—No, Luna —intervino Alex, frunciendo el ceño—. Eres la menos fuerte del grupo. Si pasa algo, necesitamos un apoyo real.

Luna se cruzó de brazos, su mirada molesta desafiando a Alex.

—Tomás era mi amigo, y si alguien debe detenerlo, quiero estar ahí. Además, no estoy tan mal, puedo manejarlo. —dijo Luna.

Samuel, dio un paso adelante.

—Yo también debería ir. Puedo ayudar a planificar la búsqueda. Además, si encontramos a Tomás, necesitaremos convencerlo de que regrese, y eso podría requerir más que fuerza bruta.

—Samuel tiene razón —intervino Alex. —Necesitamos a alguien que pueda pensar con claridad si las cosas se salen de control. Y tú, Samuel, eres uno de los pocos que no ha perdido la cabeza en medio de todo este caos.

Aiden, quien había estado en silencio hasta ahora, levantó la mano tímidamente.

—Yo... yo iré también. No s que sea el más fuerte, pero no puedo quedarme aquí y hacer nada. Tomás nos ha causado demasiados problemas y, aunque no me gusta meterme en conflictos, no puedo seguir dejando que esto pase.

Sara, que estaba al lado de Aiden, se volvió hacia él con una expresión de sorpresa.

—Aiden, ¿estás seguro? No quiero que te vayas.

—No puedo seguir escondiéndome, Sara. Además, él ha estado causando daño a todos, incluido tú y los demás. No puedo quedarme de brazos cruzados.

Derek observó la dinámica del grupo y suspiró.

—Si Aiden va, yo también iré. No puedo quedarme sin hacer nada.

Marcos, que había estado en un rincón, sacudió la cabeza con fuerza.

—No, no estoy de acuerdo con esto. Tomás se esta volviendo loco, y si van, estarán en peligro. Deberían quedarse aquí.

—No me digas lo que debo hacer, Marcos —replicó Derek, fulminándolo con la mirada. —Voy porque quiero, y si tú tienes miedo, entonces quédate aquí.

Ethan, quien había estado observando en silencio, finalmente habló.

—Derek, tienes razón, pero necesitamos un grupo equilibrado. Yo me quedo. Alguien tiene que proteger a los que no van.

Violet, asintió.

—Yo tampoco voy a ir. No porque no quiera ayudar, sino porque creo que algunos de nosotros debemos quedarnos para proteger la cabaña. Además, si algo sale mal, necesitamos a alguien que pueda pensar rápido aquí.

Valeria estaba de acuerdo con ella.

—Estoy de acuerdo con Mariana. La tormenta es peligrosa, y Tomás es impredecible. Si algo sale mal, necesitamos gente aquí para defender la cabaña y proteger a los que quedan.

Rostros RobadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora