Luna y Alex avanzaron con cautela por las ruinas. La tormenta seguía rugiendo afuera, pero dentro de las antiguas paredes de piedra, el eco de sus pasos rompía el silencio. Las linternas que llevaban proyectaban sombras inquietantes, y el aire húmedo tenía un olor a descomposición, que se volvía más intenso con cada paso que daban.
—Esto es... espeluznante —susurró Luna, mientras sus ojos recorrían las oscuras paredes cubiertas de musgo.
—Sí —respondió Alex, su voz apenas audible. —No sé por qué Zoe se adentraría tanto aquí. Algo no cuadra.
Mientras Luna y Alex se adentraban más y más en las ruinas, el eco de sus pasos resonaba en el laberinto de piedra, una inquietante calma reinaba en el lugar, amplificando cada sonido.
—¿Estás segura de que fue por aquí? —preguntó Alex, con la voz baja, su mirada fija en las sombras que se extendían ante ellos.
—Sí, pero no me gusta esto —respondió Luna, visiblemente nerviosa, mientras apretaba la linterna en su mano. —Todo se siente... tan raro.
Avanzaron en silencio, siguiendo el ruido que había captado su atención anteriormente. El camino se estrechaba, rodeado de paredes cubiertas de musgo y grabados antiguos. A lo lejos, un olor nauseabundo comenzó a impregnar el aire.
—Espera —Luna se detuvo de golpe, su rostro palideció al iluminar algo en el suelo.
Frente a ellos yacía el cadáver de un oso, su cuerpo desfigurado en un charco de sangre espesa y oscura. La piel desgarrada y las marcas de garras profundas eran evidencia de una fuerza brutal. Los ojos del oso, aún abiertos, parecían reflejar el terror de sus últimos momentos.
—¿Qué demonios pudo hacerle esto? —Alex murmuró, sintiendo un nudo en el estómago.
Luna se intento hablar pero se detuvo en seco, sus ojos fijos en el cadáver del oso, mientras sus manos temblaban. Se apartó, llevándose una mano a la boca para evitar vomitar
—Esto es... —hizo una pausa, claramente asqueada. —...repugnante. —haciendo otra pausa. —Tenemos que encontrar a Zoe y salir de aquí ahora mismo.
El viento aullaba por las grietas en las piedras. Ambos rodearon al oso y siguieron avanzando hacia el lugar donde se produjo el ruido, sus corazones latiendo más rápido con cada paso que daban hacia el interior de ese lugar que ahora parecía un laberinto interminable.
—¿Qué crees que fue ese ruido de hace rato? —preguntó Luna, tratando de mantener la calma mientras su linterna barría el suelo.
—No lo sé —contestó Alex. —Talvez fue alguna roca que se cayo por el viento o algo más.....
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad llegaron al lugar de donde provino el ruido, y vieron una silueta en la oscuridad, iluminándola rápidamente con sus linternas. Era Zoe, estaba de pie, inmóvil, con la mirada perdida en el vacío, como si estuviera en un trance profundo. Sus ojos estaban vidriosos, y no parecía consciente de su entorno.
—¡Zoe! —gritó Alex, corriendo hacia ella.
Luna también se apresuró a llegar a su lado, sacudiendo a Zoe por los hombros. —¡Zoe, despierta! ¿Qué te pasa?
Zoe, con la mirada perdida y el rostro pálido, parpadeó lentamente al reconocer a Alex y Luna.
—¿Qué... qué está pasando? —su voz temblaba, mezclando confusión y terror.
—Eso es lo que queremos saber —dijo Alex, con un tono preocupado. —Te estábamos buscando. ¿Por qué te alejaste tanto?
Zoe frunció el ceño, como si tratara de recordar. —Yo... me alejé un poco para tomar aire, pero luego, cuando quise volver, no encontraba el camino. Y después... —su voz se quebró, y su expresión cambió a una de ira. — ¡Después te vi, Alex! Te vi a ti haciéndome señas, guiándome hacia aquí. Te escuché llamándome.
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Rostros Robados
De TodoUn grupo de estudiantes universitarios se embarca en una aventura de campamento, buscando una escapada de la rutina académica. Pero lo que comienza como una experiencia de unión y diversión se convierte rápidamente en una pesadilla cuando un oscuro...