31: ¿Un Nuevo Libro?

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El silencio en el borde del acantilado fue tan profundo que solo el eco del grito de Zoe, llamando desesperadamente a Alex, resonó en la oscuridad creciente. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, sus manos temblaban mientras intentaba asomarse más allá del borde, como si con solo mirar pudiera encontrarlo, salvarlo.

—¡Alex! —gritó, su voz quebrándose. Elías la tomó del brazo, intentando apartarla del peligro, pero ella lo empujó, desesperada.

—¡Tenemos que bajar! —exclamó Lucas, su voz llena de una mezcla de pánico y preocupación. —¡Tenemos que encontrarlo!

Elías, con el rostro pálido, intentaba mantener la compostura. Sabía que el tiempo era crucial, y el sol ya comenzaba a esconderse poco a poco en el horizonte. El bosque no era un lugar seguro en la noche, y lo sabía mejor que nadie.

—No podemos bajar así, sin plan —dijo Elías, con un tono más calmado del que realmente sentía. —Necesitamos organizarnos, tenemos que ser inteligentes al respecto.

Sara, aún en shock, asintió rápidamente, pero sin hablar. Sus manos se aferraban al cuchillo que Elías le había dado, como si fuera su única conexión con la realidad.

—¡No hay tiempo para planes, Elías! —interrumpió Lucas, que aún sostenía a Zoe por los hombros. —¡Él podría estar herido, o peor...! ¡Necesitamos hacer algo ya!

Ned, que había estado observando desde la distancia, dio un paso adelante, con Ethan ayudándolo a caminar a su lado. A pesar de la herida que había recibido, mantenía una actitud fría y calculadora, minimizando el dolor.

—Escuchen —empezó Ned, su voz cortante. —Puede que Alex... —hizo una pausa, mirando el rostro angustiado de Zoe. —Puede que Alex ya no esté con nosotros, lo mejor seria olvidarlo y avanzar.

Zoe se giró hacia él, sus ojos ardían con una mezcla de odio y desesperación. —¡Esto es tu culpa, Ned! ¡Todo esto pasó porque no sabes cuándo quedarte callado!

Ned mantuvo la calma, casi disfrutando del dolor en los ojos de Zoe. —Esto no es una cuestión de culpa, Zoe. Es una cuestión lógica. Si bajamos ahora, caerá la noche y no sabemos lo que nos espera, podríamos perdernos, o algo peor. ¿De qué serviría si todos morimos también?

—¿Lógica? —Zoe siseó, dando un paso hacia él, su voz llena de ira. —¡¿Es eso lo que eres, Ned?! ¡¿Un maldito lógico sin alma?!

—Tranquila no te preocupes demasiado por mi herida, no fue tan profunda —respondió Ned irónicamente, ignorando el comentario de Zoe y el dolor en su costado. —Deberíamos preocuparnos por sobrevivir, no por acusar.

Ethan, apoyando a Ned, asintió. —Incluso si sobrevivió a la caída, el bosque ya no es seguro. Podríamos perder más si nos arriesgamos a bajar ahora.

Aiden, que había estado en silencio, se acercó a Elías, su voz baja y llena de duda. —Pero si lo dejamos ahora... si no hacemos nada... ¿Cómo podremos vivir con eso?

Elías miró a cada uno de ellos, sintiendo el peso de la decisión que tenía que tomar. Sabía que no podía complacer a todos, pero también sabía que cada minuto que pasaba, las probabilidades de encontrar a Alex con vida disminuían.

—Esto no es justo... —murmuró Sara, rompiendo el silencio. —No podemos simplemente... ¿Dejarlo?

Violet, que había estado junto a Sara, asintió con lágrimas en los ojos. —Pero... ¿Y si él está herido? ¿Y si está sufriendo?

—No podemos salvarlo si nos perdemos también —dijo Ethan, su voz más suave esta vez, como si entendiera el dolor de los demás pero aún estuviera convencido de su postura. —El bosque... ha cambiado. Ustedes lo han visto. No es el mismo de antes.

Rostros RobadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora