24: Un Ultimo Mensaje

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Después de un largo silencio, Lucas y Aiden comenzaron a revisar frenéticamente los gabinetes en busca de algo que pudiera ayudar a reparar la radio. Zoe, con el rostro tenso, examinaba un tipo de locker más grande al fondo de la sala. El grupo estaba inmerso en una mezcla de esperanza y desesperación mientras buscaban una manera de contactar con el exterior.

—¿Encontraron algo útil? —preguntó Alex, acercándose a Lucas y Aiden. Su voz estaba cargada de preocupación y cansancio.

—Solo algunos vendajes  —respondió Lucas, frunciendo el ceño. —Nada que podamos usar para arreglar la radio principal.

—Lo mismo aquí —añadió Aiden. —Pero no estamos encontrando nada que nos ayude a enviar una señal.

Zoe, al abrir el locker, encontró algo inesperado. Un resplandor de llamas iluminó la habitación mientras una figura calcinada emergía del interior. La figura, envuelta en llamas que parecían arder sin consumirla completamente, avanzaba lentamente hacia el grupo.

—¡Zoe! —exclamó Derek, dando un paso atrás y atrayendo a los demás. —¡Mira eso!

La figura, a pesar de su apariencia aterradora, no parecía ser completamente hostil. En lugar de atacar, el ser parecía intentar comunicarse. Las llamas crepitaban a su alrededor, pero su voz era clara y llena de desesperación.

—No... no hay mucho tiempo... —dijo la figura con una voz entrecortada. —El ritual... la llave... está en el libro... las páginas... el sello...

Zoe, temblando, retrocedió, pero Alex, con una mezcla de coraje y curiosidad, dio un paso al frente.

—¿Qué estás diciendo? ¿Dónde está las paginas del libro?

La figura calcinada extendió una mano temblorosa hacia el locker del que había salido, señalando hacia un compartimento en particular.

—El libro... —la voz del fantasma se debilitaba. —El sello de contención... es la única manera... de detenerlo... antes de que sea tarde...

La figura pareció desmoronarse poco a poco, sus llamas comenzando a extinguirse mientras el aire se volvía frío. La luz del fantasma se desvaneció lentamente hasta que desapareció por completo, dejando al grupo en un silencio aterrador.

—¿Qué fue eso? —preguntó Erick, su rostro pálido mientras se apartaba del locker.

—¿Qué nos quiso decir? —añadió Zoe, mirando a los demás con una mezcla de miedo y confusión.

Alex se acercó al locker que el fantasma había señalado. Con manos temblorosas, abrió el compartimento y encontró una caja antigua. Dentro, había un par de páginas sueltas con el mismo estilo de escritura que las que habían visto en el diario de Liam Smith. Algunas de las páginas estaban manchadas de lo que parecía ser sangre.

—Aquí están... —dijo Alex, abriendo la caja con cuidado. —Estas son algunas de las páginas que estaban perdidas. Pero no están todas.

—Eso significa que el fantasma estaba tratando de ayudarnos —dijo Lucas, aliviado pero aún temblando. —Necesitamos las otras páginas también. 

Con las páginas en mano, el grupo de exploración se sentía esperanzado. Sin embargo, de repente, la torre comenzó a mostrar signos inquietantes de inestabilidad.

Un estruendo seco resonó por la estructura, seguido de un temblor que hizo que las radios y otros objetos se tambalearan en sus estantes. El suelo bajo ellos comenzó a vibrar levemente, y un ruido constante, como un zumbido bajo y amenazante, se hizo audible.

—¡¿Qué está pasando?! —exclamó Zoe, mirando alrededor con los ojos muy abiertos.

—No sé... —respondió Lucas, tratando de mantener la calma mientras observaba las paredes temblar. —Pero esto no suena bien. La torre está colapsando.

Rostros RobadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora