Elías y el grupo de exploración continuaron avanzando por el bosque, su respiración entrecortada y el sudor frío corriendo por sus frentes. El silencio se había apoderado de ellos después del aterrador encuentro con la criatura que había tomado la forma del Profesor Callahan. Cada uno estaba sumido en sus propios pensamientos, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir.
—Si esa cosa dijo que Tomás ya no estaba... —murmuró Derek, rompiendo el silencio. —Quizás sería mejor volver a la cabaña. No tiene sentido seguir buscándolo si ya... si ya no está.
Lucas, que había mantenido la vista fija en el camino frente a ellos, asintió lentamente. Su rostro, antes marcado por la determinación, ahora mostraba una mezcla de preocupación y resignación.
—Tiene razón —dijo Lucas, su tono grave. —Lo mejor será regresar a la cabaña y asegurarnos de que todos estén a salvo.
Elías, que había estado caminando en silencio al lado de Alex, suspiró y asintió también.
—No podemos enfrentarnos a eso aquí afuera. Necesitamos estar juntos, y necesitamos un plan.
Alex apretó los dientes, todavía temblando por la adrenalina del encuentro.
—Volvamos —dijo finalmente. —Pero debemos estar preparados. No sabemos si esa cosa nos seguirá o si habrá más como ella.
El grupo comenzó a retroceder en dirección a la cabaña. El camino parecía más oscuro y cerrado, como si el bosque mismo se estuviera cerrando a su alrededor. A cada paso, el crujido de las hojas secas bajo sus pies resonaba como un eco siniestro, recordándoles que no estaban solos.
Alex mantenía el cuchillo firmemente en su mano, sintiendo el frío metal contra su piel. El sueño que había tenido al inicio de su viaje volvía a su mente. La bestia que lo había desgarrado en sus pesadillas ahora parecía más real que nunca. No podía evitar preguntarse si ese sueño había sido una advertencia, una premonición de lo que estaba por venir.
—¿Qué piensas? —preguntó Elías, notando la tensión en el rostro de Alex.
—Tuve un sueño hace unos días... —comenzó Alex, sin apartar la vista del camino. —Era una bestia, me atacaba, me desgarraba. Y ahora... siento que estamos siendo cazados, como en ese sueño.
Elías asintió lentamente, su expresión seria.
—Las premoniciones pueden tomar muchas formas, especialmente en lugares como este. —Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas. —He visto que algunas personas también tenían sueños. Vieron cosas antes de que ocurrieran, cosas terribles, y esas cosas..... se cumplían.
Lucas, que había estado escuchando en silencio, frunció el ceño.
—¿Estás diciendo que Alex vio de alguna manera todo esto, antes de que sucediera? —preguntó.
—Es posible. —Elías no se molestó en suavizar la verdad.
El silencio cayó sobre el grupo nuevamente mientras procesaban lo que Elías acababa de decir. Alex se sentía atrapado, como si estuviera destinado a enfrentar esa bestia que lo había perseguido en su sueño. Pero ahora, con Tomás probablemente muerto y con criaturas que podían tomar la forma de sus conocidos, la idea de que estaba siendo cazado era cada vez más plausible.
Finalmente, la cabaña apareció entre los árboles, una estructura que prometía un respiro temporal del peligro que los acechaba. Sin embargo, el alivio que debería haber acompañado la vista de la cabaña fue reemplazado por una creciente sensación de temor.
—Algo no está bien —murmuró Samuel, sus ojos recorriendo el exterior, observando una gran mancha de sangre que se adentraba al bosque.
A medida que se acercaban, los gritos y el caos que surgían de la cabaña se volvían cada vez más audibles. Un escalofrío recorrió a Alex mientras reconocía la voz de alguien que estaba fuera de sí.
ESTÁS LEYENDO
Rostros Robados
RandomUn grupo de estudiantes universitarios se embarca en una aventura de campamento, buscando una escapada de la rutina académica. Pero lo que comienza como una experiencia de unión y diversión se convierte rápidamente en una pesadilla cuando un oscuro...