Alán Montero.

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Alán.

Varías horas antes.

Observé fijamente a Sinclair introducir la clave en el panel de seguridad que abrirá su habitación.

—Deberias darte prisa...

—Tú tranquilo y yo nervioso Montero.

—Deja esas palabrerías, y date prisa.

Tras Sinclair rodar los ojos, la puerta se abrió.

E inmediatamente ambos entramos a la habitación.

Detalle de forma rápida la habitación y me fue imposible no sorprenderme al ver la cantidad de objetos valiosos que habían.

—¿Eras millonario?

Sinclair decidió no contestarme esa pregunta.

—Esta bien, ya entendí que no quieres hablar...

Me acerqué a la comoda de la habitación y mis ojos recorrieron los objetos, pero uno en especial me llamo la atención.

Tomé el collar entre mis manos y un pequeño suspiro salió de mis labios.

—Era de mi madre. -después de escuchar esas palabras coloque mis ojos en Sinclair. —Ese collar era su favorito. Tenía un valor significativo para ella porque fue el primer regalo que mi padre le dió, a pesar del poco dinero que ganaba en ese entonces. Para todos puede parecer una baratija, pero lo que significaba para ella no se puede describir con palabras.

Deje el collar donde la había encontrado y Sinclair se apresuró a tomarlo entre sus manos.

—¡Vengare tu muerte mamá, vengare a nuestra familia! -luego de esta declaración Sinclair apreto entre sus manos el collar.

—Sinclair centrate encontrar lo que has venido a buscar.

Estas palabras quedaron en segundo plano porque el ruido de la puerta llamo por completo nuestra atención.

Abrí mis ojos como platos luego de pensar que la loca de Casidi nos descubriría.

—¡Esa demente nos encontrará aquí, Sinclair! -grite casi al borde de la histeria.

—Deja el miedo Montero.

A pensar de no tener miedo según él, Sinclair se movió con rapidez por la habitación  tocando varios objetos a la vez.

Observé la escena y no dude en suspirar.

Tanto Casidi como él estan de atar, porque más locos y se daña el mundo.

—Vamos.

—¿A dónde? -pregunte extrañado.

—Si quiere quedarte allá tú.

Caminé con rapidez hacia Sinclair, y mi sorpresa fue inmensa al ver una especie de puerta secreta a un costado de la comoda.

—¿Qué más tengo que saber de ti, Sinclair?

—Nada más. Así que entra y callate de una vez por toda la boca.

Obedecí a las inquisiciónes de Sinclair y un segundo después él entro al pasillo secreto.

—¿Para que tienes este lugar?

—Debi dejarte fuera de todo esto porque me estas colmando la poca paciencia que poseo.

—Eres tú quién me esta comando la paciencia.

Sinclair rodó los ojos.

—Lo bueno es que esta noche sera la gran noche.

¡Me urge un heredero! [#3 de la saga Heredero]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora