Capítulo 4: Promesa.

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Ayleen.

Bebé, te amo con todas mis fuerzas. Eres lo más hermoso que tendre en esta vida y seras por siempre el mejor delito que pude cometer.” acaricie mi vientre luego de verbalizar estas palabras.

Y tan solo un minuto después Alán salio del baño, solo con una toalla cubriendo su desnudez.

Delicioso. Exquisito.

Ese caramelo es totalmente chupable.

Masticable y por supuesto que follable.

—Montero por si no sabias, que presentarte ante mi solo con una toalla cubriendo tu desnudez cuenta como provocación. Ahora lo sabes. Así que apartate de mi vista antes de que me lance sobre tí y reclamé por ley lo que me toca.

—Loca del demonio, no te atrevas a acercarte a mi.

—No me tientes porque soy capaz de chuparte el pe…

Alán abrió los ojos como platos y me interrumpió antes de que pudiera terminar de hablar.

—Si no me equivoco y por lo que puedo ver, tienes un caramelo largo y gordo. Así que sería un placer llevarmelo a la boca.

Montero abrió los ojos como platos tras escuchar mis palabras.

Y horrorizado dijo. —¿No te da vergüenza hablar tan vulgar?

—Pense que a los hombres les encanta que les hablen sucio.

—Pensaste mal, princesa boca sucia.

Antes era Barbie y ahora soy la princesa boca sucia.

—¿Cuando empezaras a hacerme tu heredero?

Alán no dudo en contestar.

—Hoy.

¿Hoy?

»Hoy se goza, se baila hasta la madrugada y se llena la canoa. ¡Vamos Ayleen, que tu puedes! -Dijo mini diabla jocosamente.

»Ayleen, piensa las cosas bien. No le des rienda suelta a los deseos, reprimelos. -Se atrevió a decir mini angelito con toda la paz que la caracteriza.

—Entonces porque no empiezas desde este momento.

—Porque todo se hara por inseminación artificial.

¿Qué?

—¿Por que no me quieres tocar?

Alán cerro los ojos y en cuanto abrió la boca me daño de la forma más dolorosa que puede existir.

—Porque tu no me gustas Ayleen. Solo me casé conmigo porque mi padre me obligó.

No me gustas Ayleen.

Me casé conmigo porque mi padre me obligó.

No me gustas Ayleen.

—Solo te dire que te vas arrepentir de esto Montero. Y cuando ese momento llegue me dare el gusto de verte ante mi suplicando.

—Eso no pasara nunca.

—Nunca digas nunca.

Tras estas palabras me marché.

—Me dañaste montero. Me dañaste. -susurre en cuanto entre al baño y las lagrimas no dudaron en salir de mis ojos.

—Ayleen.

—¿Qué quieres?

—Te esperare en la sala para que vallamos donde el doctor.

—¡No me jodas Montero…! Y vete al mismísimo infierno.

¡Me urge un heredero! [#3 de la saga Heredero]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora