Alán Montero.

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Alán

—¿Es necesario realizar ese viaje, Ayleen?

Embozé una sonrisa, luego de escuchar esas palabras.

Si te imaginarás lo que tengo preparado para tí, no estarías tan contenta, querida mía. Dije en mi mente, mientras miraba de reojo Ayleen.

—Te he repetido hasta el maldito cansancio que hare ese viaje, Martín. Y ni tú ni nadie me lo va impedir.

Yo te lo voy a imprimir, pequeña fiera.

—¿¡Montero…!?

—¿Si…?

—¿Por qué no te has marchado?

Obvie las palabras de Ayleen,  y empecé a remover el yogur con moras que Ayleen había colocado al frente de mi. 

Pero al parecer ignorarla había logrado colocar Ayleen furiosa.

—¡Hey…! Te estoy hablando.

—¿Qué desea, mi lady?

—Deja tus chistesitos. Porque no estoy de humor.

Ayleen se colocó a la par de mi y yo cuando coloque mis ojos en ella la recorrí con la mirada.

—Estas hermosa, cariño…

—Deja decir burradas, montero. Y centrate en lo que verdaderamente es importante.

—Eres lo más importante, mis que tengo mis ojos clavados en ti, cariño.

—Yo creo que mejor me voy, porque de repente se siente una tensión sexual increíble. -Martín se levantó de la silla, con claras intensión de marcharse, pero bastó solo una mirada que Aylen le lanzará para que volviera a tomar asiento.

Mi mujer si que es de armas tomar.

—Si bien recuerdo Montero, te di varios minutos para que te marcharas de mi casa. Pero por lo visto mis palabras te entran por un oído y te salen por el otro.

Me atreví a colocarme sobre mis pies, y esto logró que Ayleen entecerrará sus ojos.

—Que te quede bien claro algo querida… -di un paso hacia ella, y Ayleen retrocedió. —No me marcharé de esta casa nunca.  Porque no los dejare solos, no volveré a cometer el error de marcharme de tu lado.

Luego de estas palabras di varios pasos hacia ella, y Ayleen volvió a retroceder. Pero para su mala suerte su espalda golpeo con la encimera, así que antes de que pudiera escapar de mi, me coloque al frente de ella y rodeé su cintura con mi brazo.

—Tienes que irte… -susurró para después colocar su manos en mi pecho, tratando de alejarme.

—No. -conteste con decisión.

—Chicos, nada de protagonizar una escena porno en mi presencia.

—Callate, Martín. -inquirí sin apartar mis ojos de Ayleen.

—Solo digo…

Obvie las palabras de Martín porque me dedique a mirar los hermosos ojos de Ayleen.

Viéndola después de tres años desde cerca despues de dos años puedo decir que Ayleen es la mujer más hermosa que mis ojos han visito.

—Te quiero, Ayleen. Te amo.

Solté estas palabras sin más, y la hermosa madre de mis hijos desvío sus ojos.

—Se que fui un tonto, se que te perdí por creer en las palabras de una serpiente venenosa, pero estoy hoy aquí para redimirme ante tí. Mi amor.

¡Me urge un heredero! [#3 de la saga Heredero]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora