No sabía cuánto tiempo le había tomado, pero era claro que pasaron muchas horas. El sol se asomaba cada vez más y el calor le dio consuelo a sus huesos que estaban congelados por el frío de la noche. Detuvo lentamente su caballo y con cuidado se bajó de él para poder caminar un poco. Sus piernas estaban suceptibles y se sentía un poco mareado, se quitó los guantes notando sus manos sudadas y observó a su alrededor, había llegado a un pequeño pueblo muy lejano del reino lunar, notaba que las personas lo observaban con interés, incluso muchas otras susurraban en busca de una respuesta de quién era.
No quería llamar tanto la atención, por lo que con el dolor de su alma buscaría a alguien quien cuidara de Ginkoh, luego, viajaría en tren hacia una ciudad lejos de su tierra.
Se encontraba nervioso y un poco asustado, llevaba horas sin comer ni descansar, su mirada perdida en busca de alguien que se viera responsable para dejar a su más fiel compañero. Se iba acercando a una zona donde las personas se veían de una clase media, por lo que no dudó en tomar las riendas de Ginkoh y llevarlo hacia una casa.
—¿Hola? ¿Alguien puede venir, por favor? —sus palabras salieron suaves, tanteando un poco en busca de una respuesta positiva.
Para su suerte, salió un pequeño muchacho que le miró con el ceño fruncido.
—¿Quién es usted? —su voz era aniñada, pero se escuchaba a la vez decidida.
El omega le dedicó una pequeña sonrisa dejando escapar su aroma suavemente, tranquilizando al niño, quien dejó de tener una postura tan defensora.
—¡Kotetsu-kun, entra a la casa ahora mismo! —a lo lejos se escuchó la voz de un hombre.
El beta salió alarmado, mirándole con dudas y dejando al muchacho tras suyo, lanzando una mirada inquisitiva, tal vez preguntando qué hacía ahí.
—D-disculpe, no quería ser inoportuno, solo quería pedirles un favor.
La voz lastimera de Muichiro más sus gestos de cansancio solo hicieron que Kanamori se relajara, ahora cruzando sus brazos y dedicando una pequeña mueca de amabilidad.
—Lo escucho, joven, se ve usted muy cansado ¿todo en orden? —ante todo él era educado.
El omega tembló, estaba a punto de tener un colapso, pero se obligó a ser fuerte, no iba a permitirse sufrir delante de unos desconocidos. Solo quería dejar a su Ginkoh e ir a la estación de tren.
—Quisiera que oculte mi caballo en su patio, por favor, cuidarlo hasta que sea prudente que yo lo busque de regreso—rogó, se sentía desesperado y sus manos temblaron con ansias.
Kanamori estaba confundido y lleno de misterio ¿Quién era ese chico? ¿Y de verdad era su caballo o sólo le mentía? No sabía lo que estaba pasando, pero notó que el omega estaba muy cansado y sus ropas eran de telas muy finas.
—¿Y qué ganaría yo con eso? ¿Quién me garantiza que no es robado y solo me quieres meter en problemas? —confrontó.
—Estoy muy angustiado, señor, huí de casa con mucho miedo, tengo hambre, me siento sucio, quiero dormir muchísimo y mis muslos duelen a morir, mi caballo fue un regalo preciado de mi abuela... —su voz se quebró, sus sentimientos de nuevo le pasan factura— solo no quiero que me descubran si me ven con él, le pagaré por cuidar de Ginkoh.
Las palabras eran tantas que Kanamori solo se fijó en la sinceridad de ellas, sintiendo pena por la historia del joven, se imaginó lo peor y solo por eso fue que asintió suavemente.
—¡Kanamori-san, hay que dejar que se quede! —Kotetsu le grita conmovido.
No lo piensa dos veces y le da el visto bueno, notando pronto los ojos turquesas iluminarse como si de un cielo despejado se tratase, era simplemente hermoso, y el olor tenue de algo dulce le picó en la nariz.
—Pasa, muchacho, puedes descansar hoy aquí y mañana temprano yo mismo te llevaré a la estación de trenes.
—No, no, con que cuide de Ginkoh es amable de su parte, yo sólo -
—Insisto, por favor, quédate hoy, mañana puedes seguir en busca de tu boleto —insiste amable.
Kanamori abre un portón de madera que da hacia un inmenso patio de rocas y hierbas, Muichiro pasa lentamente con su caballo, atrás, casi llegando al final del camino puede fijarse que se ubica un pequeño establo donde muchos caballos aguardan, él no duda en llevar a Ginkoh y el amable pequeño de nombre Kotetsu le guía a un puesto vacío que es donde meten a Ginkoh.
—Siento tener que abandonarte así como si nada... —le susurra, su voz quebrándose al oír el relincho del animal, casi como una protesta— pero es necesario, muy pronto vendré por ti, por favor, pórtate bien ¿okay? —el omega libera su olor haciendo que Ginkoh se relaje, le proporciona suaves caricias y deja un pequeño beso en su pelaje.
Sale del establo, con los pies tambaleandose y sus piernas temblando, siente su estómago arder del hambre y sus ojos pesan del sueño. Kanamori manda a Kotetsu en busca de agua y se acerca al omega para sentarlo en el tatami que está cerca.
—¿Se encuentra bien, muchacho? —su pregunta demuestra la preocupación al verlo en ese estado.
—No se preocupe, estoy perfectamente... —le contesta con una sonrisa que hace parecer más una mueca de dolor.
—Yo veo que no, Kotetsu-Kun, trae rápido el agua —alienta el pelinegro mayor.
—¡Voy!
El pequeño trae un vaso con agua que Muichiro pronto se bebe, sabiéndole a gloria y sintiendo hidratar su garganta que se encontraba seca por completo, no dudan en traerle otro vaso que toma de inmediato.
—¿Dices que huiste de tu casa por problemas? —pregunta de manera indiscreta el niño, ganándose un pequeño manotazo del mayor por ser tan entrometido.
—Es así, problemas familiares.
El omega se levanta del tatami y cuando da un paso hacia la sala siente que su cinturón se rompe y con ello se cae la espada que tenía atada. Kanamori se apresura a tomarla y cuando le dedica una mirada de curiosidad siente sus manos temblar y el artefacto cae de nuevo al piso de manera estruendosa.
—U-usted... Es... U-sted... —murmura asustado.
Muichiro le mira con dudas pero luego su semblante pasa a ser uno de terror al darse cuenta del detalle que mantiene al hombre aterrorizado.
—¡No! D-disculpe, esto, yo no...
—¡Usted pertenece al Reino Lunar, específicamente, a la realeza! —grita alarmado, poco a poco va retrocediendo— ¡esa espada fue tallada por mí! ¡Yo hice esa espada hace diez años con mis propias manos! No solo una... ¡Sino dos! ¡Y fueron para los príncipes!
Muichiro abre los ojos con sorpresa, el hombre herrero que fabricó las espadas de Yuichiro y de él era nada más y nada menos que aquel que se encontraba a su frente. Aquel que lo veía con pánico y admiración a la vez.
—Lo siento tanto, prometo luego explicarle mi situación, pero no tengo a dónde ir... Por favor, mi cabeza quiere explotar... —susurra, de nuevo las lágrimas caen de sus ojos con facilidad.
Kanamori respira profundamente y no hace más cuestiones, se acerca al omega y le dice que lo siga a la cocina, le daría algo de comer y luego lo dejaría descansar en completa tranquilidad.
Y por fin, doy por terminado el arco de Muichiro escapando, y sí, Ginkoh va a ser un macho. Espero les haya gustado mucho, ya estoy trabajando en el arco del romance y cómo se conocen ¡qué emoción!
Espero les haya gustado, hay partes que les van a parecer inconclusas pero ya pronto sabrán cositas, lo importante es saber que Muichiro sí pudo huir lejos ¡y ahora lo que se avecina es increíble! Me tiemblan las manos de felicidad, muchas gracias por apoyarme cada día 💕💕 nos vemos en el próximo arco🙊
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The Crown / Genmui Omegaverse.
FanfictionMuichiro tendrá un viaje para descubrir quién es, lo que quiere hacer y madurar lejos de casa, se enamorará de Genya, un alfa que le enseñará sobre la vida, lo cruda y bonita que es a la vez, y le quitará la venda de los ojos que lo mantenía cautivo...