EL CASTIGO Y LA GATA TIESA

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• Narrador omnisciente •

Después del pequeño accidente de Ron y las babosas, había llegado la hora del almuerzo. Era fin de semana, y muchos estudiantes aprovechan para estudiar, mientras que otros preferían dormir hasta más tarde o disfrutar de un poco de tiempo libre. El Gran Comedor estaba lleno de estudiantes que se dirigían a sus respectivas mesas, hablando animadamente sobre los eventos recientes y sus planes para el resto del día.

Gwen, Chiara y sus compañeros Slytherin's, estaban de camino al gran comedor. Cuando una bruja con túnica negra se les interpuso en su camino junto a tres alumnos, Ron, Grace y Harry que venían detrás de ella.

—No se irá a ningún lado. —dijo McGonagall tomándolas de los hombros—. Les vengo a comunicar que Williams y Raymond tendrán que cumplir su castigo esta noche y también Potter, Lupin y Weasley.

—¿Por qué? ¿Qué hiciste ahora, Chiara? —se escuchó decir a Draco y Chiara golpeó su frente.

—Por Merlín, Draco, ¿algo sobre un auto volador no te suena? ¿Nada? —preguntó sarcástica Chiara, no podía creer que Draco ya lo había olvidado— Aveces puedes ser un genio, pero te juro que ahora estás siendo un completo estúpido.

—Cuide su vocabulario, señorita Williams recuerde que estamos en un colegio.

—Perdón, profesora McGonagall, no sucederá de nuevo. —aseguró ella.

—Eso espero —aseveró, y dio un aplauso—. Bien, justo como te decía hace unos instantes Weasley, limpiarás la plata de la sala de trofeos con el señor Filch. Y nada de magia, Weasley... ¡Frotando!

Ron tragó saliva. Argus Filch, el conserje, era detestado por todos los estudiantes del colegio.

—Potter tú ayudarás al profesor Lockhart a responder a las cartas de sus admiradoras. —dijo la profesora McGonagall.

—Oh, no... ¿no puedo ayudar con la plata? —preguntó Harry desesperado.

—Desde luego que no, dos alumnos para limpiar unos cuantos trofeos, no, no, no. —dijo la profesora McGonagall, arqueando las cejas—. El profesor Lockhart ha solicitado que seas precisamente tú.

—Y en cuanto a las alumnas Slytherin 's, su jefe de casa, el profesor Snape, ya me ha dado una lista detallada con los castigos exactos de cada una. —dijo la bruja sacando de su bolsillo un pergamino, que gracias a Salazar no se veía tan largo.

La profesora aclaró su garganta y comenzó a leer lo siguiente:

"Yo el profesor S. Snape me hago responsable de los castigos de las alumnas que osaron acompañar al señor Potter en unos de sus intentos no tan inesperados en busca de fama..."

Con la cabeza algo agachada, Harry se sintió culpable de los castigos que les darían a las Slytherin's. El profesor Snape está vez no sería blando con nadie, ni siquiera si fueran alumnos de su propia casa. ¿Por qué? Porque el famoso Harry Potter había tenido que ver con esto y el profesor daría el peor castigo con tal de que Harry se sintiera más culpable de lo que ya estaba.

"...Y con esto comunico que el primer castigo será designado a la señorita Grace Alhena Lupin, que deberá limpiar cada uno de los calderos de mi despacho hasta que pueda ver su rostro en ellos. Chiara Williams, lustrara cada mueble del mismo, sin dejar ni una pizca de polvo. Gwendolyn Raymond C., ordenará alfabéticamente todos los libros y pociones de mi armario clasificándolos por tamaño de forma ascendente"

—Los espero a los cinco a las ocho en punto de la noche en los respectivos lugares de sus castigos designados, sin quejas y con el mejor comportamiento. —dijo por último enrollando el pergamino y tomando camino al gran comedor hacia la mesa de profesores.

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