QUIDDITCH Y ¿CELOS?

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• Grace Lupin •

El estruendo de un trueno cayendo sobre el lago me despertó de golpe. El día había comenzado con una lluvia intensa que provocaba inquietud en el lago, no me sorprendería si el calamar, que normalmente solo duerme, comenzará a fisgonear por las ventanas. A un lado, Gwen y Chiara seguían durmiendo profundamente, ajenas al ruido que había afuera.

Era fin de semana, lo que significaba que podía pasar tiempo con mi papá sin preocuparme por las clases. Me levanté con cuidado, procurando no hacer ruido para no despertar a mis amigas, y comencé a vestirme. Justo cuando estaba ajustando mi suéter, un pedazo de pergamino pasó por debajo de la puerta.

Sabía perfectamente de quién era la nota. Desde aquel incidente de la quemadura, ninguno de los chicos se atrevía a volver intentar subir a los dormitorios de las chicas.

Leí la inconfundible letra de Theo.

¿Lista?

Habíamos quedado en ir juntos a desayunar con mi papá, algo que planeábamos hacer cada que los fines de semana nos lo permitían.

Me puse mis botas para bajar a la sala común y echando un vistazo rápido a las camas de Gwen y Chiara—. Voy a ver a mi papá —murmuré, aunque sabía que ellas no se enterarían.

Theo y yo caminamos en silencio por los pasillos del castillo, con el sonido de la tormenta retumbando sobre nuestras cabezas. Llegamos al despacho de mi papá, y al abrir la puerta, lo encontré inclinado sobre su escritorio, revisando unos papeles con una taza de té a su lado. El olor a tostadas recién hechas y té caliente llenaba la habitación, y una sonrisa cálida apareció en su rostro cuando nos vio.

—Buenos días, chicos —nos saludó—. Justo a tiempo para el desayuno.

Nos sentamos en la pequeña mesa que tenía en el despacho, sirviéndonos de la bandeja de tostadas, mermelada y jugo. Estos momentos eran de mis favoritos, una pausa tranquila en medio de todo lo que pasaba en Hogwarts. Mi papá sorbía su té, mirando la lluvia por la ventana.

—Hoy es el partido entre Gryffindor y Hufflepuff, ¿verdad? —preguntó mi papá, mientras untaba mermelada en una tostada.

—Sí —asentí—. Con este clima, va a ser un desastre en el campo.

Theo se rio, sirviéndose un vaso de jugo. —Va a ser divertido ver cómo los buscadores intentan encontrar la Snitch en medio de la lluvia.

Mi papá sonrió ante el comentario. —Me imagino que sí. Con esta tormenta, no me sorprendería que terminemos viendo más jugadores embarrados que volando.

El desayuno continuó entre comentarios sobre el partido y las apuestas de quién ganaría. Después de terminar nuestras tostadas, mi papá se levantó para recoger la bandeja y nos indicó que podíamos ir al campo si queríamos llegar antes del partido.

—¿Nos acompañas? —pregunté, sabiendo que las responsabilidades de profesor a veces lo mantenían ocupado.

Él negó con la cabeza, sonriendo. —Hoy no, chicos. Tengo algunas cosas que revisar. Pero disfrutaré saber todo lo que pasó cuando vuelvan.

Nos despedimos de mi papá y, con Theo a mi lado, salimos del despacho hacia el campo de Quidditch. La tormenta seguía rugiendo con fuerza, pero no podíamos evitar emocionarnos por el caos que sería el partido. Caminamos entre risas, hablando de estrategias y de cómo sería volar en medio de esa lluvia incesante, listos para disfrutar de lo que prometía ser un juego memorable.

HORAS ANTES

• Gwendolyn Raymond •

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⏰ Última actualización: 19 hours ago ⏰

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