SEGUNDO AÑO

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• Narrador omnisciente •

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• Narrador omnisciente •

Y así, el primer año en Hogwarts había llegado a su fin.

Un año muy atípico, como muchos dirían, un año en el que nuestras protagonistas regresan a sus hogares con nuevos conocimientos y experiencias que antes desconocían.

La existencia de la Piedra Filosofal, una sustancia legendaria con poderes asombrosos, había sido revelada. Para muchos, su poder era un misterio, y el solo hecho de conocerlo llenaba sus mentes de asombro. Las clases de Transformaciones, dirigidas por la estricta pero justa profesora McGonagall, habían sido especialmente memorables. Las jóvenes brujas recordaban con una mezcla de diversión y frustración sus intentos fallidos de realizar las complejas actividades que ella les asignaba.

Las Pociones también dejaron una marca indeleble, con sus intrincados brebajes y los magníficos resultados que podían alcanzar con la mezcla adecuada de ingredientes. A pesar de que sus caminos no siempre se cruzaron, las chicas habían interactuado más de una vez, sin darse cuenta de que el destino tenía grandes planes para ellas.

El verano ha estado llegando y cada una de las niñas tiene una aventura que contar, sueños por cumplir y metas para lograr. Sus corazones estaban llenos de expectativas y sus mentes ansiosas por lo que el futuro les deparaba. Aunque sus primeros pasos en el mundo mágico habían sido titubeantes, estaban listas para enfrentar cualquier desafío que se les presentara. Este año que se aproximaba en Hogwarts prometía ser aún más emocionante y revelador, y ellas estaban listas para enfrentarlo con valentía y determinación.

• Grace Lupin •

El primer año terminó y también mis ganas de ver un libro de historia de la magia, esa clase es terriblemente aburrida.

En estos momentos estoy esperando a que mi papá regrese a casa, pues había ido a comprar nuestro suministro mensual de chucherías, no lo acompañe porque la verdad me dió flojera y preferí quedarme a ver un poco la televisión junto con Eggsy.

Pasó aproximadamente una hora cuando escuché las llaves en la puerta.

—¡Pa! ¿Trajiste mis gomitas? —le pregunté en cuanto abrió la puerta.

—Hola, pulga. Me fué bien, llegué completo, no me atropelló un camión y si, ya te traje tus gomitas —me informó yendo directamente a la cocina.

Reí ante su comentario y fuí con él

—Perdón, papi —tomé las gomitas dándole una sonrisa como disculpa—. Ya ni siquiera te platiqué como me fué, si leíste mis cartas ¿no?

—Claro, amor, por supuesto que leí tus 4 cartas que me escribiste con ese kit tan caro de plumas y tintas que me hiciste comprar.

Le volví a dar una sonrisa antes de meter otra gomita a mí boca.

Sealed PromisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora