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Niurka recibió a sus nietos en la puerta.

Alatz besó la mejilla de su abuela y se adentró a la casa viendo su celular. Llegó a la cocina y un suave aroma lo obligó a levantar la mirada.

El Alfa sintió a su lobo ronronear.

Jerry se encontraba con Juan, el abuelo de Alatz. Ambos Omegas reían por lo bajo, susurrando algunas cosas, delantales de flores sobre su ropa y poniendo ingredientes en un recipiente.

Alatz se acercó para saludar, pero ese momento fué interrumpido por sus hermanos, quiénes invadieron la cocina.

— ¡Abuelo Juan! — gritó Asher corriendo a los brazos del Omega junto a su gemelo, su abuelo los recibió con una gran sonrisa.

— ¡Jerry! — chilló Abdiel abrazándose a la cintura del castaño.

— Hola, mocoso. — saludó Jerry y dejó un beso en la cabeza del niño. Jerry llevó su mirada a Alatz y le sacó la lengua, caminando hasta él.

— Hey, llegaste temprano. — comentó Alatz.

Jerry entrecerró los ojos y sonrió.

— Me dijiste que, a las nueve, son... — El Omega sacó su celular del bolsillo de su delantal —... diez y media. — Jerry se encogió de hombros.

— Lo lamento, se nos hizo tarde porque Abdiel perdió un peluche con el que no puede salir de casa. — bufó Alatz rodando los ojos.

— No pasa nada...

Antes de que Jerry pueda terminar una notificación hizo sonar el celular del Alfa, él de inmediato bajó su mirada al aparato. Alatz sonrió contestando el mensaje de Aylin, con quién no había dejado de hablar desde que habían salido juntos.

Darren bajó sus orejas, el repentino desinterés del Alfa en ellos lo hacía sentir triste, sin embargo, Jerry le dijo palabras de aliento a su lobo, no había motivos para sentirse triste.

Al final del día, Alatz siempre les sonreía a ellos.

Alatz guardó su celular y le sonrió a su amigo.

— Perdón, ¿qué decías?

Sólo a ellos.

— Nada, me alegra que lo haya encontrado. — Jerry le sonrió.

— Jerry, ven cariño, terminemos con ésto. — llamó Juan —. Y tú, cachorro atrevido, aún no me saludas. — se quejó el Omega y Alatz le sonrió inocente.

















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Joaquín tamborileaba sus dedos sobre su rodilla, el Omega trataba de ignorar el molesto sonido que hacía ese reloj en la pared. Emilio movía la pierna impaciente, su lobo comenzaba a molestarse por el tiempo que los estaban haciendo esperar en esa oficina.

ALATZ II // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora