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— Papá. — llamó Alatz. Emilio volteó a mirarlo y rodó los ojos, el Alfa castaño lo estaba filmando.

— No me hagas echarte, Osorio. — amenazó el Alfa continuando con su computadora.

Alatz soltó una risita y cortó el vídeo, subiéndolo a su historia. Comenzó a grabar otro, captando la preciosa vista que regalaban los ventanales de la oficina. Decoró un poco el vídeo con algunos corazones y también lo subió.

Era bastante popular en redes sociales, después de todo, su familia era dueña de una importante empresa multinacional. De la que resulta ser el heredero, junto con sus hermanos.

Se acercó a su padre y se paró junto a su escritorio, sin decir nada. Emilio lo miró de reojo y volteó su silla para verlo bien.

— ¿Qué pasa ahora?

Alatz sonrió y levantó su celular.

— Por favor... — Emilio se rió.

— Bien, que sea rápido, hijo. Tengo que terminar ésto si queremos ir a casa temprano.

Alatz asintió y se acercó para levantar su celular. Se tomaron muchas fotos, suficientes para que Alatz esté entretenido un largo rato editándolas para subirlas.

— ¿A dónde quieres subirlas? — preguntó Emilio sin dejar de teclear en su computadora —. No me gusta que te expongas tanto, cachorro. Lo dueños de las plataformas controlan todo, aunque no parezca.

Alatz asintió, aunque Emilio no lo viera.

— Las redes sociales es un ambiente dónde los dueños vigilan constantemente la vida de sus rivales financieros. No creo que la intención sea invitarnos a tomar té.

— Ya sé, ya sé. ¿Todo tienes que verlo cómo conspiraciones malvadas y estadísticas aburridas? — rió Alatz —. Sólo lo estoy subiendo a Instagram, todas mis otras cuentas son privadas.

— No son conspiraciones, es la realidad que todos ignoran. Deberías aprenderlo, te servirá en el futuro. — Alatz miró a su padre, escuchando el tecleo —. Y no entiendo porque Instagram no es privada también, después de todo es la que más usas.

— Porque mamá me dejó elegir una para que sea pública cuándo cumplí 18 años. — tarareó el Alfa, continuando con la edición de sus fotos.

— Está bien, ten cuidado. Y ya sabes...

Alatz rodó los ojos. Su papá era demasiado paranoico.

— Sí, papá. No direcciones ó datos importantes, todo el mundo sabe eso.

— Tú no eres todo el mundo, amor. Tu seguridad socio-pública es importante, para tí y para tus hermanos. No es para protegerme a mí ó a la empresa, es por tu seguridad.

Alatz asintió, revisando varias veces las fotos antes de subirlas.

Alatz sonrió por una foto en la que hacían caras graciosas, esa sería su favorita del día.

















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ALATZ II // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora