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Patrick abrió la puerta con una sonrisa, sus amigos al fin habían llegado. Bastante puntuales de hecho.

— Hola, rubiecito. Llegamos 34 segundos tarde, lo lamento, les dije que era menos tardado golpear la puerta y no tocar el timbre. — habló una Omega entrando y depositando un beso en la mejilla del Alfa, dejando a la vista el grupo de chicos detrás de ella.

— No te preocupes, Sonnie. Fué lo suficiente puntual.

Los demás chicos comenzaron a entrar.

— Si... Pero puedo mejorarlo. — dijo la chica entrecerrando los ojos.

El Alfa chocó los cinco con sus demás amigos: Omar, Feliz y Anette. Sólo faltaba... Roni. Cuándo el turno de la Beta pelinegra llegó ella chilló feliz y abrazó con rapidez la cintura del Alfa.

— ¡Feliz cumpleaños, Piti! — Patrick se rió por lo bajo, acariciando el cabello oscuro y rizado de la chica.

— Gracias, Roni.

— Ya, ya, niña. Lo vas a asfixiar y está toda su familia de testigo. — habló la Alfa, Anette, cruzada de brazos, pero con una sonrisita burlona en sus labios.

Roni se separó del Alfa con lentitud, alisando su vestido y le sonrió al chico. Patrick los invitó a pasar a la sala, dónde estaba la pequeña fiesta y los invitados conversando, aunque sólo se tratara de la familia numerosa de Patrick.

Eduardo se volvió a adentrar a la cocina, luego de ver la escena de su hijo con sus amigos. Nikolás sacaba bandejas del horno, mientras charlaba con Joaquín y Emilio que decoraban unos muffins, demasiado concentrados podría decirse.

— ¿Roni es de quién habla Patrick todo el tiempo? — preguntó Eduardo, ganándose la mirada de su Omega.

Nikolás dudó, el Omega metió las bandejas con masa cruda dentro del horno.

— Creo que sí, la chica de rizos. ¿No? — Eduardo asintió y se cruzó de brazos viendo a Joaquín y Emilio —. ¿Porqué?

— Ella está encantada por nuestro cachorro.

— Suele pasar. — murmuró Nikolás apartando el mechón que se había escapado de su cabello y molestaba delante de sus ojos.

— Yo quiero verde. Corazones verdes, Alfa. — renegó Joaquín.

— Pero Omega, esos corazones no combinan con la crema azul, ¿no prefieres estrellas naranjas?

Nikolás asintió en silencio, mirando la discusión.

— No. Los corazones van a quedar raros. Las estrellas no van a quedar lindas. — Joaquín frunció el ceño, entregándole la bolsita de corazones a su Alfa —. Y Abdiel no vá a querer comerlos.

Emilio negó y comenzó a ponerle los corazones a los muffins. Joaquín sonrió, le dió un beso en la mejilla y continuó poniendo crema a los que faltaba.

— Sabían que los pocos muffins que hay son sólo para mantener ocupado a Abdiel, ¿no? — preguntó Eduardo, la pareja asintió sin dejar de hacer nada concentrados.

— Creo que exageran, pero cómo no tengo hijos pequeños, no opino. — murmuró Nikolás encogiéndose de hombros.

— ¿Los tuyos eran específicos con los colores en la comida? — preguntó Emilio tratando de colocar a la misma distancia los corazones en los muffins.

Joaquín terminó de poner la crema y pasó su antebrazo por su frente, dejó la manga sobre la mesa. Miró a su cuñado.

— Los míos tuvieron todas las mañas que te puedas imaginar, Emilio. Desde no poder dormir sin medias, hasta no comer ensaladas, porque estaba todo mezclado. — Nikolás suspiró y sonrió risueño —. Luego crecieron, sus mañas se fueron terminando y siendo reemplazadas por corazones rotos y dilemas de cantantes de moda. ¿Cuál será el mejor, su favorito ó el de uno de sus hermanos...?

ALATZ II // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora