20. Necesitar amor

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NECESITAR AMOR


Los siguientes días fueron de maravilla.

Sí terminé el trabajo de química, lo que significa que probablemente entraría a una buena universidad. Mi padre solo me felicitó verbalmente con unas palmaditas en la espalda. No era la gran cosa, pero hace tiempo que no era afectivo y lo apreciaba.
Mi padre aún no conocía a Evan. Me daba temor presentarlo y que su antiguo él volviera, así que prefería esperar un poco más y Evan comprendió.

Mi relación con Evan cada vez era más formal. Besos más largos y apasionados. Lo hicimos un par de veces cuando podía meterse a mi habitación a escondidas mientras mi padre dormía en el sofá.

Unas semanas atrás a mi padre perdió el trabajo. El local donde trabajaba cerraría y se cambiarían de lugar, en uno donde tuviera más beneficios y fuera de Carolina del Norte.

Eso nos cayó como balde agua fría.

─ Sé que hay mejores oportunidades, solo es cuestión de buscar.  ─ Intenté animarlo.

Nuestra relación avanzaba. Habíamos vuelto a ser como en los viejos tiempo.

─ Tienes razón. Lo bueno es que nos liquidaron y nos irán pagando lo que nos deben cada mes. ─ Él me extendió un manojo grueso de dinero, que ni en mis sueños imaginé ver. ─ Cógelo. Lo necesitarás.

─ Lo necesitaremos, ─ Corregí. ─ No soy la única que vive aquí.

Él no estuvo muy convencido.

─ Vale, pero estaré afuera buscando trabajo... no creo que pase mucho tiempo en casa.
Intentó sonar positivo pero se le notaba las pocas ganas de querer vivir.

─ Está bien, pero promete que te enfocarás en buscar otro trabajo.

─ Haré lo posible. Pero tú también promete que saldrás adelante aunque yo no esté.

─ Te lo prometo. ─ Él me sonrió y yo le sonreí.

Se hicieron casi las diez de la noche. Tenía hambre y sed, podría morir por deshidratación o algo así. Al bajar me encontré con mi padre, estaba sentado plácidamente en la mesa sentado viendo su teléfono, al escuchar mis pasos volteó viéndome con una sonrisa.

─ Te he preparado avena y compré las galletas que te gustan. ─ Dejé de buscar en la alacena al escuchar sus palabras.

Me acerqué a él con una sonrisa y anhelaba darles un gran bocado a esas galletas. Antes las compraba en la salida de su trabajo y ahora habían vuelto. Definitivamente, extrañaba a mi padre más de lo que pensaba.

─ Pensé que se te había olvidado lo mucho que me gustaban estas galletas. ─ Expresé sentándome a su lado.

─ Ambrose, no olvido el brillo de tus ojos cuando las comes. ─ Yo lo miré sorprendida.

─ Sé que no he sido un buen padre estos últimos meses, pero siempre he querido en el fondo de mi corazón prosperidad para mi princesa. ─ Sus palabras sonaban sinceras y profundas.

─ El pasado es el pasado, lo que importa es el presente y lo estás haciendo muy bien. Te perdono por todo, siempre serás mi padre y siempre te querré.

Eduard sonrió a medio lado muy convencido pero con la mirada perdida.

Esa misma noche sentí un fuerte estruendo en la habitación de mi padre, me desperté con los pelos de punta. Recordé el hombre de negro que me perseguía, hasta que recordé la promesa ambos hicimos. Él había salido de casa para buscar trabajo, ese había sido el estruendo de la puerta al cerrarse.

Needs LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora