IMÁN DE CAOS ☯~Gojo x tú~☯

/17/ Tus ojos

—Eso es todo —terminé.

Me dio entonces por alzar la mirada en su dirección, ya que no escuchaba salir palabra alguna de su enorme bocaza. 

Estaba en silencio. Sus labios estaban serios, apretados, al igual que sus puños. De hecho, aplastó una hormiga que correteaba por su dedo sin querer. O queriendo, no sé.

—Hijos de puta... —Apenas salió de sus labios.

—¿Qué ocurre?

Suspiró, como si le doliese aceptar lo que estaba a punto de decir.

—Nos dijeron que habías muerto en una misión. Por eso no te reconocí cuando nos vimos por primera vez, aunque tu cara me sonase demasiado, y por eso no me debieron decir tu nombre a la hora de buscarte. ¿Por qué tardaron tanto en mandarme a mí en tu busca...? 

Se detuvo solo. Cogió una piedra y la lanzó al lago que se encontraba frente a nosotros.

—¡Maldita sea!

—Relájate, Gojo —le espeté—. Es normal que no te mandasen a ti como primera opción. Mi caso no les importaba tanto como para mandar al hechicero más fuerte que tenían.

Se quedó en silencio. Negaba inconscientemente con la cabeza, como si mis palabras le entrasen por un oído y saliesen por el otro.

—Será eso —musitó.

No estaba acostumbrada a aquello. Ver a un Satoru serio y pensativo, en vez de a alguien que "siempre" estaba bien. Supuse que era cosa de ser el más fuerte. 

"Te entiendo, Satoru. Yo también pasé por ello una vez".

Posé mi mano sobre su hombro, para conseguir que abandonase sus pensamientos.

—Lo importante —comencé—, es que ya estoy aquí. Misión cumplida. Buen trabajo, Gojo.

Mis palabras debieron surtir efecto en él, de tal manera que su cabeza giró hasta encontrarse con la mía y acabó sonriendo. 

—Tienes razón —comenzó a reírse—. ¡Lo he conseguido! ¿Sabes? No sé cómo lo haces, pero siempre has conseguido sacarme una sonrisa.

—¿Siempre?

—Ya sabes, desde que éramos estudiantes. 

Los recuerdos empezaron a sobrevolar el cielo de mi cabeza:

Satoru era un gran luchador. El resto de alumnos evitaban entrenar con él a toda costa, debido a que siempre perdían y este los dejaba en ridículo.

Sin embargo, un día, mi habitual pareja de combate faltó. Al comentárselo a Masamichi, este me indicó que probase a luchar contra Gojo, aquel chico de tercer curso que tenía fama de dejar a los demás como débiles. Podía ver su aura, y era enorme. Tenía una gran fuente de potencial que explotar.

Como la mía.

Sabía que vencerlo en un combate no sería tarea fácil. De hecho, al principio, me llevó gran ventaja. Sin embargo, conseguí la victoria.

—¿Cuál es tu nombre? —Recuerdo que me preguntó una vez le tendí la mano para levantarlo del suelo, tras su derrota.

—Takara. Takara Hoshikawa.

—Está bien, Takara. Lo reconozco; eres un oponente digno.

—¿Dudabas? Soy más fuerte que tú.>>

Su risa inundó la sala.

—Luchemos mañana, a la misma hora, y te demostraré que te equivocas.