/27/ Padres y madres

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Por un momento todos nos quedamos en silencio tras reconocer a Megumi, quien acababa de hacerse notar al recordar mi apodo.

—Ahora me sabe mal no haberte reconocido —me llevé la mano a la nuca—. Has crecido mucho, Megumi.

El pelinegro sonrió con cierta ternura.

—Supongo que ya no soy un crío.

—No, señor —rodeé sus hombros con mi brazo, devolviéndole un poco el cabello—. Estás hecho todo un hombre.

Pude sentir cómo Megumi se acercaba más a mí disimuladamente, apoyando levemente su cabeza sobre mi hombro. Lucía una sonrisa extraña en él, constante.

Ahora era incapaz de mirarlo con otros ojos que no fuesen los de su figura materna.

"Y pensar que entré a Jujutsu porque quería hacerte pedacitos..."

Entonces Satoru carraspeó, visiblemente frustrado.

—Lamento interrumpir el momento, pero...

Suspiré, previendo lo que iba a decir.

—Toji se ha escapado, ¿verdad?

—Sí.

—No importa, mejor —mostré la katana que ocultaba tras la espalda—. Ya tengo lo que queríamos.

—¿Se la quitaste mientras peleábamos?

—Sep.

El albino sonrió, mostrando sus relucientes dientes.

—Esa es mi chica.

Sin quererlo, volví a quedarme perdida en el océano de sus ojos, por la belleza y la dulzura con la que me miraban. Sus pestañeos eran como caricias, y...

—¡Ejem, ejem! —Carraspeó ahora Megumi, impidiendo nuestro momento de miradita romántica total.

Nos giramos a verle.

—Taki —habló, dudoso—. Aunque no me interese lo más mínimo... Ya supones lo que quiero preguntarte, ¿verdad?

Suspiré, ofreciéndole una mirada compasiva.

—¿Qué quieres que te cuente sobre tu padre?

—¿Y por qué no me preguntas nunca a mí? —Saltó Satoru, cruzando los brazos como si fuese un niño pequeño enfadado—. Yo sé casi lo mismo que ella.

—No me fío de ti y tus tomaduras de pelo. Además, siempre te inventas las cosas o las exageras.

—¡Eso no es verdad! —Lloriqueó el pobre albino.

Posé mi mano sobre su hombro tras escucharle pensar "cría cuervos y te sacarán los ojos". La relación entre él y Megumi era simplemente desastrosa.

Respiré hondo, decidida a contarle aquellos detalles al pelinegro que tal vez no se los fuera a tomar tan bien.

—¿Quieres que me enrolle mucho o voy directa al grano?

—Un punto medio...

—Soy el cuerno de tu madre.

No sé quién de los dos tenía una cara de asombro peor, si Megumi o Satoru. Fuera como fuese traté de arreglarlo.

—Pero yo no era consciente de ello —suspiré—. Mientras tu padre Toji estaba casado con tu madre, pasaba mucho tiempo fuera de casa. En alguna misión le mandarían a por mí o algo del estilo; el caso fue que nos conocimos peleando y coincidimos varias veces. Y no sé en qué momento terminamos liados.

La cara de frustración de Satoru era un poema.

—Toji me utilizaba para tener algo de "acción" mientras estaba fuera de casa. Yo apenas tenía dieciocho años y no me daba cuenta de nada. Ni siquiera de que tú, Megumi, niño al que me dejó cuidando varias veces mientras estaba de misión, eras clavadito a tu padre.

—¿Y cómo es que no relacionaste sus apellidos cuando te reencontraste con Megumi? —Intervino Satoru.

—Jamás me dijo que se apellidase Fushiguro. Siempre le he conocido como Toji Zen ' in.

—Me lo voy a cargar —dijo Satoru mientras se tronaba los nudillos.

—Déjalo —sujeté su hombro—. Para los hombres como él, no hay peor castigo que ser rechazado por la sociedad. Y él lleva así muchos años.

Miré a Megumi. Mantenía la mirada fija, perdida en el horizonte. Sus manos estaban escondidas en sus bolsillos y su expresión no me dejaba claro qué opinaba acerca de lo que le había contado.

—Oye, Megumi... De verdad que lo siento. Te prometo que no tenía ni idea de nada.

—Lo sé, y no quiero tu perdón —comenzó a esbozar una sonrisa, aún mirando al frente—. Si hay algo que agradezco de mi padre es que me haya hecho posible conocerte. Me gusta que seas como mi segunda madre.

Miré perpleja al pelinegro. Maldito sea, ¡consiguió sacarme una lágrima! Este chico... Quien dijese que estaba amargado era porque no le conocía bien.

Con los movimientos entre cortados, abracé al chico por encima de sus hombros. Apoyó su cabeza en mi hombro, y definitivamente se llevó un trozo de mi corazón cuando le escuché soltar el aire con ese alivio. Como si, al fin, hubiese encontrado algo que necesitaba.

Algo como una madre.

Itadori llamó a Megumi desde la distancia, por lo que se separó de mí y echó a andar en su dirección. Cuando se hubo alejado un poco, Satoru me rodeó los hombros con su largo brazo.

—¿Sabes? Creo que serás una mami estupenda.

Sus palabras, como siempre, me sacaron una sonrisa.

—Y tú un buen padre, claro está.

Me dedicó una mirada típica suya de "tengo una idea".

—¡Eh, Megumi! —Le llamó.

El pelinegro se giró. Ahora en vez de estar sonriente como antes, le mostraba a Satoru su habitual cara de desesperación.

—¿Te gustaría que Taki y yo te adoptásemos?

Megumi no cambió en absoluto su semblante.

—Ella vale, pero tú no. Y no la llames así, que se me quitan las ganas de hacerlo a mí.

Y dicho lo cual se dio la vuelta, tan campante, y siguió a lo suyo.

El albino, como siempre cuando se trataba de su rebelde retoño, miraba al frente con las cejas encogidas. Sus labios daban a entender que, aunque quisiese hacerlo pasar por una broma, verdaderamente le disgustaba esa manera en la que Megumi opinaba sobre él.

"Pobre Satoru."

—Me odia —expresó su lamento.

Agarré la mano del brazo con el que me rodeaba los hombros y le miré, serena.

—Tal vez en un futuro consigamos convencerle.

Todo él cambió por completo de un segundo para otro; sus hermosos ojos celestes sonrieron con vida propia. Se quedó mirándome por un rato en silencio, consiguiendo que sus pupilas me pusieran nerviosa.

—Oye, hoy no me has dado un beso de buenos días...

—Pero si empezamos ayer —reí, interrumpida por el tacto de sus labios en los míos. Fueron varios besos, los suficientes como para calmar el hambre de amor de Satoru.

Amor que estaría dispuesta a saciar cuantas veces lo necesitase.

Aún con su brazo como mi protección, echamos a andar ladera abajo en dirección al campamento de los de Jujutsu. La Luna estaba preparando el aposento para el Sol y los colores del amanecer volvían aún más hermosa la escena. Esa escena en la que nos despedimos del lugar que tanta emoción había dado aquellos dos días...

Y que inició una nueva etapa en nuestra historia.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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